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La gratitud: más que una emoción, una herramienta científica para mejorar la salud y la vida

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Diversos estudios demuestran que agradecer con frecuencia fortalece el cerebro, reduce el estrés y mejora la calidad del sueño, las relaciones y la salud cardiovascular.

Lejos de ser solo una cortesía o una tendencia pasajera, la gratitud se consolida como una práctica respaldada por la ciencia con efectos positivos sobre la salud física, mental y social. Investigaciones de la Universidad de California, Davis, y la Universidad de Miami comprobaron que las personas que practican la gratitud con regularidad presentan menos síntomas de depresión y ansiedad, mejor descanso y menor inflamación corporal.

Un beneficio que empieza en el cerebro

Las neurociencias muestran que la gratitud activa el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina y serotonina, neurotransmisores asociados al bienestar, la motivación y la felicidad. Además:

Fortalece la corteza prefrontal, clave en el control emocional.

Aumenta la empatía y la cooperación, al mejorar la conexión entre áreas cerebrales vinculadas a las emociones sociales.

Reduce la actividad de la amígdala, el centro del miedo y la ansiedad.

En el plano físico, estudios del American Journal of Cardiology revelaron que los pacientes que incorporan ejercicios de gratitud en su rutina presentan menor presión arterial y mejor recuperación tras intervenciones cardíacas.

Cómo incorporar la gratitud en la vida diaria

Anotar tres cosas positivas del día antes de dormir.

Agradecer verbalmente a alguien por un gesto o apoyo.

Hacer una pausa consciente para reconocer momentos agradables o logros personales.

Estos hábitos generan un círculo virtuoso: más energía, mejor descanso y una visión más optimista frente a los desafíos cotidianos.

Efecto en las relaciones y el trabajo

Cuando se expresa hacia otros, la gratitud fortalece la confianza y la comunicación, mejora la convivencia y reduce los conflictos. En equipos laborales, promueve la creatividad, la resiliencia y la cohesión, creando ambientes más colaborativos y productivos.

En síntesis, agradecer no es solo un gesto emocional, sino una estrategia científica capaz de mejorar la salud integral, enriquecer los vínculos y potenciar el bienestar general.

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