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La historia del niño francés que anticipó al Papa Pío XII el dogma de la Asunción de la Virgen

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Gilles Bouhours, que afirmó recibir mensajes de la Virgen María, transmitió a Pío XII una revelación decisiva meses antes de la proclamación oficial en 1950.

La vida de Gilles Bouhours, nacido en Francia el 27 de noviembre de 1944 —día de la fiesta de la Medalla Milagrosa—, quedó marcada por hechos que sus biógrafos consideran extraordinarios. A los pocos años de vida, tras atravesar graves problemas de salud, se recuperó de manera repentina, lo que su familia interpretó como un signo de una misión especial.

El 30 de septiembre de 1947 aseguró haber visto por primera vez a la Virgen María, vestida de blanco y con un velo amarillo. Al año siguiente, en la fiesta de la Asunción, describió una nueva visión en la que presenció la lucha de San Miguel contra el demonio y a la Virgen con un vestido azul, esta vez sin velo.

En diciembre de 1948 dijo haber recibido de la Virgen un mensaje destinado exclusivamente al Papa Pío XII. A pesar de las dudas de sus padres, insistió en viajar a Roma, confiado en que "todo se solucionaría". La primera audiencia en 1949 no fue privada y el niño se negó a revelar el contenido.

El 1 de mayo de 1950 logró estar a solas con el Pontífice y, con apenas cinco años, le transmitió una frase que conmovió a Pío XII:

"La Santísima Virgen María no está muerta, ella ascendió al cielo con su cuerpo y alma".

El Papa, que llevaba tiempo pidiendo una señal antes de proclamar el dogma, encontró allí la confirmación que buscaba. Ese mismo año, el 1 de noviembre, promulgó la constitución Munificentissimus Deus, que definió la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo como verdad de fe para la Iglesia.

Gilles continuó afirmando que la Virgen se le aparecía hasta 1958. Poco después su salud se deterioró y murió el 26 de febrero de 1960, a los 15 años, tras una breve enfermedad. En su tumba, en la aldea Selhan (Alto Garona, Francia), quedó grabado uno de sus mensajes más recordados:

"Amad a Dios y a la Santísima Virgen. Ofrecedles todos vuestros sufrimientos. Y así recobraréis la paz del alma".

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