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EL DIARIO digital
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Fueron los únicos dos países que votaron en contra de un documento histórico sobre enfermedades no transmisibles y salud mental. Paraguay se abstuvo y el resto del mundo acompañó.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una declaración considerada histórica para enfrentar las enfermedades no transmisibles y los problemas de salud mental, pero el consenso global tuvo dos excepciones ruidosas: Argentina y Estados Unidos votaron en contra del texto, quedando completamente aislados en una votación que cosechó 175 apoyos. Paraguay, en tanto, optó por la abstención.
El documento, adoptado por amplia mayoría, es el primero que aborda de manera integral estas problemáticas y fija metas concretas de cara a 2030. El texto plantea como objetivo central reducir en un tercio la mortalidad prematura causada por enfermedades no transmisibles, a través de políticas de prevención, control y promoción de la salud mental y el bienestar.
La declaración reafirma compromisos globales y apunta a enfrentar dolencias que hoy provocan más de 18 millones de muertes prematuras por año en todo el mundo. Estas patologías están asociadas, entre otros factores, a la mala alimentación, el consumo de tabaco y alcohol, la contaminación ambiental y el sedentarismo, además de su impacto directo sobre la salud mental.
Según se expuso durante el debate, uno de los puntos de fricción fue el reconocimiento del derecho a la salud sexual y reproductiva y la incorporación de una perspectiva de género, al señalar que las mujeres suelen cargar doblemente con estas enfermedades por su rol como cuidadoras. En ese contexto, tanto Estados Unidos como la Argentina se desmarcaron del resto de los países y rechazaron el texto.
Entre las metas fijadas para 2030, el documento propone reducir en 150 millones la cantidad de consumidores de tabaco, lograr que otras 150 millones de personas tengan la hipertensión bajo control y garantizar el acceso a atención en salud mental a 150 millones de personas más. También establece que al menos el 80% de los países adopten marcos políticos, legislativos y fiscales para cumplir esos objetivos, y que una proporción similar de centros de atención primaria cuenten con medicamentos esenciales y tecnologías básicas recomendadas por la OMS.
La votación dejó una postal elocuente en el escenario internacional: un consenso casi unánime frente a dos votos en contra que marcaron una clara distancia política respecto de una agenda sanitaria que el resto del mundo decidió respaldar. Para la ONU y los organismos de salud, el mensaje fue claro: el desafío de las enfermedades no transmisibles ya no admite postergaciones.