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EL DIARIO digital
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Un buceador israelí murió tras ser atacado por tiburones areneros, una especie hasta ahora considerada pacífica. Expertos advierten que el contacto humano frecuente puede alterar el comportamiento de los animales.
Por primera vez, un grupo de tiburones areneros (Carcharhinus obscurus) también conocidos como jaquetones lobo atacó y mató a un ser humano. El hecho ocurrió a fines de abril frente a las costas de Hadera, en el mar Mediterráneo, cuando un buceador de 40 años registraba con su cámara GoPro la presencia de varios ejemplares cerca de la planta desalinizadora Orot Rabin.
Hasta este suceso, no existían antecedentes de ataques de esta especie, considerada "pacífica" y segura para el buceo recreativo. Según el medio Israel National News, la víctima nadaba a unos 100 metros de la costa y no tenía intención de interactuar ni alimentar a los tiburones.
Un pescador que presenció la escena relató que el hombre intentó alejar a los animales con el palo de su cámara antes de ser rodeado. Testigos escucharon sus gritos "Ayuda... me están mordiendo" antes de que desapareciera bajo el agua. Al día siguiente, los equipos de rescate hallaron restos humanos que confirmaron la identidad del buceador y revelaron que había sido devorado por varios tiburones.
Los investigadores Eric Clua (Universidad de París) y Kristian Parton (Universidad de Exeter) publicaron un estudio en la revista Ethology donde sostienen que el ataque fue resultado de "una cadena de eventos desafortunados". La cámara habría emitido señales electromagnéticas que confundieron a uno de los tiburones, que primero mordió el dispositivo y luego al buceador. La sangre en el agua habría desatado un ataque colectivo.
Los especialistas apuntan también a un cambio en el comportamiento de los animales por la interacción constante con humanos. El agua cálida que libera la planta desalinizadora atrae cada año a grandes grupos de tiburones, que comienzan a asociar la presencia de personas con alimento. "El aprovisionamiento artificial ha provocado comportamientos de mendicidad y audacia, lo que puede explicar un primer reflejo torpe al morder la cámara", señalaron los autores.
El tiburón arenero puede alcanzar los 3,6 metros de longitud y 180 kilogramos de peso, y suele alimentarse de peces y crustáceos. Su carácter relativamente tranquilo lo había convertido en una especie emblemática del ecoturismo marino.
Clua y Parton advirtieron que este episodio no debe derivar en represalias contra los animales. "Eliminar a los tiburones no es la solución afirmaron. La responsabilidad recae en los humanos. Es necesario prohibir su alimentación y regular las actividades de buceo para evitar nuevos incidentes".