La Pampa

Editorial: Una pandemia da respiro, la otra no

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Por un lado se flexibilizan las restricciones y con el fin de ciertas prohibiciones cambian algunos ánimos después del dolor y la angustia; pero siguen visible el impacto económico de las pandemias y vigente el desafío de generar trabajo.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

Con el inicio de la primavera y en medio de dos elecciones, la pandemia parece haber otorgado un respiro a los habitantes del país y de la provincia, y en ese marco las autoridades resolvieron también algunas lógicas flexibilizaciones en las restricciones que se habían vuelto norma.

En el marco actual, ni siquiera fue sorpresa que sectores de la oposición que hasta el día anterior reprochaban limitaciones y presuntos ataques a la libertad acusaran ahora a los gobiernos de actuar de modo descontrolado y otorgar permisos que no corresponden como supuesto artilugio de campaña.

La realidad es que el plan vacunatorio, un verdadero éxito por su masividad y su extensión territorial, achicó los efectos perniciosos del coronavirus y llegó la hora de una suerte de bálsamo después de larguísimos meses de dolor, tristeza, angustias y también incógnitas e incertidumbres.

Habrá quizá un momento en que los inolvidables efectos de la pandemia sean un recuerdo, aunque no es este el momento, puesto que aún siguen registrándose casos y fallecimientos y acecha de acuerdo a la experiencia de otros países una posible tercera ola con la variable Delta como amenaza.

La Pampa desde el inicio de este proceso estuvo muy a la altura de las circunstancias, señalada como ejemplo a nivel nacional por la diligencia y efectividad con que hizo efectiva la vacunación, aun en un territorio extensísimo para poca población, y como consecuencia de una histórica presencia estatal en el área de la Salud Pública, además con equipamiento suficiente y un recurso humano de excelencia.

Aunque desde ya que hubo posibles equivocaciones, limitaciones y puntos que bien pueden ser sometidos a crítica, la provincia no incurrió en algunas de las peores fallas que sí se registraron a nivel nacional y que incluso pudieron tener impacto electoral, como aquel caso agitado por los medios del establishment bajo el nombre de "vacunatorio VIP" y el mentado cumpleaños de la "querida Fabiola", que le restó legitimidad al discurso presidencial sobre los cuidados.

…y una de arena…

El otro costado de esa pandemia tampoco es novedad, y no da respiro: la parálisis económica provocó los peores índices de que se tenga memoria en el país, porque además fue la continuidad de cuatro años en que la gestión neoliberal destrozó las bases de cierta igualdad y provocó un descomunal aumento de la inflación.

Además, todo eso atado a un endeudamiento sideral (a su vez en vínculo con fuga de capitales) y a la ausencia estatal en áreas fundamentales, desde la industrialización hasta la atención de las necesidades más básicas.

6bEsos efectos se conocen bien en La Pampa, donde las propias deudas de los gobiernos locales se sumaron a la discriminación que sufrió nuestra provincia, y en consecuencia se incrementó de modo notable el déficit habitacional y se paralizó la obra pública, que se sabe tiene efectos dinamizadores de la economía en general.

Se conoció en la semana que se fue que el índice de desocupación del conglomerado Santa Rosa-Toay es el peor que se registró en todo el país, con un salto notable: el 13,3% de la población económicamente activa no tiene trabajo en la zona de la capital pampeana, según la estadística oficial.

En el primer trimestre del año ese índice había sido del 9,5% (que ya era alto), lo que demuestra los coletazos de la falta de actividad económica durante la etapa de restricciones y especiales cuidados por la pandemia.

Desde ya, no puede ignorarse que el asunto de fondo excede la situación sanitaria, puesto que la cantidad de tiempo transcurrido desde épocas económicas relativamente más saludables genera una tendencia a que la situación vaya empeorando, con sus correspondientes impactos en los ánimos individuales y sociales.

Parece otro siglo cuando el entonces gobernador Carlos Verna desembarcó nuevamente en el Centro Cívico, allá por 2015, con su compromiso de poner el Estado al servicio de la generación de empleo privado digno: la realidad se llevó a cualquier otro lado esa promesa de campaña, aun cuando hubiera tenido buenas intenciones y contara con un respaldo casi unánime respecto de que era necesidad primordial para La Pampa.

Desde entonces, poco y nada ha podido avanzarse hacia ese objetivo, si bien en este tiempo el Estado provincial ha demostrado su presencia para atender la emergencia de distintos sectores, y posiblemente sin alcanzar a todos como sería deseable: los recursos puestos al servicio de las personas con más necesidades y las herramientas del Banco de La Pampa a disposición de quienes producen y generan empleo cobran también relevancia a nivel nacional, pero lejos están por ahora de representar mecanismos que tiendan a la generación de empleos.

Si de verdad se terminan los peores pesares de la pandemia, si se mueve la rueda económica como esperan los especialistas, si la actividad en La Pampa genera alguna esperanza, para el Estado seguirá vigente ese desafío de generar políticas públicas que faciliten la creación de fuentes laborales, por aquello de que gobernar es dar trabajo.

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