El rosarino marcó el cuarto tanto del equipo en la goleada a Osasuna y tuvo un gesto emocionante al celebrarlo.
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EL DIARIO digital
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Se iban los minutos de un partido que ya estaba liquidado. Pero él tenía que hacer algo más.
Entonces armó un slalom de esos que todos conocen y nadie descifra, de derecha a izquierda. Amagó sacar el tiro desde el centro, dio un paso más hacia afuera y, bordeando el costado izquierdo de la medialuna, le dio con el empeine zurdo. Lionel Messi, a lo Messi, a lo Diego Maradona y con un festejo en homenaje al 10 eterno.
Dio apenas un saltito, símbolo inequívoco de la poca importancia del gol en el contexto. Una caricia por acá, un abrazo por allá y, entonces sí, cuando se quedó solo, el gesto. Se sacó la camiseta culé y, como si fuera otra piel, un 10 en su espalda se transformó en otro.
El blaugrana le dio lugar al rojinegro, la camiseta de Newell''''s asomó. Esa que usó Diego en 1993, cuando conmocionó a medio Rosario. Messi tenía apenas seis años, pero no se olvidó jamás. Siempre supo que el mejor de la historia había vestido la casaca de su club.
Y este domingo, en su primer partido después de la noticia que conmovió al planeta, la impensada y nunca imaginada muerte de Maradona, él le regaló uno de los más sentidos homenajes. E icónicos, tratándose de quien para muchos es el único en condición de disputarle al Diez el trono de "mejor de la historia".