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EL DIARIO digital
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Tras el Mundial de Clubes, el defensor ya se despidió del plantel y decidió quedarse en Estados Unidos con su familia.
La relación entre Marcos Rojo y Boca Juniors llegó a un punto de quiebre. Enemistado con Miguel Ángel Russo y con la dirigencia, el defensor no volvería a Buenos Aires con la delegación tras el Mundial de Clubes y ya se despidió del plantel, decidido a quedarse en Estados Unidos con su familia.
La novela entre el ex capitán xeneize y el club explotó tras el cortocircuito con Russo, quien lo marginó durante todo el torneo, incluso cuando se lesionó Ayrton Costa. Rojo no jugó ni un minuto y, ya sin participación en el certamen, tomó la decisión de forzar su salida anticipada, pese a que su contrato vence en diciembre.
Si bien en el club veían con buenos ojos dejarlo ir ya que encabeza la lista de jugadores negociables, la manera en que Rojo manejó la situación generó sorpresa y enojo. La decisión de no retornar con el grupo y evitar el diálogo formal no cayó nada bien en el seno dirigencial.
Antes del empate ante Auckland City, Russo intentó minimizar la tensión: "Está todo bien", dijo, al explicar que no fue un castigo sino una decisión técnica no hacerlo jugar. Sin embargo, se supo que hubo un entredicho en plena concentración, que terminó de escalar cuando el defensor abandonó el vestuario antes de tiempo tras la eliminación, un gesto que fue muy mal recibido.
Tanto en el entorno del jugador como en el club coinciden en que no hay retorno posible y su salida es inminente. El conflicto ahora radica en las formas: mientras Rojo se niega a regresar y ya se despidió, en Boca esperan que se presente en Ezeiza este martes para cerrar la rescisión como corresponde.