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EL DIARIO digital
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La alimentación nocturna tiene un impacto directo en el descanso. Incluir ciertos alimentos en la cena o la merienda puede ayudar a conciliar un sueño más profundo y reparador, ya que aportan nutrientes vinculados a la relajación, la regulación hormonal y la estabilidad energética durante la noche.
Según especialistas en nutrición, durante el sueño el cuerpo realiza procesos clave como la reparación muscular, la síntesis de proteínas y la liberación de hormonas. Por eso, elegir bien qué comer antes de acostarse puede mejorar la calidad del descanso.
Entre los alimentos recomendados se destacan las cerezas y su jugo, por su aporte natural de melatonina; los frutos secos y semillas, como almendras y semillas de calabaza, ricos en magnesio; y los lácteos, que aportan triptófano y caseína. El té de manzanilla también favorece la relajación por la presencia de apigenina.
Los huevos ofrecen una importante cantidad de triptófano, mientras que la quinoa aporta proteínas y este mismo aminoácido, siendo una alternativa para quienes no consumen lácteos. En el caso del pescado, variedades como salmón, caballa o atún aportan omega-3, nutriente relacionado con una mejor conversión del triptófano en serotonina.
En el extremo opuesto, ciertos alimentos pueden dificultar el descanso. La cafeína y el alcohol alteran el ciclo del sueño; las comidas picantes o ácidas pueden generar acidez o reflujo; y las preparaciones con exceso de azúcar o insuficientes en proteínas y grasas saludables provocan variaciones de glucemia que perjudican el reposo nocturno.
Una selección adecuada en las últimas comidas del día puede contribuir a mejorar la calidad del sueño y favorecer un descanso más estable.