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EL DIARIO digital
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Un vecino santarroseño grabó un video donde describió cómo un taxi, perteneciente a la base La Terminal, acudió a un supuesto viaje realizado a través de la aplicación Uber. El incidente se produce en medio de un tenso debate en la ciudad sobre la regulación de la plataforma y la crisis económica que atraviesa el sector que presta ese servicio público en forma tradicional.
El video, filmado por el propio cliente, capta el momento en que un vehículo, claramente identificado con los colores y la licencia de taxi, llega a su domicilio tras haber solicitado -supuestamente- un servicio de Uber. La persona que filma no solo documenta la contradicción del servicio, sino que incluso identifica al chofer y, lo más revelador, a la dueña de la licencia.
"Pedí un Uber y me llegó un taxi de La Terminal", dice cuando empieza a filmar el video cuando sale de su casa (la filmación está editada por El Diario, incluso no tiene audio, para no identificar a las personas involucradas).
Según el relato en la filmación, la propietaria del taxi sería parte de la conducción de la asociación empresaria La Terminal, una de las dos principales bases de la ciudad que por el momento mantiene la postura de expulsión contra los taxistas que operaban con Uber.
El factor interno y la doble jugada
Lo ocurrido expone la profunda división y la doble moral que atraviesa a la asociación. El hecho de que la dueña del taxi esté vinculada a la dirigencia de "La Terminal" sugiere que la propia cúpula estaría lucrando con la aplicación que públicamente intentan combatir o prohibir a sus propios asociados.
La situación es más compleja, ya que la filmación también deja entrever que el conductor y el cliente se conocen, lo que podría indicar que este tipo de maniobras no son un caso aislado, sino una estrategia interna para compensar la falta de trabajo y el alto costo de la tarifa de base.
El video se convierte en un documento clave en el debate local. Mientras en el Concejo Deliberante se discuten proyectos de regulación, esta evidencia revela que la necesidad económica ya obligó a los actores del transporte tradicional a integrarse, de manera encubierta, al sistema de plataformas.