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EL DIARIO digital
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Este jueves por la madrugada aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza un avión Boeing 767-300, de la empresa Omni Air International, con diez argentinos deportados de Estados Unidos por el gobierno de Donald Trump.
Los argentinos viajaron en un avión rentado por el gobierno estadounidense a Omni Air International, una compañía canadiense, para trasladar a los migrantes expulsados en el marco de la brutal avanzada antiinmigración impulsada por la Casa Blanca desde el regreso al poder del líder Republicano.
Antes de aterrizar en Ezeiza, el avión hizo dos escalas: una en Bogotá, Colombia, y otra en Belo Horizonte, Brasil, donde bajaron otros pasajeros deportados. Si bien la nave contaba con capacidad para trasladar a 247 pasajeros, no trascendió cuántas personas en total viajaban a bordo.
Poco después de las 3 de la madrugada, la aeronave tocó pista en Buenos Aires. Allí un grupo de familiares se acercó a recibir a los diez argentinos expulsados.
Pese al secretismo con el que el gobierno de Javier Milei intentó manejar la situación -no se difundieron datos del operativo y la Casa Rosada no reclamó por el trato dispensado a los ciudadanos argentinos porque Milei está completamente alineado con las políticas trumpistas y no quiere entorpecer su "buen vínculo" con el presidente norteamericano- la llegada de los diez ciudadanos argentinos expulsados se filtró y hubo medios televisivos en el lugar.
"No somos criminales"
Uno de los argentinos que fue deportado, Mario Luciano Robles, de 25 años, habló con TN y contó que fue detenido hace poco más de un mes en Texas, tras haber cruzado a Estados Unidos desde México. "No somos criminales, no matamos ni violamos, solo vamos por el 'sueño americano'", afirmó el joven, que ahora quedó separado de su esposa y su hijo, que están en México.
Por su parte, Maximiliano García, relató que había emigrado a Estados Unidos en 2001. Allí se había establecido con su familia y trabajaba -tenía un permiso legal para hacerlo y un número de seguro social-.
Fue detenido el 21 de agosto, cuando fue a realizar un trámite a la Oficina de Inmigración para ajustar su situación migratoria, ya que su hija nacida en el país norteamericano había cumplido 21 años y podía hacer una petición familiar para que él tuviera la residencia legal permanente.
Sin embargo, al finalizar el trámite, fue apartado por las autoridades y detenido. Le dijeron que tenía una orden de deportación pendiente de 2015, de la que "nunca me notificaron". Estuvo en un centro de detención para migrantes en Miami hasta que fue derpotado.
"Es notable el odio en cuanto al racismo" del gobierno de Trump, dijo. Y afirmó que para el gobierno norteamericano los inmigrantes "somos criminales".
García quedó separado de su esposa y sus dos hijos, quienes quedaron en Florida. "Están partiendo familias a la mitad", lamentó.