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EL DIARIO digital
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Un informe del Banco de Alimentos Buenos Aires advirtió que en los hogares se descartan casi 200 kilos anuales. El impacto económico, social y ambiental se agrava en la previa de las fiestas.
En la Argentina, cada persona tira a la basura en promedio 72 kilos de comida por año. El dato surge del último informe del Banco de Alimentos Buenos Aires y vuelve a encender una alarma sobre un problema silencioso pero persistente, que combina malos hábitos, falta de planificación y un costo ambiental y social que no deja de crecer.
El relevamiento también revela que en cada hogar se desperdician unos 198 kilos de alimentos al año, una cifra que toma mayor dimensión en un contexto de dificultades económicas y con las fiestas de fin de año cada vez más cerca.
El director general del Banco de Alimentos Buenos Aires, Fernando Uranga, subrayó la necesidad de poner los números sobre la mesa. "Son fundamentales para tomar conciencia y reducir el desperdicio. Cuando un alimento que es apto para el consumo se descarta, no sólo se pierde la comida, también se desperdician los recursos invertidos en producirla", advirtió.
Uranga detalló que detrás de cada alimento que termina en la basura también se pierden agua, suelo, energía, envases, transporte y mano de obra. Por eso, desde la organización remarcan que la recuperación de alimentos genera un "triple impacto: económico, ambiental y social".
Según el informe, las principales causas del desperdicio doméstico son el mal almacenamiento, cocinar en exceso, el vencimiento de productos y servirse más de lo que finalmente se consume. En ese ranking, las frutas y verduras encabezan la lista de los alimentos más descartados, seguidas por harinas, arroz, fideos, legumbres y panificados.
Un problema que excede la cocina
El desperdicio no se limita a lo que ocurre puertas adentro de los hogares. A nivel país, se pierden y desperdician alrededor de 16 millones de toneladas de alimentos por año, de acuerdo con datos de la Dirección de Agroalimentos de la Secretaría de Agricultura.
Este fenómeno no solo implica una pérdida económica, sino que también es una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero. En el caso de frutas y verduras, el panorama es aún más crudo: se estima que el 45% de lo producido no llega al consumo, ya sea por fallas en la cadena o por descarte final.
Frente a este escenario, el Banco de Alimentos Buenos Aires informó que en lo que va de 2025 logró recuperar más de 6100 toneladas de alimentos y proyecta cerrar el año con unas 7000 toneladas distribuidas entre 1280 organizaciones sociales del Área Metropolitana de Buenos Aires.
La entidad rescata exclusivamente alimentos aptos para el consumo, tanto perecederos como no perecederos, provenientes de la industria alimenticia, supermercados, productores y empresas de logística. Todo el proceso incluye controles, clasificación y distribución bajo estrictos criterios de seguridad alimentaria: no se aceptan productos vencidos y todas las donaciones deben contar con fecha y rotulado legible.
Qué recomiendan para reducir el desperdicio
Desde el Banco de Alimentos insisten en que pequeños cambios de hábito pueden marcar una gran diferencia. Entre las recomendaciones más destacadas figuran ordenar heladeras y alacenas aplicando la regla de "primero vence, primero se usa", planificar las comidas semanales para evitar cocinar de más y comprar de manera consciente, especialmente frutas, verduras y panificados.
También sugieren separar correctamente crudos y cocidos, aprovechar técnicas de conservación como congelado, fermentos o encurtidos, revisar la despensa antes de volver a comprar y aprender a cocinar con lo que hay. En el caso de las legumbres, recomiendan prepararlas por tandas y congelarlas para evitar desperdicios.
El informe vuelve a dejar una certeza incómoda: mientras millones de personas enfrentan dificultades para acceder a una alimentación adecuada, una enorme cantidad de comida termina en la basura. Y con ella, se van recursos, dinero y oportunidades que el país no puede darse el lujo de perder.