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EL DIARIO digital
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Argentina es una locura. Y no puede parar. El estadio Panamericano Arnaldo Bautista Gómez, cada vez con más fanáticos, siente que la victoria está al caer. Porque en esta partida de ajedrez, el que más piezas tiene en el ataque, el que mejor mueve, puede dejar en jaque a su rival.
Había pasado el sexto con bases llenas con Venezuela en defensa. Sin enroques. Y la carrera estaba ahí, para romper la paridad, para dar el primer jaque de la noche, que empieza a ser tensa, que mete miedo con un aluvión de rayos que vienen del sur y el oeste. Y cuando eso pasa, el agua, que es enemiga de este juego, está ahí.
Pero el que no hace agua -al menos ahí- es el lanzador Eduardo Juárez, un enorme tirador de strikes que tiene el brazo cansado de tanto despachar bateadores en la semana pampeana.
El diestro, con lo que tiene, salva el inning y Venezuela se va al último ataque de la noche. Sin embargo y casi en loop, como si fuera una visión repetida, Argentina embasa de nuevo gente en las tres almohadillas.
Martín Brahim (que había conectado para hit en el inicio del inning), en la antesala; Luca Talmón en la segunda (por un wild pitch) y Luchi Biondi en la primera, enviado intencionalmente, con dos eliminados.
Venezuela se juega a matar forzado en cualquiera de las cuatro placas pero Eloy Capdebosq banca como un gigante y le tira la responsabilidad a Juárez. Bola 1, bola 2, bola 3 y bola 4, la de la carrera camino a la victoria de Argentina, celebrada como una movida de jaque al que llegó para ser el rey del torneo. Se termina el trabajo de Juárez y Carlos Germán Pinto releva para salir del aprieto.
Mati Etchevers sueña con este momento. Y también soñó con el momento ante Canadá, cuando le volaron la primera bola del campo. Es una revancha, es un duelo personal que tiene consigo y con los enormes peloteros venezolanos.
El lanzador argentino se carga primero al campeón del mundo adulto Kleivier Rodríguez, que abanica para ver si puede enviarla a la Ciudad Judicial pero se queda con las ganas, con el swing inmortalizado para la foto. Pasa el primero, y el segundo, Francisco Cordero, cuando el mismo Etchevers la levanta del piso y mata en la inicial.
Los rayos eléctricos amenazan cada vez más. Se supone que pronto el cielo de oscurece más, y que el campo pampeano se ofrece y se abre para recibir un castigo divino de un planeta en riesgo. Y en medio de eso, el silencio de un segundo es de dos, de cuatro, de cinco el tiempo que tarda la bola que parece irse con ese largo batazo de Javier Bordones. Pero Genaro Correa la espera, paciente, y la atrapa. Y el ruido, la bulla de la que se habla en Latinoamérica, ahora es propiedad gaucha.
Argentina le gana Venezuela y, ahora sí, piensa en cosas más grandes.
Etchevers cierra su gran trabajo con 2 hits y 8 strike outs, sin boletos gratis, en siete entradas completas para ganar el juego. Juárez carga con la derrota.