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Crítica de "La acusación"

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La tercera película de Teddy Lussi-Modeste, que ha escrito con Audrey Diwan, la ganadora del León de Oro por 'El acontecimiento', está basada en un hecho real, el suyo, cuando siendo profesor fue acusado falsamente de abuso sexual.

Por Pablo Vázquez - Fotogramas

La estela del #MeToo ha ido mucho más allá de la denuncia de unos mecanismos estructurales de poder y la subsiguiente toma de conciencia. Ha servido para poner en cuarentena un sexo antes representado con cierta ingenuidad en la pantalla, visto desde los años de los beat y los hippies como contraposición a la violencia; de forma inevitable, esto ha dado pábulo a los tentáculos de la trampa moralista y a la confusión sexualización/cosificación. En segundo lugar, ha dividido a las propias feministas, como a finales de los 70 lo hicieran figuras como Catharine MacKinnon, hasta el punto de cuestionar el sistema judicial, enfrentando la presunción de inocencia del acusado con la necesidad de no poner en duda el testimonio de la denunciante; un debate de difícil solución que, hoy en día, sigue polarizando posturas, y que exponen títulos como 'Miller's Girl', 'Cruce de acusaciones' o, ahora, esta 'La acusación'.

Basada, para más inri, en un caso real, el guion de la tercera película de Teddy Lussi-Modeste lo coescribe la ganadora del León de Oro por una película tan comprometida con la causa feminista como 'El acontecimiento', algo que no solo sirve a modo garantista de la transparencia de su mirada, sino que deja constancia sobre esa parte de las mujeres activistas y de izquierdas que no están dispuestas a poner en duda el 'in dubio pro reo' como base de la salud de la democracia.

Obra siempre hábil, más testimonial que ambiciosa narrativamente, se limita a ilustrar con claridad la historia con el músculo propio del thriller judicial francés, aunque en este caso lo que interesan sean los previos, las dudas, el 'double entendre'. Para ello, director y coguionista invocan la herencia de la seminal 'La caza' (T. Vinterberg, 2012) para adaptarla a una jungla muy cercana a la de 'Sala de profesores'. Un cosmos fantasmático que habría avivado la imaginación (y los demonios) de autores como Alfred Hitchcock o de Fritz Lang; la película de Lussi-Modeste, pese a su urgentísima actualidad, tiene mucho, demasiado, de la magistral 'Furia' (1936). Aunque hayan pasado casi 100 años.

Para constatar que la realidad siempre supera la ficción.

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