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EL DIARIO digital
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Argentina está viviendo (o mejor dicho, sufriendo) uno de los inviernos más crudos jamás registrados. Esta semana, el Servicio Meteorológico Nacional emitió alertas para siete provincias. No solo se congeló la costa del mar en Tierra del Fuego, sino que también se realizaron operaciones de rescate en Santa Cruz, y lamentablemente, se han reportado casos de pérdida de vidas humanas, tanto de personas en situación de calle como en otras circunstancias igualmente trágicas. Este invierno, que incluye un mayo de 2024 considerado el más frío de la historia desde que se tienen registros, contrasta fuertemente con el invierno de 2023, que fue el más cálido registrado.
Es natural que muchos piensen: "Si hace tanto frío, entonces lo del calentamiento global es mentira". Sin embargo, la cuestión no es tan simple ni lineal. Para entender lo que está sucediendo, es necesario diferenciar tres conceptos clave: efecto invernadero, calentamiento global y cambio climático.
El efecto invernadero es un proceso natural que permite a nuestro planeta regular su temperatura. Esto se logra mediante la captación de calor solar por parte de algunos gases en la atmósfera, conocidos como gases de efecto invernadero. Estos incluyen el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el vapor de agua, los óxidos nitrosos y los sulfuros. La acumulación de estos gases, liberados naturalmente por procesos biológicos y erupciones volcánicas, retiene el calor del Sol, evitando que la Tierra se enfríe excesivamente por la noche, entre otras funciones.
Sin embargo, la actividad humana ha incrementado significativamente las emisiones de estos gases, engrosando esta capa en la atmósfera. La mayor concentración de gases de efecto invernadero, emitidos por actividades como la quema de combustibles fósiles, la industria, la agricultura y la deforestación, dificulta que el calor solar escape al espacio, resultando en un calentamiento continuo del planeta.
El calentamiento global se refiere al aumento de la temperatura media global del planeta. No se trata de la temperatura particular de cada territorio, sino de una media a nivel mundial que considera las temperaturas de todos los rincones del mundo. Este aumento se ha vuelto especialmente evidente desde la Revolución Industrial, cuando la humanidad comenzó a emitir cantidades crecientes de CO2. Actualmente, la temperatura global es 1,2°C más alta que en la época preindustrial. Aunque no parezca mucho, este incremento es comparable a un aumento de 1,2°C en la temperatura corporal, pasando de 37°C a 38,2°C, lo cual indica una fiebre significativa. Superar un aumento de 2°C podría tener consecuencias catastróficas para la humanidad y muchas otras especies.
Finalmente, el cambio climático es tanto una causa como un efecto de los dos conceptos anteriores. El aumento de gases de efecto invernadero provoca el calentamiento global, que a su vez genera el derretimiento de los casquetes polares. Esto introduce agua dulce en el océano salado, alterando las corrientes marinas que controlan el clima. Además, el derretimiento del hielo reduce la reflectancia de la luz solar, aumentando el calentamiento en un efecto de bola de nieve. El cambio climático significa que las medias de temperatura y precipitación estacionales para una región, basadas en registros de al menos 30 años, ya no son fiables. Esto puede resultar en más lluvias, menos lluvias, temperaturas más altas o más bajas.
La incertidumbre provocada por el Cambio Climático dificulta la predicción del tiempo meteorológico a corto plazo y del clima estacional a largo plazo. Es crucial estar preparados y adaptarnos a estos eventos. No podemos confiarnos en que el invierno más cálido del año pasado sea la norma, ya que la creciente variabilidad climática asociada al Cambio Climático puede sorprendernos, como ha ocurrido este año con el registro del invierno más frío. A pesar de que los cambios climáticos han sido parte natural de la Tierra, el actual fenómeno, que afectamos, tiene un sólido respaldo en datos internacionales que confirman su origen humano. Sea cual sea su causa, los efectos los sufrimos todos/as. Por tanto, es imprescindible implementar políticas públicas para proteger a la población en lugar de discutir sobre su existencia. La prioridad debería ser el bienestar de las personas que ya están sufriendo las consecuencias. En conclusión, no, este frio no es normal.
*Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPN365