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EL DIARIO digital
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El Millonario deberá disputar la Sudamericana, con ingresos muy inferiores a los del máximo torneo continental. El impacto económico condiciona la planificación deportiva.
La definición del Torneo Apertura dejó un escenario inesperado para River. La eliminación de Boca generó cierto alivio deportivo, pero también arrastró al equipo de Marcelo Gallardo a un destino que parecía improbable: jugar la Copa Sudamericana 2026 y quedar afuera de la Copa Libertadores. La consecuencia no solo es deportiva, sino también económica.
La diferencia de premios entre ambos certámenes es contundente. Según los valores establecidos por Conmebol en 2025, el simple ingreso a la fase de grupos de la Libertadores garantiza 6 millones de dólares. En la Sudamericana, en cambio, la participación inicial otorga apenas 1,8 millones. La brecha inmediata asciende a 4,2 millones, sin considerar lo que River hubiera podido sumar de avanzar en rondas posteriores.
A medida que crecen las instancias, el contraste se profundiza: cada fase de la Libertadores incrementa ingresos de manera significativa, mientras que la Sudamericana permanece muy por debajo en su escala de premios. Esto implica para River una pérdida sustancial de visibilidad internacional y de recursos económicos clave para sostener su estructura profesional y planificar el armado del plantel para 2026.
El abismo queda aún más claro al comparar los máximos premios de cada torneo. El campeón de la Libertadores recibe 24 millones de dólares, cifra que recientemente cobró Flamengo, mientras que el ganador de la Sudamericana obtiene 6 millones, monto que Lanús se llevó como último campeón.
Con ese panorama, River deberá reacomodar sus expectativas. La próxima Sudamericana lo enfrentará a viajes más extensos, rivales menos frecuentes y un desafío que se vuelve obligatorio: competir por el título para intentar reducir el impacto de un golpe que trasciende lo deportivo. Una paradoja difícil de procesar en Núñez: Boca quedó afuera, pero River también perdió.
