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Fuerte reclamo a los 30 años del atentado a la embajada de Israel

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“¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para que se haga justicia?”. Lo aseguró el viceprimer ministro y ministro de Justicia de Israel, Gideon Sa´ar.

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EL DIARIO digital

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A partir de las 14:47 de este jueves se realizó el acto central en memoria y reclamo de justicia por el 30° aniversario del atentado a la embajada de Israel.

La hora de inicio no fue un detalle menor, puesto que se trata del momento exacto en el que se concretó el ataque terrorista aquel 17 de marzo de 1992 y el punto de encuentro tampoco, debido a que es el lugar en el que se encontraba la anterior sede, en el cruce de las calles Arroyo y Suipacha, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí, hubo un fuerte reclamo de Israel, que llegó en palabras de Gideon Sa´ar. “¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para que se haga justicia?”, preguntó del viceprimer ministro y ministro de Justicia israelí.

Tal como se adelantó, el acto central para recordar y homenajear a las víctimas del atentado contó con la participación del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta; el Canciller Santiago Cafiero; y el ministro de Justicia de la Nación, Martín Soria, y del viceprimer ministro y ministro de Justicia de Israel, Gideon Sa´ar, entre otros. Quien no es parte de la actividad oficial es el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, quien anticipó que no asistiría.

El Presidente fue invitado, pero decidió limitarse a recibir a autoridades del Congreso Judío Latinoamericano en la Casa Rosada. En su lugar estará Martín Soria, ministro de Justicia. El viernes recibirá al viceprimer ministro israelí, Gideon Sa’ar

“Las huellas del terrorismo siguen sobre nosotros”, es el lema oficial del evento en el marco de un nuevo aniversario. “Hace 30 años, bajo dirección de Irán, Hezbollah perpetró el atentado a la embajada de Israel en Argentina donde 29 personas fueron asesinadas”, había señalado a través de cuenta oficial en Twitter la embajada de Israel en Argentina en horas de la mañana.

Para este aniversario llegó de Israel una comitiva encabeza por Sa´ar -cuyo padre es argentino-, por el director adjunto de la Cancillería israelí para América Latina y el Caribe, Jonathan Peled, y una delegación de sobrevivientes y familiares de personas que perdieron la vida en el atentado.

En el inicio del acto se leyó el nombre de cada una de las víctimas. Luego, Sa´ar y la embajadora de Israel en Argentina, Galit Ronen, realizaron una ofrenda floral a las víctimas. También lo hicieron representantes de la política y familiares de las víctimas, además del titular de AMIA, Ariel Eichbaum; y su par de la DAIA, Jorge Knoblovits.

Miri Ben Zeev, quien perdió a su marido en el atentado a la embajada, brindó unas palabras a los presentes en un conmovedor discurso. “Cuando llego acá, lo siento más cerca. A las 14.30 aún estábamos hablando por teléfono y planificando el día”, señaló la mujer sobre los instantes previos al ataque. “Somos una familia que intenta reparar las heridas”, agregó. “Nosotros estamos presentes”, completó en español la mujer.

“Lamentablemente no podemos decir que se haya conseguido la verdad y mucho menos que se haya hecho justicia por las víctimas del atentado a la embajada de Israel”, señaló luego Soria. En sus palabras, el ministro de Justicia unificó el reclamo con el caso del ataque a la AMIA. “En los dos ataques lamentablemente el denominador común es el nulo avance de las causas judiciales que generan dolorosa impunidad. En 30 años ya no hay palabras ni discursos. No alcanza nada. Nada es suficiente cuando no hay justicia”, señaló.

Luego, enfatizó: “El Estado argentino está comprometido para lograr justicia. Aunque sea lenta, se debe llegar a la verdad. Que se haga justicia. Que se encuentre y se condene a los culpables es la única manera de remediar este dolor y llevar paz a los pueblos de Argentina e Israel. Ninguna razón política o ideológica puede justificar ataques terroristas. Seguiremos trabajando enfáticamente para prevenirlo, pero también para perseguir y castigar”.

“Es el Poder Judicial, la Justicia, la que debe investigar y encontrar a los culpables de ambos atentados y es el poder político del Estado el que tiene que garantizar todo el apoyo posible para encontrar y castigar a los responsables”, también comentó Soria.

Minutos antes del ministro de Justicia, quien tomó la palabra fue la embajadora de Israel en Argentina: “30 años de memoria en los cuales sabemos la verdad, sabemos quiénes son los responsables de este atentado y también del atentado que vino dos años más tarde en la AMIA”.

En ese sentido, Ronen agregó: “Tiene nombre y apellido: su nombre es Hezbollah y su apellido es Irán. La misma Irán que en este momento está negociando con los poderes mundiales sobre su programa nuclear. Al mismo tiempo, a plena luz del día, está llamando a la destrucción del Estado de Israel”.

Por último, quien tomó la palabra fue el viceprimer ministro y ministro de Justicia de Israel. “Estar ante ustedes es muy significativo para mí, es un momento de unión, Israel y Argentina comparten el dolor de este terrible atentado. Somos dos pueblos unidos en memoria de nuestras víctimas”, manifestó Sa’ar. “Este fue un atentado terrorista contra mi país, contra nuestra embajada y nuestros compatriotas, sin embargo, también fue un atentado contra la Argentina, país en el que mi padre nació y creció”, detalló

“Este horrendo atentado tiene un autor claro: Irán —agregó Sa’ar— . Irán cometió este terrible atentado terrorista a través de su representante, Hezbollah. Tenemos la obligación moral de ir detrás de quienes cometieron este delito despreciable. Estas personas tienen nombres y rostros. Exigimos que sean llevados a juicio por sus crímenes contra la humanidad”.

Por último, el ministro de Justicia de Israel advirtió en el marco de la política internacional. “Liberarse del régimen de sanciones es el único objetivo real de Irán. Este acuerdo liberará una amplia suma de dinero para Irán y sus aliados terroristas, como Hezbollah. El flujo de dinero iraní incrementará el extremismo y la inestabilidad en medio oriente y en otros lugares del mundo, consolida el terror en la región y en el mundo”

El día de aquel ataque, el edificio entero se derrumbó como un castillo de arena socavado por el mar. Eran casi las 14.50 del martes 17 de diciembre de 1992, hace 30 años: la embajada y el consulado de Israel, en Arroyo 910 y 916 ya no existían más.

Al tremendo estallido le siguió el silencio profundo que sigue a las catástrofes, hasta que fue quebrado por los gritos de los heridos, los pedidos de auxilio y las corridas de quienes intentaban ayudar. La explosión, todavía no se sabía con exactitud qué había pasado, había afectado también al colegio Josefa Capdevila de Gutiérrez, un jardín incorporado a la parroquia y colegio Mater Admirabilis, del que estaban por salir a la calle ciento noventa y dos chicos de tres a cinco años, guiados por veintidós adultos, y a la residencia de ancianos Hogar San Francisco, donde murió al menos una persona.

Qué pasó con la causa

La única certeza que tiene la Justicia sobre el atentado que voló hace 30 años la Embajada de Israel en Buenos Aires es que detrás de aquella bomba estuvo el grupo terrorista denominado Jihad Islámica, brazo armado del Hezbollah.

Dos órdenes de captura ordenadas en 2015 por la Corte Suprema de Justicia contra el libanés Hussein Mohamad Ibrahim Suleiman y el colombiano José Salman El Reda Reda y una serie de exhortos al exterior se convirtieron en los últimos movimientos que registra la causa en la que nunca hubo detenidos y que, con el paso del tiempo, parece cada vez más difícil poder avanzar.

Todo ocurrió hace 30 años. A las 14.47 del 17 de marzo de 1992, voló el edificio de la calle Arroyo 916 donde funcionaba la sede de la Embajada de Israel.

La Policía habló inicialmente de 29 muertos, pero en la causa solo pudieron confirmarse 22 fallecidos: nueve empleados y funcionarios de la Embajada, tres albañiles y dos plomeros, un taxista y tres peatones, un sacerdote de una iglesia vecina y tres ancianos que se alojaban en una residencia a pocos metros.

Sus nombres quedaron retratados en una placa en la plaza seca que se levantó en el lugar del ataque.

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