La Pampa

Una "guerra" que se pierde

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El impacto de la inflación y las palabras del presidente.

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EL DIARIO digital

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No estuvo muy afortunado el presidente de la Nación Alberto Fernández al anunciar el repentino inicio de "otra guerra", refiriéndose a la idea de combatir la inflación, y además poniéndole como fecha de inicio el próximo viernes.

La comparación con el conflicto Rusia-Ucrania es un derrape menor respecto de lo que significa un tácito reconocimiento de que hasta el momento esa batalla no se viene dando.

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La inflación es posiblemente el problema más grave que atraviesa la ciudadanía argentina, y en especial los sectores más vulnerados, aquellos que no tienen trabajo, o que no tienen ingresos fijos, o cuyos salarios suben por la escalera mientras el incremento de los precios va en ascensor, o en algunos casos en cohetes supersónicos.

A la vez, esos pesares se producen en un marco de obscena desigualdad, en el mismo tiempo y en el mismo territorio en que otros sectores "la levantan con la pala", para resumir en lenguaje vulgar la situación: El Diario difundió un informe en los últimos días que revela que empresas provinciales exportaron el año pasado la sideral cifra de 838 millones de dólares, un monto equiparable al del presupuesto que hace funcionar a la Provincia durante todo un año.

La difusión del índice inflacionario del mes de febrero (menos mal que el mes más corto) significó otro golpe en el ánimo, porque el golpe al bolsillo ya estaba consumado: el incremento del 4,7% de la canasta básica ni siquiera es el dato más grave, porque lo que realmente impacta de modo potente es el 7,5% de aumento en los productos alimenticios.

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Si contra la inflación hay una guerra, el gobierno nacional actual -tal como le pasó a su antecesor- la viene perdiendo, aunque en ocasiones haya autoridades públicas que parecen imitar a aquellos comunicadores que durante la guerra de Malvinas mentían a diestra y siniestra su "estamos ganando".

El impacto negativo de esa situación, por más que ya sea una mala costumbra argentina, tiende a convertirse en alarma, porque hay sectores sociales al borde de la subsistencia cuya paciencia está próxima a llegar al límite de la desesperación. El país soportó hiperinflaciones y tiene toda una cultura en torno a esa situación, pero pocas veces vivió tantos años seguidos de inflación tan alta, y encima con salarios tan abajo.

Las medidas que se toman a nivel provincial o local alcanzan apenas para apaciguar esos ánimos, e incluso no llegan a todos los sectores: los Precios Cuidados o el Mercado Municipal que moderan mínimamente el precio de los alimentos -por poner un par de ejemplos comunales- contribuyen a cierto alivio, pero de ningún modo pueden considerarse herramientas sistemáticas y que alcancen al mediano o largo plazo.

El gobierno nacional ha fallado también en ese sentido a la hora de fijar políticas públicas y de definir estrategias de gestión: el presidente ha hecho de su moderación un estilo y por momentos la ha elevado a categoría de virtud, pero también lo ha empujado a una serie de indefiniciones, dudas y tibiezas que terminan por generar más confusión y en algunos casos ciertas decepciones.

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