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EL DIARIO digital
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Apenas pasaron los himnos, apenas el protocolo de las banderas y el saludo de los equipos y el playball de Brian Dwithian Zambrano que todo pareció derrumbarse. Matías Etchevers pisa su zona, se acomoda en el círculo de lanzamiento y dispara el primero de sus tiros. Es una señal, de uno y otro lado. Porque esa bola, pesada, inmaculada y solo trabada con los dedos del lanzador argentino, va a viajar como el bólido de fuego que cruzó el cielo pampeano un par de días atrás. Nicholas White da en el blanco y con el poder de sus brazos la vuela, a lo profundo, y la bola no vuelve.
A partir de ahí, de esa estocada, Canadá entró en trance, como no lo hizo antes en el campeonato, y empezó a construir una enorme victoria que lo pone en camino a la pelea por una de las cuatro plazas para el Mundial de Colombia 2026. Le costó cerrar el capítulo a Etchevers, quien había recibido la bola de Guerrinieri para abrir el juego.
Canadá acertó con Nicholas Neid en el círculo. El lanzador tendría, a pesar de algunos pequeños momentos de incertidumbre, una gran noche con una variedad de bolas que desconcertó a toda la ofensiva nacional. Mantuvo la celda en cero en el cierre del parcial inicial y dejó la puerta abierta a la confianza de sus compañeros al bate.
Súper ofensivo
Canadá empezó a lastimar y a hacer mucho daño. Alex McGillivray bateó un sencillo por la línea del jardín derecho y Max Mayor, y Ryan Maher, anotaron dos más para el 3-0. Fue momento para que Guerrinieri decidiera relevar a Etchevers por Julián Reitober quien zafó con un SO y un fly.
La ilusión renació en el equipo nacional cuando Fausto Siviero conectó un cuadrangular al jardín izquierdo para descontar 1-3. Pero sería solo eso, una ilusión que rápidamente se esfumó, se perdió en la brisa que iba derecho al agua que coquetea con la imagen del impecable estadio -ahora Panamericano- Arnaldo Gómez.
En la apertura del tercero, Connor Brooks le sacó la bola a Reitober. Y ese viaje al jardín central, tan profundo como desgarrador, impulsó a Mason McKay, quien también pisó home y desató el delirio canadiense. Juego 1-5 muy cuesta arriba.
Argentina siguió, como en todo el torneo, con sus problemas de bateo. Sin confianza y con poca decisión para atacar la bola. Herido, ya casi groggy, dejó escapar poco a poco la posibilidad de despertar. Y Canadá no perdonó
Brooks volvió a batear un imparable de dos y llevó a home a McKay para anotar la sexta en el quinto inning.
En el sexto llegaron las carreras de Ryan Maher y Tyler Branchaud, y el 8-1 empezó a despedir a la gente del diamante. Función cerrada, ya, con poco por delante.
Quedaba el último esfuerzo local y Luciano Bioni sacó la cara con la segunda carrera en el sexto impulsado por un roletazo de Silviero. Fue el peor momento de Neid, quien recibió la confianza para seguir hasta el final.
En el último turno, Canadá no perdonó. Olió la sangre y, como un animal salvaje, fue por la presa para dejarla sin reacción. Bogdan Becic, el tercer serpentinero nacional, tampoco fue garantía. Y tuvo que padecer el tercer cuadrangular canadiense, esta vez por Mckenzie Mulvey, profundo, al jardín central, empujando a Bicknell para llegar a la noche del diez.
Argentina tuvo una misión imposible en el cierre. Pero fue una sentencia final con un Neid transformado en el héroe de la noche para darle más vida que nunca a esta saga camino al mundial.
Nicholas Neid fue el pitcher ganador del juego. En 7 entradas completas recibió 2 imparables, 2 carreras, dio 3 base por bolas y consiguió 10 ponches. Matías Etchevers fue el perdedor.