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Navidad: cómo se fijó el 25 de diciembre y qué explica sus tradiciones más extendidas

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La Navidad se consolidó como una de las celebraciones más visibles del calendario por su peso social, familiar y comercial. Sin embargo, la fecha del 25 de diciembre no aparece indicada en los relatos bíblicos sobre el nacimiento de Jesús. La explicación más citada sobre su origen ubica el eje en el Imperio romano y en el proceso posterior de expansión del cristianismo, que terminó por asociar la conmemoración religiosa con festividades previas ya instaladas en el mundo pagano.

Según esa reconstrucción histórica, en Roma tenían un lugar central las fiestas Saturnales, celebradas en honor a Saturno, dios de la agricultura y la cosecha. Esos rituales se realizaban entre el 17 y el 23 de diciembre, en días que coincidían con el solsticio de invierno en Europa, el período señalado como el más oscuro del año porque el Sol aparece más tarde y se oculta más temprano.

Las Saturnales incluían celebraciones prolongadas y una dinámica de excesos: banquetes, consumo de alcohol, intercambio de regalos y distintas prácticas que se desarrollaban durante varios días. En ese marco, la festividad también producía una alteración temporal de la vida cotidiana de los sectores subordinados. La descripción histórica indica que esclavos y campesinos contaban con mayores márgenes de movimiento y, en algunos casos, podían visitar familiares y amistades o incluso utilizar la ropa de sus amos sin sanciones.

En ese punto aparece una interpretación cultural sobre el sentido social de esas jornadas. El texto atribuye al escritor Luiggi Fabri la idea de que esas fechas eran "un indicio de que el alma humana ha aspirado siempre a la libertad y de que entreveía el ideal [···] de una sociedad de gentes libres e iguales".

El paso decisivo hacia una Navidad con fecha definida se ubica, siempre según esta reconstrucción, entre los años 320 y 353, durante el liderazgo del papa Julio I, cuando se habría buscado establecer un día preciso para la celebración cristiana con el propósito de facilitar la conversión de los romanos paganos. Con el tiempo, la conmemoración se afianzó: un siglo más tarde, en el año 440, el papa León Magno recordó la Natividad en esa fecha, y en el año 529 la festividad fue declarada oficial dentro del Imperio romano.

Los antecedentes y las hipótesis sobre esa elección de calendario se apoyan en un punto común: la proximidad con celebraciones paganas de fuerte arraigo. En esa línea, la conclusión que se presenta es que la Iglesia cristiana habría fusionado costumbres ya extendidas con el nacimiento de Jesús como parte de una estrategia de expansión religiosa, reorientando el sentido de un período asociado a festejos hacia una conmemoración vinculada a la fe.

Ese cruce histórico también permite explicar por qué varias prácticas actuales se repiten cada diciembre. Entre ellas, el banquete familiar —la cena navideña— y el intercambio de regalos, dos hábitos que, con otras formas, ya aparecían en las celebraciones romanas. Con el paso de los siglos, la fecha sumó componentes culturales y económicos que reforzaron su visibilidad pública, mientras que en muchos hogares se mantiene como una instancia de reunión familiar y de rituales compartidos.

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