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El tándem agrícola ganadero suma adeptos

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En la habitual columna agropecuaria, el ingeniero Mariano Fava aborda la convivencia de los dos sistemas de producción.

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EL DIARIO digital

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Por Mariano Fava (*)

Con el aumento del precio de los granos y de la mano de la tecnología (siembra directa, cultivos transgénicos, fertilización, etc.) la agricultura se ha ido expandiendo, generando sistemas de producción donde las rotaciones agrícolas se suceden ininterrumpidamente. Más del cuarenta por ciento es lo que creció la superficie destinada a la producción de cereales y oleaginosas en el país los últimos 15 años. Muchas de esas hectáreas han surgido como consecuencia del desplazamiento de la ganadería hacia zonas cada vez más "marginales" (agroclimáticamente hablando).

Si solo vemos la foto, pareciera ser que la agricultura se ha convertido en el verdugo de la ganadería. Sin embargo, si miramos la película nos daremos cuenta de que la realidad es muy diferente. En efecto, los empresarios que se dedicaron en un principio a la agricultura continua hoy, gracias a la renta de esta actividad, han generados fondos que les permitieron pensar en invertir en procesos ganaderos mucho más modernos y eficientes.

Así se llegó a producir invernada en zonas que tradicionalmente eran de cría, y se ha elevado la receptividad (vientres por hectárea) de los campos de cría exclusiva. Esto solo pudo ser posible con fuertes inversiones, que solo la renta agrícola pudo pagar, siendo entonces el verdadero catalizador que le permitió surgir a un modelo de producción pecuario que luego sí fue capaz de mantenerse por mérito propio. El agricultor, menos reacio al cambio y más propenso a incorporar tecnología, al verse convertido ahora en ganadero introdujo cambios drásticos en los modelos tradicionales que generaron gran impacto en la producción de carne.

Muchas de las tecnologías que se incorporaron a la ganadería no son más que una adaptación tomada de la agricultura, por ejemplo para hacer un buen silaje de planta entera, ya sea de maíz o sorgo, primero hay que saber producir un buen cultivo. Las costosas sembradoras de siembra directa y el uso de herbicidas permitieron el rejuvenecimiento de pasturas, tanto naturales como artificiales.

Siembras al voleo y aéreas de avena o rye grass (depende la zona) son otras de las innovaciones desarrolladas, estas permiten por ejemplo establecer un verdeo de invierno en el mismo potrero donde se encuentra un maíz de pastoreo diferido, logrando generar una dieta más balanceada para la hacienda que pastoree ese lote, pues a la energía del grano de maíz se suma la proteína del verdeo.

Destete hiperprecoz, como por ejemplo el sistema ruter, el cual permite lograr mayor porcentaje de preñez (con gran impacto en vaquillonas de entore precoz) y mayor carga animal, encierres a corral, inseminación artificial, mejor genética de semilla forrajera, entre otras tecnologías, son lo que hoy permite que la ganadería se mantenga, aun ocupando zonas de menor capacidad de uso.

Esta última afirmación es digna de destacarse, pues siempre se menciona que la ganadería argentina no ha encontrado el modo de crecer. Si miramos los números fríos del stock ganadero vemos que eso es cierto. Pero si pensamos en que los bovinos han sido desplazados desde la zona núcleo a campos de mucho menor potencial de producción en cuanto a cantidad y calidad de forraje, manteniendo el stock, eso de por sí significa al menos un aumento de eficiencia. Sin mencionar que la generación de granos llegó a más de 150 millones de toneladas en los últimos 20 años. Por lo tanto si la producción de carne, no solo bobina sino en todas sus formas, no creció más, seguramente se deba a que la actividad requiere de una planificación y reglas de juego a mediano y largo plazo estables. Algo que en la Argentina parece imposible de lograr, sea cual sea el color político del gobierno de turno.

En definitiva, hoy en día existe una nueva ganadería, basada en nuevos paradigmas, desarrollada por productores tradicionalmente agrícolas, que han incorporado a su empresa modelos de producción ganaderos. La buena noticia es que esta información está disponible para todos aquellos productores ganaderos tradicionales que quieran aumentar su productividad de la mano de todo el bagaje de conocimiento que se genera día a día en estos modelos de producción mixta, que se lo debemos a la agricultura, a la siembra directa y a la capacidad emprendedora del productor argentino.

Para finalizar diremos que sin duda en los próximos años veremos un incremento del valor agregado de los granos en las provincias lejanas a los puertos de la mano de la producción de bovinos, cerdos y aves. Los dos últimos casos requieren de una fuerte intensificación, con gran demanda de mano de obra, y fundamentalmente de una alta inversión de capital, con plazos largos de repago, para lo que es indispensable el financiamiento a tasas compatibles con la rentabilidad de la actividad en cuestión.

(*) Ingeniero Agrónomo - Posgrado en Agronegocios y Alimentos - Twitter: @MARIANOFAVALP

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