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EL DIARIO digital
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La representación gremial en el Congreso de la Nación atraviesa un proceso de retracción histórica. Si se confirman las proyecciones de las próximas elecciones legislativas, el bloque sindical tendrá la menor cantidad de bancas desde el retorno democrático de 1973. Actualmente, hay 10 legisladores vinculados a los gremios, y a partir de diciembre esa cifra podría reducirse aún más.
El cambio refleja un debilitamiento de la influencia política de la Confederación General del Trabajo (CGT), que durante décadas fue uno de los actores determinantes en la vida parlamentaria. En los años setenta, los diputados de origen sindical llegaron a sumar 39 bancas, con capacidad de incidir en la sanción de leyes clave y en las negociaciones internas de los gobiernos peronistas.
Las listas de este año muestran un descenso notorio en la participación de dirigentes gremiales. Los principales espacios de la oposición y también los vinculados al oficialismo priorizaron figuras técnicas o con perfil económico, en detrimento de los representantes sindicales. Incluso el peronismo, tradicional aliado de la estructura gremial, incorporó muy pocos nombres provenientes de las organizaciones de trabajadores.
El contexto también favorece esta tendencia. La crisis económica, el cambio de modelo político y el avance de nuevas agendas legislativas impulsadas por el oficialismo de Javier Milei contribuyen a que la representación sindical pierda espacio en la Cámara de Diputados. Con menos bancas, la CGT ve reducida su capacidad para influir en los debates que se aproximan, entre ellos los vinculados a reformas laborales y previsionales.
Desde distintos sectores advierten que este retroceso puede abrir la puerta a modificaciones profundas en la legislación del trabajo. La menor cantidad de voces gremiales dentro del Congreso reduce la posibilidad de frenar proyectos que afecten los derechos laborales o las condiciones de negociación colectiva. Por otro lado, algunos analistas señalan que la presencia sindical en las calles podría fortalecerse como contrapeso de su debilidad en el parlamento.
En la previa a los comicios, las proyecciones marcan que, de concretarse este escenario, la CGT tendrá la representación legislativa más baja en los últimos 50 años, un dato que marca un giro en la relación histórica entre los sindicatos y el poder político.