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Columna ambiental: Plásticos en sangre humana

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Cuando hablamos de contaminación ambiental, uno de los principales contaminantes que se nos pueden venir a la mente son los plásticos en los océanos. Un estudio reciente descubrió que los microplásticos pueden encontrarse en nuestro torrente sanguíneo. En la columna ambiental de hoy vamos a ver el tema en detalle.

Escribe: Ing. Florencia Srur

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EL DIARIO digital

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Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la humanidad se puso en campaña de encontrar, crear y fabricar algún elemento que pudiese ser maleable, pero resistente. De esta manera, se crean los polímeros sintéticos, más conocidos como plásticos fabricados a partir del carbono del petróleo. Tras su descubrimiento, la humanidad ha hecho de todo con plástico, a tal punto que hoy en día es difícil percibir una vida sin este material. Desde cañerías y cableado, elementos de la vida diaria como botellas, utensilios hasta automóviles y electrónicos como celulares, computadoras y la lista sigue y sigue. Pero, ¿qué pasa cuando es momento de desechar el plástico? Durante muchos años no se pensó en las consecuencias ambientales que podría ocasionar arrojar miles de millones de toneladas de plásticos al medio. Menos se tuvo en cuenta que la degradación de estos lleva entre 100 a 1000 años y que el proceso consiste en la disminución del tamaño del elemento hasta su desaparición. De esta manera, se estima que, por año, 13 millones de toneladas de contaminación plástica terminan en el mar. Esto equivale a que un camión de basura vuelque su carga completa de plásticos por minuto al océano.

Claro que se podría limpiar el mar de plásticos, de hecho, hay programas internacionales que buscan aspirar los plásticos de los océanos, pero, ¿qué pasa con los que tienen un tamaño menor a 5mm? Los microplásticos son aquellos plásticos que se han ido degradando hasta quedar en tamaños diminutos de menos de 5mm hasta, aproximadamente, 0,0007 mm (7000 micrómetros). Este es el peligro real. De esta manera, desde que se descubrió la existencia de estos ínfimos pedacitos de plástico, se han hecho muchas investigaciones científicas para ver qué consecuencias trae específicamente que estemos nadando en un mar de plastiquitos.

Las primeras investigaciones se llevaron a cabo en la determinación de la presencia de microplásticos en distintos puntos del mundo y se encontraron hasta en el Everest y en los casquetes polares. Luego, fue buscar en la fauna acuática, donde su presencia en peces alertó aún más a la comunidad científica. De esta manera, empezaron a experimentar con ratones de laboratorio para ver cuáles eran los efectos de tener microplásticos en el cuerpo, dando como resultado daño celular, estrés oxidativo, secreción de citocinas, inflamación, reacciones inmunitarias, daño al ADN o neurotoxicidad. Entonces, la última pregunta fue ¿tendremos las personas microplásticos en nuestro organismo?

En 2018 fueron encontrados en residuos fecales humanos, dada su infiltración en el agua, cervezas, sal y comida proveniente del mar. En 2020 fueron encontrados en placentas humanas. Y, ahora, en 2022, fueron encontrados microplásticos en el torrente sanguíneo humano. En este último estudio, desarrollado por la Universidad Libre de ámsterdam, los/as investigadores/as tomaron muestras de sangre de 22 donantes anónimos y examinaron si existía la presencia de cinco polímeros diferentes (componentes básicos del plástico). También se determinó el grado de presencia de cada uno de los polímeros en la sangre. Los resultados fueron alarmantes, tres cuartas partes de los voluntarios tenían plástico en sangre. La concentración global de partículas de plástico en la sangre de los donantes ascendía a una media de 1,6 microgramos por mililitro, lo que es comparable a una cucharadita de plástico en 1000 litros de agua (un tanque de agua domiciliario). Claro que no parece mucho, pero aún no se sabe cuánta cantidad es capaz de provocar en humanos las consecuencias observadas a la salud en ratones de laboratorio. El siguiente paso de estos/as investigadores/as será determinar si estas partículas de microplástico pueden pasar del torrente sanguíneo a los órganos.

Es necesario profundizar en medidas de reutilización y del uso de plásticos que puedan llegar a reciclarse (no todos se pueden reciclar), así como del reemplazo del plástico por tecnologías o elementos no contaminantes. Recordemos siempre, la salud del ambiente también es nuestra salud.

* Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPnº 365. Email: [email protected]

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