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EL DIARIO digital
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El Ningo Jorge dejará una imborrable huella en la vida política de La Pampa, pero sobre todo de Santa Rosa. Hombre de estado, más animal contable que político, cabrón en su intimidad, no le sacó el cuerpo a ninguna de las peleas que le fueron apareciendo a lo mejor sin buscarlas; ocupó todos esos espacios en que hay que laburar y no es sencillo sanatear y se bancó en su vida personal la muerte de un hijo y el más reciente fallecimiento de su antigua compañera "Mecha".
Oscar Mario Jorge murió en este julio de 2025 a los 88 años y dejó un legado de reconocimiento unánime: es el maestro del equilibrio fiscal, el austero y obsesivo de las cuentas públicas que contagió a los gobiernos peronistas pampeanos para que no gastaran de más ni se endeudaran. Fue el primer ministro de Economía de la democracia y desde entonces gestó una escuela.
Esa bajada de línea, esa militancia, perdura hasta estos días, en que ha sido naturalizada como costumbre provincial incluso antes de que Javier Milei y sus libertarios desquiciados quisieran ponerla de moda. Ningo fue maestro de quienes lo sucedieron y en la idea de no endeudarse al pedo también sentó, con más o menos conciencia, una postura de soberanía.
Dictadura y voto popular
Ningo fue un claro ejemplo, diría Ortega y Gasset, del hombre y sus circunstancias: terminó dando peleas impensadas, que se le cruzaron en el camino, o que le invitaron o lo forzaron a dar. Esa historia también es parte de su capital político más rico: marcó una época que duró para siempre.
Paradojas de la política, fue el político de fuste de La Pampa más elegido por el voto popular, pero también fue funcionario de la dictadura: aceptó quedarse a administrar para el gobierno de facto en la época de la peor persecución al peronismo. Nunca se arrepintió públicamente ni pidió disculpas de modo concreto, o sin gambetas.
En las urnas también golpeó fuerte. Resultó tres veces intendente de la capital provincial, dos veces gobernador. Nunca recaló en un "descanso" legislativo, siempre al pie del cañón. El rectorado de la Universidad Nacional de La Pampa (1991) y la presidencia del Banco de La Pampa (2003-2007) tienen esa misma marca para su impronta: lugares de acción, decisión y ejecución.
Santarroseño de pura cepa
Aunque nació en Caleufú (1936), Jorge es un santarroseño de pura cepa, casi una representación aproximada del santarroseño promedio, en su conservadurismo y en su amor por la ciudad. Santa Rosa también tiene en un toque que la describe como ciudad un poco garca.
Ningo fue el intendente más importante que tuvo Santa Rosa. Llegó con lo justo, en el '91: corrió con el caballo del comisario marinista y con el aparato de su lado y un polémico conteo de votos le ganó la interna a "Pildoro" Gazia, con la fusta bajo el brazo.
En la década neoliberal de los '90 se sintió muchas veces como pez en el agua y la capital pampeana encontró un destino que es el mismo que más o menos la define hoy, con sus luces y sus sombras.
Montado al "negreo" de los Planes Trabajar, Ningo hizo notable y perdurable obra pública para Santa Rosa: especialmente en los alrededores de la Laguna Don Tomás que tenía destino de olvido y se convirtió en punto de encuentro.
Pero también metió mano en el centro de la ciudad y en los barrios que accedieron a infraestructuras hasta entonces no tan habituales. Mató árboles, plantó cemento, trajo la Facultad de Derecho a la ciudad, modernizó, cuidó las cuentas, germinó con tibieza una miradita cultural, planificó y cuando entregó el mando dejó una ciudad limpia, ordenada y manejable desde lo sanitario.
La comparación con sus sucesores lo pinta no de bronce, sino de oro: la mayoría de las intendencias que le siguieron, de distintos partidos, no dieron pie con bola, representaron un retroceso y por eso al PJ se le hizo tan dificultoso conseguir en Santa Rosa alguna reelección.
La gobernación demorada
Cuando casi todo el PJ era una única línea interna, Convergencia, Ningo quiso ser gobernador en 2003, pero la correlación de fuerzas llevó a que Rubén Marín, entonces amo y señor, se inclinara por Carlos Verna como su sucesor, aún para su propio disgusto. Jorge ardió: estaba convencido de que le tocaba y de que lo merecía.
Cuando a los pocos días lo convocaron para que fuera otra vez candidato a intendente dio un portazo y bañó en puteadas a la interlocutora del marinismo. Santa Rosa sufrió su ausencia: vinieron en sucesión las deplorables intendencias de Néstor Alcala, El Ruso, y de Juan Carlos Tierno, el breve.
Jorge recaló en el Banco de La Pampa de la mano de Verna y empezó a hacer buenas migas con El Barba de General Pico, un matrimonio por conveniencia que no estaba en el radar. Verna lo agitó para que diera la pelea que él mismo no se animaba, y casi sin comerla ni beberla Ningo Jorge fue el factor fundamental para el fin de la hegemonía marinista en el PJ y en la provincia.
Jorge venció a Marín en la interna de 2007, para la que el vernismo tramó una maniobra deliciosa como la venganza: se hicieron por primera vez internas abiertas, en una época en que el marinismo clásico era visto como "feo, sucio y malo". Jorge cautivó al electorado independiente y lo pasó por arriba.
Días de furia
Le tocó para sus gobiernos una época de dificultades complejas, con un gobierno nacional kirchnerista que al PJ pampeano siempre le cayó mal. Y especialmente, con el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, que sulfuraba particularmente a los machos tradicionales del peronismo pampa. Fueron años largos.
Verna lo recibió con una bomba en el despacho: le dejó para promulgar o vetar el protocolo que legalizaba la práctica del aborto. Ningo apeló a su lado conservador de siempre y eligió el veto.
El Barba le había plantado otra semilla de discordia: a Jorge Gobernador le dejó un Tierno en la Intendencia, una pesadilla que duró 87 días pero que casi lo arrastra al Ningo. Quiso relativizar las multitudes que se oponían al facho mamarracho: "son 750", ninguneaba el Ningo hasta que no le quedó otra que intervenir para que no hubiera una tragedia.
Sus primeros 4 años en Casa de Gobierno habían sido decorosos y todo indicaba que una vez hechos esos deberes que le pedía Verna, se volvía tranquilo a casa y El Barba regresaba a dirigir la batuta. Pero otra vez, el hombre y sus circunstancias; la fortuna y la virtud, avisaba Maquiavelo.
A Jorge le tocó ser el gobernador que, de cuerpo presente, se solidarizó con las víctimas del terrorismo de Estado en La Pampa cuando se hizo en Santa Rosa el primer juicio por delitos de lesa humanidad en el marco del proceso de Memoria, Verdad y Justicia.
Flojo de papeles y fuego amigo
La reelección de Ningo fue, otra vez, fruto de la circunstancia. El candidato iba a ser Verna, pero no lo llamaron un lunes, no lo llamaron un martes Se enojó con CFK y dio un portazo. Verna puso en riesgo la posibilidad de participación electoral del peronismo, pero Ningo se puso la campaña al hombre y con una candidatura floja de papeles volvió a ser elegido en 2011.
Las gobernaciones de Jorge fueron en general opacas, pero dejó algunas marcas: la ruta de la cría, el autódromo de Santa Rosa, el Medasur. El intendente de Victorica Hugo Kenny lo apodó "el Messi de las viviendas", porque en su doble período construyó más de 10.000. También fue parte de la inauguración formal de CPETV, el primer canal de cable de una cooperativa en el marco de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Surgió otra de sus batallas no previstas, que no estaban en su ADN, pero empujadas por la realidad: el fuego amigo del vernismo se le paró de manos y boicoteó su gobernación desde la Legislatura. Un tiempo de guerra "empetrolada", que aún hoy resuena.
Forzado a ser líder, Ningo armó su espacio "Compromiso Peronista" y eligió a Fabián Bruna como su sucesor. Tuvo la banca de CFK pero no fue suficiente: ese partido no le salió bien y -para refrescar la metáfora que usó aquella presidenta- la calesita siguió al mando de los mismos caballos.
Aún en la derrota, puso su propio cuerpo para la elección interna en la que se presentó como candidato a intendente ya sabiendo que aunque ganara no iba a asumir, pero con la decisión de evitar que Tierno pegara la vuelta.
En todo ese camino, cuando se aproximó al kirchnerismo y a los espacios nacional y populares con los que en toda su trayectoria se habían mirado de reojo, le dio un padrinazgo a la carrera política de Luciano "Copete" di Nápoli, que hoy ocupa su sillón en San Martín 50.
Medallas y límites
Ningo se llevaba mejor con los profesionales que con los punteros y se acercaba más a los técnicos que a los sindicalistas. Una de sus gobernaciones estuvo marcada por un furibundo conflicto gremial: la Intersindical no lograba que el gobernador diera el brazo a torcer para reconocer un incremento salarial.
Ningo también se rodeó, para la política, de dirigentes de perfiles de esencia técnica. Por eso no es extraño que varios de quienes más lo acompañaron en sus gobiernos hoy luzcan lejos del candelero, ahuyentados por la rosca, o mirando de reojo las batallas partidarias y electorales.
Paradojas de la política, ni siquiera con tantos cargos y méritos en su mochila de mariscal Ningo llegó a ser un verdadero gran líder del peronismo: el excesivo perfil técnico le jugó en contra y casi toda su acción política fuerte tuvo el respaldo de algún padrino o madrina. Cuando hizo el intento de liderar, el proyecto quedó rengo y mal conducido.
Ningo deja fuertes marcas en el Estado pampeano. Y sobre todo, nadie podrá quitarle la medalla de padre de ese equilibrio fiscal que hoy otros manejan con crueldad porque creen que la justicia social es una aberración, pero que en La Pampa del peronismo se usó en general para el ordenamiento, el fondo anticíclico y la soberanía.