La Pampa

"¿Cómo vas a dialogar con los asesinos de un chico de 15 años?"

El cura argentino Luis Bejar tuvo que salir de Perú luego de denunciar la represión en el altiplano. Completó dos semanas en Santa Rosa, donde visitó a una hermana. Destaca la reacción del pueblo andino. "No van a retroceder, les tocaron el alma, la fibra andina", asegura, durante un conversatorio con militantes sociales locales.

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EL DIARIO digital

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"¿Vamos a dialogar con los asesinos? No, a la cárcel. No hay concesión ni consenso con los asesinos", dice el cura Luis Humberto Bejar, durante la conversación con u puñado de militantes sociales, políticos y de derechos humanos, el jueves por tarde-noche, en la planta alta del viejo edificio del Sindicato de Prensa, de Santa Rosa. 

Veinte días atrás, luego de que la represión policial y del ejército dejara 19 muertos en el altiplano del sur de Perú, en Juliaca, partido de Puno, donde estaba al frente de una parroquia de comunidades campesinas, subió tres videos a la red social, Tik Tok, denunciando los asesinatos, ante el silencio de la iglesia católica de ese país. 

En un video Berja pidió la renuncia de la "dictadora" Dina Bluarte y le recomendó a un legislador conservador –Jorge Montoya, almirante retirado, exjefe de las fuerzas armadas- que antes de denunciar penalmente a Evo Morales, "debería lavarse la boca". Además, en una misa, pidió que el 9 de enero fuera declarado "el día de los mártires" por la masacre de Juliaca.

El legislador ultraconservador, ofendido por la viralización del tik tok, mandó una carta de queja al obispo de Puno, Jorge Pedro Carrión Pavlich, que le pidió la renuncia, que se tome "un año sabático" para estudiar, porque lo identificaban como "terrorista".

El 11 de enero presentó la dimisión. Pero cuando llegaron los féretros, le pidieron que fuera a la plaza, y fue, a pesar de que el obispo le había dicho que se mantuviera al margen. Allí lloró ante el ataúd de un chico de 15 años. Dice que el pueblo aymará y quechua lo aplaudió. Había 90 mil personas reunidas en la plaza de Juliaca, una multitud que "nunca vi" en los 27 años que lleva en el lugar.

Le advirtieron que lo buscaba las fuerzas armadas y cambió de casa. Finalmente, el cura viajó a la Argentina con la ayuda del Grupo de Curas en la Opcion por los Pobres, que hablaron con el Papa Francisco, con el Nuncio en Lima y con la Cancillería. El pasado 13 de enero, a las 2 de la madrugada, salió hacia Arequipa en una camioneta. Tuvo que caminar dos horas y media para llegar al aeropuerto porque la ruta estaba bloqueada. Tomó un vuelo a Lima, luego otro hacia Buenos Aires, y viajó hasta La Pampa, donde vive una hermana, María Alejandra. Este viernes viaja a Río Negro, donde reside otra hermana. Pero, a más tardar en marzo, quiere volver a Perú.

"Les tocaron el alma andina"

Bejar nació en Tafi Viejo, Tucumán, pero hace 27 años que está en Perú como un cura tercermundista. En la zona del altiplano donde vive, recorre 42 comunidades campesinas. Es zona de minas, donde empresas extranjeras extraen minerales de la tierra. El cura cuenta que el 70% de las personas trabajan en negro, en la informalidad, y que es habitual la trata de personas.

Desde allí, en el Altiplano, se mantienen desde hace más de veinte días las principales manifestaciones de protesta contra el "golpe blando" que "justifican legalmente" desde el Congreso dominado por el fujimorismo, que encarceló y sacó del poder al expresidente Pedro Castillo, el maestro, campesino y de izquierda, que duró apenas un año en el poder. "No lo dejaron gobernar, lo único que hizo fue defenderse", dice Bejar.

"El pueblo se ha levantado.  Los pueblos andinos siempre han sido sojuzgados. Creí que iba a durar dos o tres días", confiesa. Y, como si diera una clase de historia, recuerda que entre el 68 y 75 el gobierno de Velazco Alvarado les había devuelto tierra a los campesinos con una reforma agraria. Pero un golpe lo derrocó, entonces hubo un "retroceso" y retomó el poder del país la "oligarquía", con políticas neoliberales y el paso de Fujimori, con el saldo de 60 mil asesinados.

"Parece que no caló tan fuerte el discurso neoliberal. Hay un movimiento sin dirigentes, pero sí con organización. Se está gestando una nueva república. Con las muertes, les tocaron la fibra, el alma andina. No vana retroceder", sostiene el cura.

Bejar cuenta que tomó la decisión de usar las redes sociales para reclamar, indignado porque el poder eclesiástico "se quedó callado" ante los asesinatos de manifestantes. Y dice que no se arrepiente. Como tampoco lo hace de haber acompañado a las familias de las víctimas. "Me aplaudían con el féretro al costado. Me costó mucho, pero más les cuesta a ellos", dice.

La renuncia, la única salida

Bejar cree que la única salida a la crisis es la renuncia de la actual presidenta, la "dictadora" Dina Boluarte, la liberación de Castillo, un rápido llamado a elecciones y que también se elijan asambleístas para reformar una constitución que se heredó de la época del fujimorismo. Esas son las cuatro consignas que unifican las protestas, más allá de los matices de diferentes sectores.

"El sur está paralizadisimo. El mercado se paralizó, los grupos de poder están perdiendo plata. Hay un cerco que la gente hizo al mercado. No hay un camión bajando minerales", grafica la fortaleza de las protestas. "Los afecta a todos, pero si claudican va a perder el pueblo. Este gobierno dictatorial hizo una masacre", resume.

En cuanto al origen de la crisis, el sacerdote reconoce que el expresidente Castillo "piso el palito" al anunciar el cierre del Congreso, entonces hasta los partidos de izquierda votaron la vacancia. Sin embargo, aclara, con el correr de los días esos mismos partidos se sumaron al pedido de renuncia de Boluarte.

"La derecha la uso, la va a enterrar y la va a juzgar por crímenes de lesa humanidad. La renuncia es inminente, tiene que ir presa", pronostica. Y mencionó que la actual presidenta tuvo un "sincericidio" que evidenció su racismo cuando declaró "Puno no es Perú", cuando explicar que la situación de movilizaciones de esa región no era la misma que en el resto del país.

La salida de la crisis, según el cura, es la renuncia y que asuma "alguien potable" del Congreso, en forma transitoria, para convocar elecciones en abril o mayo, no el año próximo, como se planteó en algún momento.

"Ya no hay quien no pida la renuncia. ¿Vamos a dialogar con los asesinos? No, a la cárcel. No hay concesión ni consenso con los asesinos", afirma. En ese sentido, destaca que hasta los obispos de Perú, que "son cobardes", ahora ya mencionan que se debe "escuchar a la gente", e incluso el nuncio apostólico declaró el miércoles que no debía haber "ni un muerto más" en el país.

Para completar, considera que  "el movimiento superó el reclamo por lo de Castillo, que llegó como un ícono del pueblo olvidado, del interior", para plantear reivindicaciones del mundo andino que permanece postergado desde hace décadas.

La vuelta, en marzo

"Es un pueblo maravilloso y fuerte, son pueblos luchadores", asume Bejar su admiración por la comunidad que eligió para vivir. Cuenta que suspendieron el carnaval de Juliaca, el más grande de Perú, que dura una semana, porque están "de luto". Y menciona que a partir de las movilizaciones también se reactivaron ong de derechos humanos, la defensoría del pueblo y un grupo de abogados de Lima que defendió a las 200 personas arrestadas por la represión.

"El movimiento ha sido sorprendente. La fuerza la tienen las comunidades campesinas. Estoy admiradísimo de la reacción de la gente", repite. 

Bejar cree que su año sabático será breve esta vez.  Y asegura, como una expresión de deseos que no ahorra convicciones, que, "a más tardar en marzo", volverá a estar junto a sus comunidades.

Quién es

Bejar llegó hace 26 años a Juliaca para acompañar la formación en el seminario de Guadalupe. En ese momento formaba parte de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos donde pertenecía cuando comenzó sus primeros años de sacerdocio en el Colegio Montserrat de Tucumán.

Fue por cinco años y se terminó quedando. Trabajó en seminarios, parroquias, actualmente es docente universitario. Además, preside una asociación civil que tiene tres residencias estudiantiles y acompañan al colegio Iordano Liva en nivel inicial, primaria y secundaria. 

También participa de un proyecto en la selva por la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Manu. Llevan sembrados 5 mil árboles. Con voluntariado, investigan la flora y la fauna. Y tienen proyectos sociales de autosostenimiento.

Bejar nació en 1964, en Tafí Viejo, Tucumán. Se consagró sacerdote el 21 de diciembre de 1996 y enseguida lo invitaron a Perú para participar en la formación de sacerdotes en el Seminario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Juliaca, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.  

Con el tiempo, esa diócesis giró "hacia la ultraderecha", impulsada por obispos del Opus Dei y tuvo que tomarse "algunos años sabáticos", que aprovechó para estudiar. "No es la primera vez que me corren", se rié.

Hizo una licenciatura en Teología, una maestría en Doctrina Social de la Iglesia y otra sobre Economía Social y Solidaria, en España. También un doctorado en Educación y dos pos doctorados: uno en España, sobre Ética, Responsabilidad Social y Derechos Humanos, y otro en Investigación, en México.

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