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Femicidio de Agustina: el misterio del encapuchado que podría develar un perito

El testimonio del responsable de la comisión policial que investigó el hecho comprometió la situación del acusado Pablo Parra. Lo expuso por su comportamiento durante el hecho, su denuncia luego y comunicaciones con tu entorno.

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EL DIARIO digital

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Como si fueran las piezas de un enorme rompecabezas, un oficial de la Policía desmenuzó ante el jurado los detalles de la investigación que culminó con la detención de Pablo Parra, hoy acusado por el femicidio de la joven santarroseña Agustina Fernández. El jefe de la comisión dejó muy alta la vara dentro de las fuerzas y su declaración se asemejó a la de las grandes pesquisas guionadas que se pueden seguir en series por streaming. Cámaras de seguridad, escuchas telefónicas y análisis de muchísima precisión dejan al imputado en una posición por de más incómoda.

Carlas Zapata lideró la comisión policial integrada por otros cinco policías. Desde el primer momento sospechó de Parra no sólo por los términos en que denunció el supuesto robo en la Comisaría 24 el mismo día del ataque, sino por una escucha telefónica. El día posterior a la muerte de Agustina, Parra habló por teléfono con un amigo que le consultó como se encontraba: "Yo estoy bien que es lo fundamental, te corto porque me están llamando de todas las radios", le dijo con enfásis, casi efusivo por su minuto de fama. Otras pistas: después del ataque se apuró por llamar a la Policía pero no a la ambulancia y volvió al complejo con las luces de su Hyundai Elantra apagadas.

Zapata primero identificó en una pantalla todas las cámaras de seguridad y la dirección en que filmaban. Después armó una línea de tiempo que fue reconstruyendo con esos datos. Pudo determinar todos los movimientos que hizo Parra ese día desde que fue a jugar al futbol hasta que regresó sin luces.

También el de otras personas, como por ejemplo el del muchacho que estuvo con Agustina en la tarde previa al ataque. El joven facilitó su celular así que se pudo saber muy fácilmente su geolocalización. El de Parra, en cambio, se apagó después del episodio al igual que el de Agustina. Los pocos minutos del hecho se determinaron por el último mensaje que envió la joven estudiante de medicina y el momento en que se desconectó su Samsung Galaxy.

Pero hay más prueba en contra de Parra: Zapata estudió muy bien su auto deportivo con llantas y vidrios polarizados e incluso la dirección en que apuntaban las luces. Siguió todo su recorrido por las cámaras y probó que la visita a la casa de los padres, en la que devolvió una parilla, y la compra de helado acreditada con un ticket de Grido se produjeron con posterioridad al ataque.

Esas y otras pruebas lo comprometen seriamente: su conducta obsesiva en otras relaciones, los mensajes de la víctima a su círculo íntimo en el que reconocía que el vecino se había puesto "pesado", los dolares que vendió después del supuesto robo y los objetos que secuestraron en el departamento que alquiló en la calle Yrigoyen. Esos elementos también habían sido denunciados como sustraídos de la cale Confluencia.

El día que le formularon cargos y la jueza de garantías Agustina Bagniole le dictó la primera prisión preventiva las pruebas quedaron expuestas en todo el análisis jurídico de la magistrada. Fue la misma jueza la que libró cientos de órdenes de allanamientos e intervenciones telefónicas a pedido del fiscal Martín Pezzetta, quién pretendía descartar las otras líneas de investigación. Y finalmente lo logró.

Zapata lo contó en el juicio, como las pesquisas alternativas caían como castillos de naipes. El robo que no fue, el identikit frustrado, los parecidos que allanaban sin ningún hallazgo. Se persiguió a un hombre de apellido Cerenez que había cometido un robo en Ferri y se había llevado celulares en un periodo de tiempo cercano al ataque de Agustina. El sospechoso dejó una huella pero en el departamento de la calle Confluencia solo había huellas de Parra. Una a una las hipótesis alternativas se desestimaron y el único que se mantuvo en la línea fue el trabajador petrolero.

Una persona misteriosa

Las cámaras de seguridad captan a un hombre encapuchado que entra y sale del complejo en momentos que coinciden con la agresión. La Brigada de Investigaciones hizo un detallado informe policial sobre los movimientos de Pablo Parra durante los momentos previos y posteriores al ataque mortal contra Agustina Fernández. El policía que declaró detalló todos los elementos que lograron identificar en ese periodo, entre las 19.16 y 19.49 horas del sábado 2 de julio de 2022, lapso de tiempo en el que se produjo el ataque.

En ese periodo las cámaras de seguridad de la ciudad tomaron imágenes en la zona de una persona encapuchada en dos momentos: 19.24 horas – ocho minutos antes del último mensaje que envió Agustina de su teléfono- y a las 19.40 horas un minuto después del último evento del dispositivo móvil: es decir cuando se apagó el aparato.

Se estima que entre ese lapso de 14 minutos se pudo haber dado el ataque. La primera pregunta que se revoloteó en la sala del juicio por jurados es si alguien puedo identificar a esa persona encapuchada. Fue la única de todas las imágenes registradas sobre las que se mantiene una incógnita. Esa misma pregunta le hizo a Zapata Juan Manuel Coto, defensor de Parra.

El policía, que lleva 14 años de servicio, aseguró que él no podía aseverarlo, pero adelantó que el perito Eduardo Prueger sí hizo un análisis sobre esa persona. La declaración del criminólogo será un testimonio clave para la fiscalía y la querella porque podría dar algunos indicios sobre la posibilidad de que ese encapuchado sea Parra.

Zapata contó ante el jurado popular que las cámaras detectan al encapuchado por la Circunvalación para luego ingresar al barrio por calle Ecuador, a las 19.24 horas. "Llevaba una capucha y zigzagueaba" indicó. Vuelve a ser tomado en la misma cámara, pero en sentido contrario a las 19.40 horas. El auto de Parra fue captado nuevamente a las 20.11 por Circunvalación: ya era de noche y regresaba con las luces apagadas.

El policía contó también que la primera línea de investigación fue el crimen en ocasión de robo, pero esa hipótesis perdía fuerzas cada vez que se profundizaba. En la vivienda donde se produjo el ataque, en el complejo ubicado en calle Confluencia al 1031, "la única huella que se logró identificar era de Pablo Parra. No hay huellas de un tercero. No hay indicios que haya podido ser otro autor que no haya sido Pablo Parra", dijo ante la consulta de los acusadores.

Otro punto que será claro en la prueba objetiva es la mecánica de los golpes que recibió Agustina. Fiscalía y querella están convencidos de que los informes determinarán que fue un ataque femicida.

El testimonio de Zapata fue de alto vuelo en la tercera jornada del juicio pero, como si fuesen las dos caras de una misma moneda, su colega Juan Rodríguez, jefe del gabinete de Criminalística, dejó expuesta la precariedad con la que trabajan.

Primero se dedicó a desarmar la coartada del defensor de Parra respecto del ADN hallado en las manos de Agustina, que no pertenece al acusado. Sostuvo que como la joven estudiante estuvo con vida los primeros días se priorizaron los procedimientos médicos por sobre prueba. En ese contexto es que puede haber ADN del personal de salud.

Pero también describió la escases de recursos: fabrican los sobres para levantar las muestras, y no usan ni guantes ni barbijos porque no tienen. El material no es esterelizado porque no cuentan con esas herramientas.

Respecto del trozo de tela que se obtuvo de la concertina y que pertenece a un buzo de Parra, afirmó que fue contaminado involuntariamente por la cabo que lo manipuló, pero juró que no lo tocó nadie más. "Ella fabricó el sobre de papel madera pero no tenía guantes ni barbijo, ella lo contaminó pero ningún testigo se acercó ni tocó el trozo de tela", aseveró. Otra prueba que se le cae a la defensa del trabajador petrolero.

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