La Pampa

"Nos atendió el decano con una 45 arriba del escritorio"

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Estudiantes de la UTN de Pico, secuestrados y torturados por la Subzona 14, relataron que no pudieron volver a las aulas cuando recuperaron la libertad. Este miércoles brindaron testimonio en otra audiencia del tercer juicio a los represores pampeanos.

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EL DIARIO digital

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Otros cuatro estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional de General Pico detenidos ilegalmente por la Subzona 14 antes y con el golpe del 24 de marzo del ''''76, Mario y Carlos Llinás, Eduardo Oporto y Francisco Tineo (foto de archivo), declararon este miércoles en el tercer juicio a los represores pampeanos. Dos de ellos contaron que cuando recuperaron la libertad no los dejaron volver a las aulas y los atendió el decano que había nombrado la intervención de la facultad "con una (pistola) 45 arriba del escritorio".

De esta manera, continúan las audiencias del debate en el que quedan cuatro represores acusados, los ya condenados en los juicios anteriores, Néstor Greppi, Luis Baraldini y Carlos Reinhart, y el militar que enfrenta por primera vez la justicia, Jorge de Bártolo, quien integraba los mandos del Regimiento de Toay en la época de la dictadura.

Los cuatro testigos de este miércoles participaron del movimiento estudiantil que intentó defender a la conducción de la UTN de Pico con una toma pacífica en el ''''75, aunque no pudo evitar la intervención propiciada por la CGT piquense encabezada por Carlos Aragonés, con matones de la triple A armados en los pasillos de la institución. Más de un centenar de estudiantes fue detenido ilegalmente en aquel momento por policías y militares bajo la órbita de la Subzona 14.

Con el golpe de estado, varios fueron secuestrados nuevamente por las fuerzas conjuntas y sometidos a interrogatorios y torturas en la planta alta de la Seccional Primera o en la Brigada de Investigaciones de Santa Rosa. Los cuatro testigos de este miércoles reiteraron esa historia y las huellas que dejó en sus cuerpos y en su memoria. La UTN de Pico había iniciado un proyecto ligado a la comunidad y, con la acción represiva, la institución terminó cerrando sus puertas. Este jueves también hay audiencia. Declaran Juan Alberto Reucci, Hermes Acáttoli, Alfredo Lamas y Juan Carlos Sánchez.

"No teníamos nada que ocultar"

En primer lugar, este miércoles declaró Mario Llinás, un santarroseño que -como su hermano Carlos- fue detenido en Pico junto a otros estudiantes en diciembre del ’75 y también el día del golpe de estado, el 24 de marzo del ’76, en una de las ocho casas que la universidad les daba en el Barrio Pampa. En la segunda oportunidad estuvieron dos semanas presos en la U4 de Santa Rosa.

subzona mario linas

Llinás, que tenía 22 años, relató ante el tribunal que de la cárcel los sacaban de a poco para ser interrogados en otro lugar, esposados y con los ojos vendados. Luego dedujo que ese lugar era la Brigada de Investigaciones. Fue interrogado en una oportunidad y le preguntaban sobre temas relacionados a la actividad de la facultad. No sufrió golpes.

"No teníamos nada que ocultar. No andábamos en nada raro. Salimos a repartir papeles cuando estábamos en la universidad. Cosas absolutamente normales, que en esa época parecía que no eran así", dijo. "No firmé ningún papel, en esa época no se firmaban papeles. No me destaparon los ojos para nada", acotó.

Se enteró de que estaba a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y personal penitenciario le informó sobre su libertad. "Se nos ha hecho largo esto, 45 años es algo que se ha estirado un poco, me parece", confió, al final de su declaración, en relación a la marcha de los juicios a los represores.

Por su parte, Carlos Llinás también relató las dos detenciones cuando tenía 21 años y contó que, en la segunda, fue interrogado en la Brigada de Investigaciones de la capital, esposado, con la cara tapada con un poncho tipo bufanda. Le preguntaban por las autoridades de la facultad y le hicieron firmar una declaración que logró leer por debajo del poncho que le tapaba los ojos. Mientras estaban detenidos Baraldini llamó a sus padres para preguntarles si sabían qué estaban haciendo sus hijos y hablarle mal de ellos.

subzona llinas

"No era fácil estudiar, la UTN nos permitía trabajar porque el horario era nocturno. A mí no me afectó lo que pasó porque tengo el cuero duro, pero compañeros no pudieron seguir estudiando y a otros las consecuencias las sufren hasta la actualidad. Estuvo muy mal lo que pasó", cerró.

"No fueron nada cordiales"

En tercer término, declaró Eduardo Horacio Oporto, quien fue detenido cuando tenía 21 años en la casa de sus padres, en Pico, el día del golpe. "Me dijeron que me detenían para asesorarme sobre lo que estaba pasando y averiguar qué estaba haciendo yo", dijo. Conducido en un camión militar a la Comisaría de esa ciudad, fue alojado y trasladado a Santa Rosa en carros de asalto junto a otras personas. Lo ingresaron directamente en la U. 4 en una celda individual.

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Este miércoles Oporto recordó que en una oportunidad fue retirado y llevado a una sesión de interrogatorio en la Primera. Esposado y vendado en la planta alta del edificio, lo interrogaron acerca de su presunto accionar subversivo, con golpes al estómago con guantes de boxeo, amenazas de muerte y aplicación de la picana eléctrica.

"No fueron nada cordiales, me dieron trompadas con un guante de box, estuve bastante tiempo. Cada trompada me tiraba en un sillón que había atrás mío. Me levantaba a la fuerza, estaba esposado con las manos atrás. También me aplicaron la picana. Me mostraban un papel que decían que era el certificado de defunción que tenían preparado. Eran dos personas, el que me golpeaba era una persona petisa", describió.

"En un momento entró alguien más, y ahí ya no me pegaron más", completó. Al finalizar la sesión de tortura tuvo que firmar una declaración con los ojos vendados.

Lo trasladaron a Pico, declaró ante un juez -lo acusaron de haber rayado el auto del rector un año antes durante una manifestación, causa en la que fue sobreseído- y lo liberaron el 9 o 10 de abril de aquel año.

Oporto reivindicó la educación que se brindaba en la UTN en la primera etapa y mencionó que en el ''''75 se dispuso una intervención desde Bahía Blanca y entonces el decano impuesto, Edi Yañez (habían detenido ilegalmente y le habían quitado el cargo al anterior, Carlos Agaya), "nos atendía con una 45 arriba del escritorio cuando íbamos porque no nos dejaban entrar" porque habían participado antes de una toma pacífica.

Luego de su detención, con el tiempo, pudo volver a estudiar, aunque reconoció que "muchos de mis compañeros abandonaron" y a otros no les permitieron seguir.

Finalmente, contó que le quedaron secuelas sicológicas de su detención ilegal: "durante años sentía una sirena y me volvía loco, por suerte con los años y ayuda de mi familia pude superarlo. Veía un militar y me ponía muy nervioso, si estaba en un lugar me iba".

"Me sentía como un paria"

Finalmente, Francisco Tineo –que ya había declarado en juicios anteriores- repitió su testimonio. Tenía 24 años. Lo detuvieron en su casa con un operativo "escandaloso y novelesco" de carros de asalto y soldados. El 28 de marzo lo trasladaron a Santa Rosa, donde lo interrogaron en la planta alta de la Primera, vendado, esposado y torturado con golpes, durante varias noches.

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Recordó que en los interrogatorios le preguntaban por la toma de la UTN y sobre la muerte del sereno del aeroclub, un policía que falleció en un incendio. "En el primer interrogatorio me dijeron que estaba ahí por subversivo. Fueron varios días, no todas las noches, dejaban pasar dos o tres días. Siempre bajo presión, para que uno dijera lo que ellos querían", contó. "En los interrogatorios el maltrato era significativo. Había compañeros que volvían casi desmayados", resumió.

Recuperó su libertad a mediados de mayo del ''''76 bajo el régimen de libertad vigilada. Debía presentarse en la comisaría una vez por mes y avisar si salía de la ciudad.

Tineo recordó que las detenciones se originaron en el "enfrentamiento ideológico" del sindicalismo y la derecha peronista, con Carlos Aragonés como ariete, contra las autoridades de la UTN y los estudiantes que las apoyaban, algo que derivó en la intervención de la facultad en Pico, la toma pacífica de los estudiantes para resistir, y la posterior represión ilegal.

Recién después de un año pudo volver a la universidad porque en ese momento estaba al frente de la facultad Yañez, que pertenecía al gremio de músicos de Bahía Blanca, relacionado con la triple A y la Marina, con matones armados en los pasillos que les impedían el ingreso.

-¿Hubo delatores? -le preguntó el querellante Franco Catalani.

-Es algo común. Cuando salí de estar detenido, había gente que me rehuía, estaban asustados por el bombardeo de que había subversivos. Uno se siente como un paria porque la mayoría lo esquiva. En mi caso personal fui delatado por un hecho zonzo, mi hermano tenía una carabina para cazar liebres y perdió el certificado. Me llamó el comisario para preguntarme si yo tenía armas y él lo tenía. Le pregunté quién se lo había dado y me dijo que no podía decírmelo porque eran mis vecinos.

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