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Molina y Fuentealba, ganadores de "A Pampa Traviesa"

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Antonio Poblete y Rosa Godoy se impusieron en los 21k. Con más de 1400 inscriptos, la competencia reina de la provincia se corrió por las calles de la ciudad. Fue la 37ma edición.

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EL DIARIO digital

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El cielo. Se pone negro de un día a otro. Y empieza a relampaguear, como si estuviese embroncado, como descargando su ira. Son las horas previas de ese cielo más grande como dijo Daniel Wilberger, presente desde la previa hasta el final de esta carrera, la 37 que se corrió en Santa Rosa, la A Pampa Traviesa artesanal. Aunque, para ponerlo en coordenadas, ya es hora de dejar de hablar de cosas artesanales; esto es otra cosa.

Y ese cielo que tiene tierra, tanta que tira carteles y arrasa con ramas secas de árboles viejos y llena de hojas amarillas las calles para usar de fondo bello de historia de Instagram, se empaca y le abre la puerta al agua. Le deja servido el terreno del drama a la lluvia que no cesa un instante pasada la medianoche. Un poco más, un poco menos, pero es una especie de monstruo agazapado que ataca, descansa, toma coraje y vuelve a atacar.

Es madrugada y la imagen hasta la largada es un remake de la carrera del año pasado. Esa que con pandemia e hisopados parar todos y todas antes de largar, fue la única del país sobre un circuito de agua. Correr sobre mares de agua, sobre ríos y ríos de lágrimas, de esfuerzos y épicas. Pero alguien mira otra vez al cielo y pide piedad. Parece no ser justo que el trabajo de meses se pague invocando a los villanos del tiempo.

Aunque hay un lugar para plegarias, paras pedidos especiales y puntuales en este maratón único e inédito, con casi 1480 corredores en la largada en cuatro distancias: 5, 10, 21 y 42K. Y, creer o explotar, apenas se puso en marcha la carrera frente al edificio municipal el cielo cesó su intensidad y trazó un pacto de no agresividad con los mismos atletas. Ahora sí, a correr.

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Favoritos

La cuenta regresiva de diez que pasa a uno y todos a buscar sus objetivos, los personales, de los tiempos, de las posiciones y de los campeonatos. Ahí acompaña el Intendente Luciano di Nápoli, que corre entre la gente y se pierde en los 10 K; ahí adelante van los cuatro en Silla de ruedas, con Alejandro Maldonado otra vez maldiciendo los pozos y la fortuna cuando venía para pelear podio y el tubo derecho le explota como un globo de agua. El mejor corredor de todos los tiempos de Argentina no para de insultar y maldecir. “Estaba para pelear la carrera”, dice.

La fila se hace interminable en el inicio al abrazo con Toay, camino al club de caza. Y Tony Poblete, ese mendocino que es cosa seria en 21K, se abre un hueco y se desprende del resto. Eulalio Muñoz, el olímpico, no puede seguir la marcha y se conformará luego con el segundo puesto, delante de Martín Méndez, los tres del podio. El Gago Aguirre, en el inicio de su año despedida, será luego el mejor pampeano. Rosa Godoy haría su historia en damas, por delante de Pamela Araneo y Karina Neipán.

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En el centro de la escena, en esa carrera que es la gran carrera, Luis Molina empieza a dar señales de estar por encima del resto. Prueba una vez, y otra vez, y en sus ataques hay mensajes; y en sus mensajes, hay advertencias.

Javier Fermín, Simón Cabrera, los de acá, los que llevan la marca La Pampa e sus piernas, se prenden y se suman al tren en el que van el tandilense Juan Redolatti y el rosarino Juan Toledo.

Nada parece detener el camino a la gloriad de Molina, quien pasa la mitad del recorrido en 1h10m derrochando clase.

Con todo el control del planeta, con el mundo rendido a sus pies, el bonaerense caminará el pasillo a la victoria como un niño que disfruta de un paseo guiado. El público se pone de pie y ve cómo en soledad un corredor diferente, nacido en la provincia de Buenos Aires, vuela libre, con alas que son piernas, hacia su segundo triunfo en estas calles, como en 2013, como corredor olímpico Top 100, como un verdadero administrador de su propio éxito.

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Molina pasará la meta en 2h20m40s para ser Campeón Nacional a los 34 años en Santa Rosa y ser, además, el dueño del título de presencia récord, por delante de Toledo y Redolatti. Ahí, acariciando lo liso del podio, está Javier Fermín, el de los recuerdos del Estadio Municipal y la pista de conchilla donde se formó, como alumbrado por su propio Lucero, el que acaba cuarto y como mejor pampeano. Y después Simón Cbarera. Y después el resto de los locales, grandes en esta tierra para gigantes.

En damas la neuquina Karina Fuentealba no para desde que sale. Tan pequeña como enorme, corre casi en soledad, mientras toda su familia banca 600 kilómetros al sur de la capital provincial. Es, también, la nueva reina nacional de 42 al ganar en 2h47m31s, y es escoltada por Belén Iardino y Paola Griffa, enorme a poco más de un año de haber sido madre. Yamila Maidana, con problemas en sus piernas, endurecidas, no se rinde y es, en este caso, la mejor de las nacidas en esta casa.

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El cielo, testigo cubierto y silencioso por horas, también agradece. En esta redención de almas, llenas de sueños personales, de historias y superación, hay vidas y un universo paralelo, como para comprar un palco en una ventana y ver abrir los ojos con el sol de cada mañana como este domingo único de una edición pintada de principio a fin de epopeya.

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Los 5K y 10 K

Walter Villalva fue el ganador de los 5K, en el inicio de la competencia con lluvia sobre el recorrido. "Hubo mucha lluvia, mucha agua, pero me puede quedar con el primer puesto", dijo el corredor santarroseño del grupo Los Coroneles. En esa distancia, en mujeres se impuso la local Rocío Sueldo.

En los 10K el vencedor fue el sanrafaelino Juan Esteban Fernández, con mucha soltura. "Me gustó muchísimo la carrera, aunque con lluvia y mucho frío... no me sobró mucho porque tuve un fuerte dolor de panza, pero no pasó a mayores", destacó. En esta distancia, en mujeres, la ganadora fue Marisol Chávez Díaz, de San Luis.

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Edición especial

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La competencia tuvo un componente especial y nostálgico ya que se homenajeó a personalidades vinculadas al atletismo y a la competencia en especial, fallecidos en el último año. Además del nombrado Wilberger, también dejaron de existir el año pasado Norberto Desancio (árbitro), Dardo Pacheco (entrenador) y Omar Risso, permanente colaborador de la carrera.

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