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Subzona 14: "A veces todavía escucho los gritos de dolor"

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El testigo Hermes Accátoli declaró en el juicio de la Subzona 14 este jueves sobre la sesión de tormentos de madrugada a la que fue sometido junto a Roberto Gil en la comisaría de Catriló. Fueron dos de las víctimas más castigadas por las torturas perpetradas por los represores.

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EL DIARIO digital

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"A veces todavía escucho los gritos de dolor de mi compañero y amigo Gil", confesó este jueves Hermes Accátoli (foto de archivo), durante su declaración en el tercer juicio de la Subzona 14. Accátoli y el exdiputado provincial del PJ, Roberto Gil, fueron sometidos a una feroz sesión de tortura durante la represión ilegal, una madrugada, llevados a la comisaría de Catriló. Es la tercera vez que la víctima expuso su testimonio ante la justicia.

Este jueves se desarrolla la tercera y última audiencia de esta semana del juicio de la Subzona 14, en la que quedan cuatro represores en el banquillo de los acusados. Está prevista la declaración de cuatro testigos y víctimas, Juan Alberto Reucci, Hermes Acáttoli, Alfredo Lamas y Juan Carlos Sánchez.

El Tribunal Oral Federal de Santa Rosa prevé volver a la semipresencialidad de los debates en las próximas semanas. Por ahora, las audiencias se realizan en forma virtual.

"Todavía escucho los gritos"

En segundo turno, declaró este jueves Hermes Carlos Accátoli, un testigo de 79 años que ya participó en los dos juicios anteriores. Antes declaró en el sumario administrativo que hizo la provincia con la recuperación de la democracia. Fue una de las personas más castigadas con torturas durante la represión ilegal en la provincia. Era diputado provincial del PJ y fue detenido el 24 de marzo de 1.976 en General Pico, y trasladado junto a otros detenidos políticos a la U4 de Santa Rosa.

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El 6 de abril por la noche fue llevado junto a Roberto Gil, encapuchados -"el primer símbolo de la ilegalidad y los abusos", dijo- y esposados, a la Comisaría de Catriló. Después de que los represores comieran un asado, se ensañaron con ellos: los torturaron duramente con picana, golpes de puño y con guantes de box.

Sobre la sesión de torturas, Accátoli fue sintético. Dijo que "preguntaban estupideces", contó apenas algunas anécdotas y prefirió esta vez no dar detalles de la aplicación de la picana. "Todavía en algunos momentos escucho los gritos de dolor del amigo y compañero Gil, al que pusieron en una cama elástica", se permitió confiar.

Además, Accátoli recordó que los represores "parecían gozar de lo que hacían". Señaló que uno de los torturadores tenía "una voz aflautada y un olor etílico que anestesiaba", una voz que él después identificó como la del represor Roberto Fiorucci.

A Accátoli lo hicieron firmar una declaración y a la mañana siguiente los devolvieron a la Unidad 4. Relató que Gil quedó con el estómago morado después de los tormentos y aún rengueaba cuando recuperó la libertad. Con los años tuvo problema de divertículos y murió joven, recordó el testigo, que atribuyó esa muerte a las consecuencias de aquella sesión de tortura.

Accátoli luego fue trasladado al Penal de Rawson, puesto a disposición del PEN y dejado en libertad el 17 de junio de 1.977. Con el tiempo recuperó el puesto laboral en el Banco Nación, luego obtuvo un retiro voluntario y fue funcionario provincial con el exgobernador Rubén Marín y asesor en el Congreso también con él.

"Una facultad moderna"

Por otra parte, Accátoli quiso durante su testimonio referirse a la UTN de General Pico. Recordó que con Gil, como diputados, acompañaron y apoyaron a los estudiantes que tomaron en forma pacífica la facultad para defenderla de la intervención. Mostró un folleto que repartían en aquel momento los estudiantes, desmintiendo los "disparates" con que se los acusaba desde la CGT local, liderada por Carlos Aragonés, que los apuntaba de "trapos rojos" y "marxistas".

El folleto también mencionaba que la UTN de Pico había pasado de 40 inscriptos a 250 alumnos inscriptos entre diciembre del 73 y enero del 75, durante la gestión del decano Carlos Agaya (secuestrado por la Subzona 14 y detenido ilegalmente por varios años). "Hicieron una facultad moderna para la época, en relación con la municipalidad y la comunidad, planificaron obras que les permitieron ahorrar millones de pesos a la municipalidad. Era la continuidad de la universidad obrera creada por Perón", reivindicó Accátoli.

Cabe recordar que, ese proyecto, quedó truncado por la intervención propiciada por la CGT y avalada por el ministro de Educación, el derechista Oscar Ivanesevich, y la facultad, con el paso de los años, y luego de ese "atropello", cerró sus puertas.

Valor de los juicios

Accátoli finalmente rescató que en este juicio se ventilen delitos sexuales cometidos por los represores. "Me imagino a lo que estuvieron expuestas con esta gavilla de delincuentes", reflexionó.

También valoró que se sigan haciendo los juicios en el contexto de la permanencia de sectores "negacionistas" que califican de "un curro" a los movimientos de derechos humanos.

"Me siento esperanzado de que esto vaya a concluir como no puede ser de otro modo, y si con mi presentación ayudé a las nuevas víctimas y sus familias, me sentiré bien conmigo mismo y tendré un momento de paz", finalizó.

"Cambió mi vida"

En primer lugar, Juan Alberto Reucci relató que era estudiante universitario de la carrera de electromecánica de la UTN de Pico y lo detuvieron policías y militares en una razzia el día del golpe, junto a otros compañeros, mientras estaban reunidos para estudiar. Lo trasladaron a Santa Rosa, a la U4, totalmente incomunicado, donde estuvo trece días.

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En su declaración, recordó que los detenidos en la Colonia Penal observó al sindicalista Carlos Aragonés en el lugar, y "algunas voces lo increpaban por garca".

Durante este lapso temporal fue llevado a una sesión de interrogatorio en la planta alta de la Seccional Primera, esposado, encapuchado y torturado mediante golpes. "Me preguntaban cosas sin sentido, dónde había armas, al final de todo me hicieron firmar algo que no leí", dijo este jueves. "

Como todos los detenidos ilegalmente, nunca le informaron el motivo de su detención, no tuvo acceso a un abogado, a un médico, ni comunicación su familia durante las dos semanas que duró su secuestro.

Reucci también reivindicó el compromiso de los estudiantes y la conducción de la UTN por una facultad "de calidad" y recordó como una acción pacífica y justificada la toma que se hizo en el ''''75 para defender a la institución de una intervención que trastocaba ese proyecto.

"Fueron momentos muy duros, esto cambió mi vida, pero pude finalizar luego esa carrera mientras trabajaba", completó.

Dos simulacros de fusilamiento

Además, declaró Alfredo Fernando Lamas, que había venido desde Buenos Aires para ser funcionario provincial y fue secuestrado sin orden judicial por una patota que encabezaba Baraldini con una 45 en la mano, quien les dijo que eran "delincuentes subversivos", en los monoblocs de la Padre Buodo, donde vivía, junto a otros empleados provinciales y el entonces ministro de Obras Públicas, Santiago Covella.

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Le tomaron declaración en la Policía Federal, pero antes policías provinciales lo sacaron del penal al campo durante la noche dos veces, y sufrió sendos simulacros de fusilamiento. "Fue muy humillante para mí, fue terrible", recordó.

Tenía 31 años con su esposa y quería venir a radicarse con su familia a la colonia 25 de Mayo. "Ese proyecto quedó trunco y esto marcó mi vida para siempre. Estos señores me deben mucho, y está muy bien que tengan una condena. Fuimos acusados de delincuentes subversivos por delincuentes subversivos. No hay olvido, no hay perdón", concluyó.

Otro testigo

Este jueves, también declaró Juan Carlos Sánchez. Recién recibido de arquitecto en Buenos Aires, había venido a trabajar al ministerio de Obras Públicas junto a otros tres compañeros. El día del golpe los detuvieron militares con armas largas, encabezados por el imputado Greppi. Lo llevaron a la Primera y lo dejaron sentado, esposado, durante toda la noche, pero nunca le tomaron declaración. Recuperó la libertad el 12 de abril del ’76. Ese día un militar puso la pistola arriba del escritorio y le preguntó si era montonero.

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