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EL DIARIO digital
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El presidente Javier Milei planea anunciar un nuevo plan de convertibilidad el próximo martes, tras su reunión en la Casa Blanca con Donald Trump, según adelantó este sábado uno de sus asesores, el economista Antonio Aracre.
El anuncio se enmarca en el reciente salvataje financiero estadounidense, que incluyó un swap de u$s20.000 millones para garantizar la estabilidad de la deuda argentina.
En su análisis, Aracre destacó que los argentinos podrían volver a "soñar con esa convertibilidad que tuvimos en los '90, que nos permitió disfrutar de estabilidad durante una década y de un acceso al crédito como nunca antes se había visto en el país".
El asesor liberal explicó en C5N que la propuesta del Gobierno busca crear un puente de cinco años hasta que los ingresos por exportaciones de recursos como litio, gas y petróleo alivien la falta de divisas.
Entre los pilares mencionados se encuentran: Swap como respaldo, Intervención estadounidense en el mercado, Scott Bessent y el motivo geopolítico.
Aracre señaló que la participación de EE.UU. responde a un interés estratégico: "Argentina es el único país de peso que puede colaborar para reducir la influencia de China en la región".
¿Qué fue la convertibilidad? El plan que ató el peso al dólar
Implementada el 1 de abril de 1991 durante el gobierno de Carlos Menem y bajo la batuta de su ministro de Economía, Domingo Cavallo, la Ley de Convertibilidad (N° 23.928) estableció por ley una paridad cambiaria fija: un peso equivalía a un dólar.
El mecanismo era simple pero rígido: el Banco Central solo podía emitir pesos si tenía el respaldo equivalente en reservas internacionales (oro o divisas). Esto transformó a la autoridad monetaria en una virtual "caja de conversión", donde cualquiera podía cambiar sus pesos por dólares a esa paridad, sin restricciones.
El éxito inicial: El plan fue drásticamente efectivo para su objetivo principal: frenó en seco la hiperinflación que había devastado la economía. Esto trajo una estabilidad inédita, desató un boom de consumo de bienes importados y generó una sensación de prosperidad que le permitió a Menem ser reelecto en 1995.
El lado oscuro del "uno a uno": Sin embargo, el costo de esa estabilidad fue altísimo.
Desindustrialización y desempleo: Con un dólar "barato" y una apertura comercial total, la industria nacional no pudo competir. Cientos de fábricas cerraron y el desempleo se disparó de un 8% a un pico histórico de 18,4% en 1995.
Déficit y endeudamiento masivo: Como el Estado no podía "maquillar" sus cuentas con emisión, financió su déficit con privatizaciones y un endeudamiento externo feroz. La deuda pública pasó de 61.000 millones de dólares en 1991 a más de 140.000 millones en 2001.
Pérdida de competitividad: Cuando los países vecinos, como Brasil, devaluaron sus monedas, Argentina se convirtió en un país carísimo en dólares, lo que liquidó a las exportaciones.
La combinación de estos factores llevó a la recesión desde 1998 y al colapso final en la crisis de 2001, con el "corralito", la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y una secuela de pobreza y conflictividad social que marcó a toda una generación.