La Pampa

De psicópatas, farsantes y mentirosos

Por Walter Goñi (*)

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EL DIARIO digital

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Iñaki Piñuel, doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y autor de "Mi jefe es un psicópata" (La Esfera de los Libros, 2021), lamenta que aún se siga creyendo "que la psicopatía es un problema que afecta a criminales sangrientos" y sondea sobre lo que hacen a diario los denominados "psicópatas integrados", que pueden llegar a hacer mucho más daño sin haber pisado nunca una cárcel.

Este jueves a la mañana, cuando decidí publicar la noticia de una nueva denuncia por violencia de género que enfrenta el director del diario La Arena, Leonardo Santesteban, me ocurrió una situación inesperada. Leo, como lo conozco desde hace muchos años, me llamó como una especie de "perrito mojado" bajo un único objetivo: que levantara la nota que estaba en la portada de El Diario de La Pampa.

Lo llamativo, de todos modos, no fue su tono "amistoso" y "compungido", sino que me pidiera algo que él sabe (como periodista) que no debería hacer. Tan ingenuo fue el pedido que hasta suena desopilante. Leo también pensaba, eso argumentó, que yo tenía la obligación de llamarlo antes de publicar la noticia.

La responsabilidad periodística y el protocolo para abordar los casos de violencia de género dicen todo lo contrario: la recomendación -como regla de oro- es no solo creer en la palabra de la víctima y publicar primero su versión, sino que además no hay que revictimizarla. Él pide y hace todo lo contrario.

En esa charla telefónica que mantuvimos, Leo apeló -psicopatía mediante- a mi "hombría de bien", a la "honorabilidad familiar" y a mi "condición de periodista" para que hiciera lo que justamente no corresponde. Acto seguido decidió interrumpir la comunicación a la espera de mi respuesta.

"Hola, Leo. No puedo levantar la nota, eso vos y yo sabemos que no se hace. Sería un papelón. Por supuesto, tenés a disposición el derecho a réplica... si querés hablar en on, en off o incluso a través de tus abogados acá estoy. Espero que sepas entender, saludos", le contesté.

Me devolvió un audio, también amistoso, donde -entre otras consideraciones- dijo me iba a comunicar "lo que vamos a hacer" de ahora en adelante, en relación al consejo que recibiría de sus abogados.

Un rato más tarde, también para mi sorpresa, en la radio, donde todos los días propala sus singulares puntos de vista de su "realidad" pampeana y del país, escucho que me acusa de haber sabido de antemano que lo iban a denunciar y que la publicación misma era una "farsa".

Me emparenta incluso con una supuesta charla con uno de los dueños de la empresa donde trabajo, de la que no participé y que desconocía. Lo que siguió después fue un completo desatino, ante el silencio ensordecedor de su acompañante de turno.

Además de nombrarme en varias ocasiones, casi como señalándome ante la sociedad, o ante el público que decide escucharlo, Leo buscó hacerme cómplice de una noticia publicada, supuestamente entre gallos y medianoche.

Todo propio de un farsante.

Tengo la obligación de aclarar que me enteré de la denuncia en su contra el miércoles por la noche. En ese mismo momento chequeé la información con tres fuentes diferentes y llamé a la víctima en varias oportunidades, pero no pude hablar con ella.

No le escapo a la discusión pública, por el contrario, es algo a lo que me someto a diario como director periodístico de El Diario de La Pampa. Ni mucho menos le temo a esa especie de escrache o amenaza pública.

La "ética periodística" que Leo trajo a cuento en diferentes ocasiones, con intenciones de difamarme, no la tuvo él desde el momento en que pretendió convencerme de "levantar una noticia".

También dijo que todo era "mentira", no sin antes usar un tono provocador y amenazante en contra del juez  y de la fiscala que instruyen en la causa en su contra. En definitiva, contradicción mediante, admitió que es real, que existe, pero con la postura del hombre al que -eso cree- no le comprenden las generales de la ley.

Tampoco puedo pasar por alto sus parciales consideraciones hacia la Justicia. Su doble vara. Los elogios para algunos -aquellos que perduran desde hace años, con una óptica bastante cuestionable- y las críticas hacia los representantes del Ministerio Público Fiscal que asoman como una renovación de aire fresco en la Justicia Pampeana, y que -por supuesto- no le temen a las amenazas de los Santesteban, de La Arena ni de Radio Noticias. La cobertura del ataque de ayer al fiscal Marcos Sacco no hace más que confirmar lo que digo. Seguramente no lo hicieron, pero los invito a leer esa "noticia" del diario colega.

Cualquiera que me conoce sabe cuál es mi vínculo con El Diario. Siempre reconocí que es el lugar donde me formé como periodista luego de haber salido de la universidad, donde aprendí del oficio con muchos de los que hoy son mis compañeros de Redacción. Mi trabajo me sostiene como director desde hace casi 22 años, que se materializarán este mes de julio de 2023. Pero hay un convencimiento más profundo que, con orgullo, me hizo decidir hace tiempo que es el único diario en el que (trabajé) trabajo y trabajaré: la valiente decisión que tomó el escribano Antonio Nemesio aquel 3 de mayo de 1992, cuando decidió fundarlo y ponerle punto final al monopolio de la información en la capital pampeana.

(*) Director Periodístico de El Diario de La Pampa

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