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Perspectiva del negocio agrícola en el corto y mediano plazo

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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El negocio agropecuario argentino actual debe mantener un delicado equilibrio simultáneo que se ubica entre estos dos grandes conceptos, los cuales engloban toda la complejidad de la red de valor:

PRODUCTIVIDAD SUSTENTABILIDAD

Las fuerzas más importantes que inciden y modelan el mencionado equilibro podríamos enumerarlas en: 

1.El clima y los recursos naturales disponibles cada campaña

2.Política doméstica en su sentido más amplio (retenciones, restricción a importaciones, regulaciones varias, etc.)

3.Macroeconomía mundial (demanda de alimentos, energía y tasa de interés)

El modelo agrícola argentino que fue exitoso durante los últimos 25 años ha empezado a mostrar signos de agotamiento, lo cual no significa que deba rehacerse desde los cimientos, pero sin ninguna duda deberá sufrir una reingeniería para continuar siendo exitoso.

Desde el surgimiento de la soja RR en nuestro país allá por el 1996 hemos asistido a una verdadera revolución verde. La biotecnología, acompañado del mejoramiento genético clásico que desarrolló variedades indeterminadas que sirvieron como vehículo de soporte, expresaron todo su potencial en un ambiente que parecía estar esperando tal avance genético.

La soja GMO encontró en nuestro suelo un socio ideal, no solo por las características agroecológicas, sino porque en Argentina estaba gestándose un sistema de producción de labranza cero o Siembra directa. Todas estas tecnologías, sumado al talento de nuestro sector agropecuario, el aumento de la demanda mundial de proteínas vegetales para sustituir otras fuentes y la demanda de biocombustibles, fueron los catalizadores que iniciaron un boom agrícola, el cual todos conocemos.

Hoy en día, no parece ser la biotecnología por sí misma la respuesta a estos nuevos inconvenientes que estamos experimentando, al menos para Argentina. Algunos esfuerzos de las empresas multinacionales como sojas resistentes a insectos y/o herbicidas hormonales lazados recientemente a nuestro mercado, parecerían no haber lograr la penetración de mercado necesaria para terminar con el problema que venían a solucionar.

Por lo tanto, entramos en una etapa donde la solución va a depender mucho del manejo agronómico, abordando 4 grandes problemas que coexisten y se interrelacionan:

1.Malezas resistentes

2.Problemas de fertilidad de suelo, con énfasis en la fertilizad física

3.Sustentabilidad de agroecosistema (huella de carbono, huella hídrica, plásticos, etc.)

4.Estancamiento de la producción agrícola y bovina

Las malezas resistentes inicialmente a glifosato y más recientemente a una amplia familia de herbicidas es un escollo de un abordaje complejo. Sin duda que la solución viene de la mano de un manejo integrado, para el cual no debemos descartar ninguna herramienta. 

Es por ello, que a pesar de las presiones que se ejercen, la labranza eventual prescripta va a formar parte de la nueva realidad del sector agropecuario, porque la misma permite con una sola intervención resetear el sistema, eliminando varias barrearas coyunturales que limitan la producción de un lote, al menos coyunturalmente, para luego poder retomar un plan de manejo agronómico en siembra directa como solución de largo plazo. Es decir, deberemos tener en cuanta más que nunca la sustentabilidad en el sentido amplio de la palabra, pero sin perder nunca de vista la productividad.

Soja: un modelo productivo en crisis

Siempre se dijo que la soja era un cultivo barato, al cual el sector agrícola recurría si la coyuntura se tornaba compleja. Actualmente, con suelos de baja disponibilidad de fosforo, el surgimiento de malezas resistentes a una amplia familia de herbicidas, aumento del precio de los alquileres de los campos, un tratamiento impositivo altamente desfavorable para la leguminosa, más un atraso cambiario que erosiona su capacidad de compra, han terminado con esta realidad.

Hoy la soja se ha transformado en un cultivo de alto riesgo agronómico, caro de cuidar y de bajo margen, a menos que el "clima acompañe" y provea rindes por encima de la media. Con tratamientos de malezas que superan los 100/150 dólares por hectárea, la necesidad de colocar al menos un arrancador fosforado y la lucha contra insectos varios (isoca, chinches y arañuelas), llevan a que le productor escoja cada vez más el maíz, o incluso el girasol, por sobre la leguminosa en ambientes subhúmedos y semiáridos.

Sin mencionar que en las regiones donde se implanta trigo todos los años, como ejemplo el sudeste o sudoeste de Bs As, pensar en soja de segunda requiere un rinde de indiferencia que también torna inviable esa alternativa de producción en la mayoría de los casos, más aún si se lo sopesa con el riesgo productivo asociado al repago de la inversión.

Para finalizar y a modo de conclusión diremos que, a menos que los gobiernos venideros modifiquen, aunque mas no sea en parte la política agropecuaria imperante, para los próximos años es de esperar:

-Aumentos de los problemas de fertilidad física y química de suelo

-Estancamiento de la producción 

-Menos adopción de tecnología

-Disminución del área destinada a agricultura, sobre todo en zonas marginales y lejanas a los puertos

-Aumento de la concentración de la producción (economía de escala)

-Crisis de competitividad para asumir riesgos

-Diferentes tipos de estrategias defensivas como mayor diversificación de producción, con la aparición de cultivos más relegados como maíces especiales, girasol confitero, sorgo granifero y especialidades varias.

(*) Ingeniero Agrónomo -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP   

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