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Crece el escándalo por las modificaciones "truchas" al dictamen oficial

El texto que aprobó el Congreso, con aval de los pampeanos Martín Ardohain y Martín Maquieyra, fue retocado a pedido de Milei en una reunión privada. Por eso no se pudo hacer la sesión este jueves.

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EL DIARIO digital

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Aunque a la 1:39 de la madrugada del miércoles el presidente de la comisión de Legislación General, Gabriel Bornoroni, comunicó que el gobierno y los bloques aliados habían alcanzado dictamen de mayoría con 55 firmas, el paso de las horas demostraría que no era así. Ya en la mañana, la pregunta que recorría los pasillos del Congreso era dónde estaba el dictamen y por qué nadie lo tenía.

Después se supo: el texto fue retocado a pedido de Javier Milei, en una reunión privada, en un departamento de Recoleta del que participaron pocos legisladores y referencias del gobierno nacional. El escándalo ya fue bautizado en algunos pasillos del Congreso como "la Banelco de Milei". Dos pampeanos del PRO habían avalado el dictamen original: Martín Maquieyra y Martín Ardohain.

Ante una consulta periodística, Ardohain simplemente dijo que "no es así".

"Lo que se votó no sirve, tiene más disidencias que apoyo, si va al recinto el gobierno pierde la votación", explicó a La Política On Line uno de los negociadores. Ese medio contó la historia del asunto. Se armó la cumbre en un lugar de la Recoleta, donde los jefes de los bloques aliados se reunieron con Federico Sturzenegger para tratar de delinear un "nuevo" dictamen que contenga los cambios acordados que el Gobierno no quiso incluir en el texto final. 

De hecho, circulaban entre los diputados dos dictámenes: el que se votó y uno con modificaciones. "No sé cuál es el que vale", se sinceró ante LPO el operador de un gobernador. El caos obligó a postergar la sesión prevista para este jueves al menos una semana.

Todo fue muy irregular. En la madrugada de este miércoles, durante el debate en el plenario de comisiones, los secretarios parlamentarios de La Libertad Avanza (LLA) y los bloques aliados se movían entre las sillas de los legisladores para pedirles que estamparan su nombre en las hojas que llevaban en sus carpetas. Sin embargo, el expediente sobre el cual discutían no aparecía. "Firmaron un cheque en blanco", dijo a LPO un diputado radical.

Fue tan así que excepciones negociadas, como cero retenciones al maíz pisingallo que pidió Córdoba o mantener el subsidio eléctrico a zonas frías y tantas otras, entraban y salían de los distintos borradores de dictámenes que circulaban.

Lo que estaba sucediendo era producto de un nuevo capítulo de la improvisación del gobierno de Javier Milei, que había mandado a la oficina de Martín Menem en la Cámara Baja al asesor Santiago Caputo y un junior de Federico Sturzenegger para ultimar los detalles del dictamen con los jefes de las bancadas del PRO, la UCR y el bloque de Pichetto. Un legislador presente en la reunión, frustrado por la mala reunión, afirmó a LPO: "Nos mandaron un publicista, ponele, y un junior, ninguno de los dos tenía jerarquía profesional ni espalda política para validar nada, fue imposible".

Por esa razón, el despacho de mayoría terminó juntando 34 firmas en disidencia y solo 21 a favor. Se resolvió votarlo igual sólo para evitar que el kirchnerismo se alzara con el triunfo político de conseguir el dictamen de mayoría. Un día después, el Gobierno cayó en la cuenta que con esa aritmética quedaba seriamente expuesto a una derrota en el recinto. "Es muy difícil, no entienden nada y no laburan", se lamenta un diputado aliado.

Entonces, los jefes de los bloques aliados, Pichetto, Ritondo y De Loredo, convocaron a una reunión urgente con un grupo de diputados elegidos a dedo -como Silvia Lospennato-, para reunirse en secreto en un lugar de La Recoleta y redactar un nuevo dictamen "blue" que contenga los acuerdos y se use como hoja de ruta en la sesión, para ir metiendo los cambios al dictaminado, en el recinto.

Pero la reunión no fue fácil. El anfitrión por parte del gobierno era el ex titular del Banco Central e ideólogo del proyecto, Federico Sturzenegger. Apenas lo vio, Pichetto montó en cólera: "Si este tarado se queda yo me voy, es el responsable de los desastres económicos de la Argentina y de la crisis institucional que nos causó con su decreto y esta ley", amenazó, como reveló en exclusiva LPO.

Fue necesario entonces explicarle a Sturzenegger que si el gobierno seguía interesado en que se vote la ley, sería bueno que se retire de la reunión. Ahora la negociación del dictamen blue sigue en un lugar desconocido con un supuesto grupo de "técnicos" que dicen ser del gobierno, una afirmación incomprobable porque hay severas sospechas que toda la ley ómnibus fue escrita por los grandes estudios de las empresas que salen beneficiadas.

La tarea no parece fácil porque en el medio de las negociaciones estallaron en la reunión de La Recoleta los tuits del ministro Caputo amenazando a los gobernadores y toreando a Pichetto. "Así es imposible", se resignó uno de los líderes de los bloques aliados. LPO había adelantado que en la reunión de gabinete de este martes el presidente Milei indagó sobre maneras de presionar a los gobernadores para que apoyen la ley y se acordó ahogarlos financieramente usando el Ministerio de Economía y el Banco Central.

Si a pesar de estas tensiones el acuerdo llegara, la idea de los jefes de bloque es introducir "por secretaría" las modificaciones acordadas cuando se trate el proyecto en recinto.

La desprolijidad confirma que esta madrugada, cuando los parlamentarios pasaban hojas membretadas a la firma de los legisladores, el dictamen "no estaba protocolizado", según admitió un diputado.

Si esto es así, el acto que anunció Bornoroni para cerrar el plenario de comisiones podría declararse nulo, como denunciaron los bloques de Unión por la Patria y la izquierda. 

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