"La entidad de la declaración de la víctima es un avance contra la impunidad"

La importancia que jurídicamente tiene la declaración de una víctima de delitos sexuales o de violencia de género es parte de un cambio de paradigma que significa un "claro avance contra la impunidad", según advierte la abogada Stella Maris García, en el contexto de un lobby mediático y corporativo para atacar la perspectiva de género de algunos fallos judiciales.

"Estamos en un momento social en el que se está tomando conciencia de que el abuso no es algo lejano y solitario", plantea en diálogo con El Diario.

La profesional, durante largos años cara visible de la Fundación Nuestros Pibes que trabaja profundamente la problemática de las violencias domésticas, abordó el debate instalado en la opinión pública como una referencia a la evolución de los derechos humanos en materia de protección a las mujeres.

Stella García recuerda que "los delitos de violencia y abuso sexual contra las mujeres (también contra niñas y niños) afectan derechos humanos específicos: libertad, integridad, dignidad de la persona y su esfera de autodeterminación".

"La violencia contra la mujer radica esencialmente en el desprecio hacia la mujer rebajada a la condición de objeto susceptible de ser utilizado", insiste. Y remarca que "tiene su origen en una estructura social de naturaleza patriarcal donde la violencia es poder y el poder genera sumisión, daño, sufrimiento, imposición de una voluntad, dominación y sometimiento. Es un delito de odio por la aversión que siente el agresor por la víctima".

Explica entonces que "la perspectiva de género y los movimientos feministas se proponen develar la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres cuestionando aquello que, más allá de cambios y transformaciones, aún se presenta como ''''natural''''".

La "falta de pruebas"

La abogada alerta respecto de que "la falta de pruebas es uno de los temas condicionantes que dificultan la viabilidad de las denuncias porque en la mayoría de los casos los delitos son perpetrados en situación de clandestinidad y es imposible confirmar la versión de la víctima".

Explica que la "evolución paradigmática" impulsada sobre todo por los movimientos sociales "ha logrado dar entidad jurídica a la declaración de la víctima y convertirla en un punto de inflexión, ser en sí misma una actividad probatoria, constitucionalmente legítima y de cargo, debido a la problemática probatoria ocasionada por el carácter clandestino de estos ilícitos".

"Este avance contra la impunidad de cara a derrumbar la presunción de inocencia permite considerar pruebas circunstanciales, (antecedentes, perfil psicológico, etc.), para fundamentar la acusación", señala García.

La denuncia, "un paso adelante"

Considera además que "estamos en un momento social en el que se está tomando conciencia de que el abuso no es algo lejano y solitario sino algo masivo e impune. Denunciarlo permite visibilizarlo, visibilizarlo permite desnaturalizarlo y prevenirlo".

García dice que "el paso adelante que da una mujer al realizar una denuncia, incentiva a que otras víctimas del mismo predador hagan lo mismo. Las denuncias contribuyen a poner bajo la lupa el orden imperante la cultura del sometimiento que otorga impunidad".

"Poder decir ''''a mí también me pasó'''', sin la culpa, la vergüenza ni el miedo que la sociedad y el sistema judicial patriarcal supieron instalar. Visibilizar y desnaturalizar los abusos promueve que cada vez más mujeres hablen de estos temas y que las víctimas no estén solas ni desprotegidas", insiste.

"La denuncia es un proceso doloroso, que remueve no solo internamente, sino estructuras de pensamiento patriarcales que todas tenemos y vínculos que hay que repensar. Apoyarse en un colectivo es muy recomendable", remarca. E impulsa la posibilidad de "generar redes de contención, de ayuda profesional, de pares en los que uno pueda apoyarse, y también accionar desde lo legal y político".