Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
El tramo final de 2025 encuentra a la economía argentina en una paradoja: mientras la actividad muestra señales de desaceleración y caídas mensuales consecutivas, los analistas privados destacan que el país mantiene los fundamentos macroeconómicos más sólidos en dos décadas, gracias a la conjunción de superávit fiscal y comercial.
Desde enero de 2024, Argentina registra de forma ininterrumpida los llamados "superávit gemelos". Un informe del Grupo IEB remarcó que "se trata de dos indicadores fundamentales para evaluar la solidez de la macroeconomía y su capacidad de resistencia frente a shocks externos", al tiempo que recordó que no se registraba una situación similar desde el primer mandato de Néstor Kirchner.
Los últimos datos del INDEC confirmaron esta dualidad: en junio, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró un avance interanual de 6,4%, impulsado por la industria y el comercio, pero una caída desestacionalizada de 0,7% frente a mayo. En el acumulado de enero a junio, la actividad creció 6,2% respecto de igual período de 2024. Para julio, la consultora Equilibra calculó un aumento interanual de 3%, aunque con un retroceso mensual de 0,3%, que completó tres meses consecutivos de bajas.
Las proyecciones marcan que el PBI cerrará 2025 con una expansión de 4,5%, 1,2 puntos porcentuales por debajo del acumulado hasta julio. La expectativa negativa está asociada al endurecimiento de la política monetaria, la suba de tasas y el impacto del ajuste fiscal sobre los ingresos. Según Empiria, "el ingreso disponible promedio del hogar en el AMBA cayó 0,4% real en junio respecto de mayo", acumulando una pérdida de 7% frente a noviembre de 2023.
El frente externo también aporta señales mixtas. El último informe del Intercambio Comercial Argentino (ICA) mostró un superávit de USD 988 millones en julio, el mayor del año, que consolidó 20 meses consecutivos con saldo positivo. Sin embargo, la consultora Qualy advirtió que las importaciones crecieron 31,7% interanual en los primeros siete meses, principalmente en bienes de capital, consumo y vehículos, lo que podría erosionar el saldo en los próximos meses.
La estructura exportadora continúa concentrada en productos agroindustriales, que explican más del 60% de las ventas externas. En un contexto global atravesado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la caída de los precios internacionales de las materias primas, los analistas insisten en la necesidad de diversificar destinos y productos para sostener la competitividad.
En síntesis, la economía argentina enfrenta un cierre de año con menor dinamismo interno, pero apoyada en pilares macro que no se observaban desde hace 20 años: superávit fiscal, superávit comercial y un PBI que, pese a las turbulencias, volvería a crecer en 2025.