Ambiental

Exportación de basura ilegal

Pese a los acuerdos internacionales firmados y a las leyes de los países que protegen a estos y terceros contra la exportación de basura, este es uno de los problemas más grandes que tiene el planeta. ¿Qué hacemos con los residuos?

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EL DIARIO digital

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Por Florencia Srur (*)

En 1989, en la ciudad de Basilea, Suiza, se firmó el Convenio de Basilea, un acuerdo destinado a regular la gestión transfronteriza de los desechos peligrosos y otros tipos de desechos. Su principal objetivo es salvaguardar el medio ambiente y la salud de las personas, estableciendo la obligación para todos los países signatarios de garantizar que los residuos sean manejados y eliminados de manera ambientalmente responsable. Esto implica minimizar el cruce de fronteras con desechos y, al mismo tiempo, tratar y eliminar los residuos lo más cerca posible de su lugar de generación.

Este importante convenio ha sido suscrito por 170 países, y en Argentina se encuentra incorporado mediante la Ley Nacional N°23.922. Sin embargo, a pesar de los beneficios que ofrece y su impacto a nivel internacional, se sigue observando cómo países económicamente desarrollados, como Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Canadá y China, exportan basura a naciones en desarrollo, en particular en el continente africano, India y Sudamérica, a cambio de beneficios económicos, a pesar de las disposiciones del Convenio de Basilea.

Estas potencias generan enormes cantidades de residuos, especialmente plásticos y electrónicos. Para ponerlo en perspectiva, se estima que, de los 51 millones de toneladas de residuos plásticos generados a nivel mundial, Estados Unidos es responsable de 42 millones de toneladas y solo recicla aproximadamente 2.4 millones de toneladas. Además, según datos del Banco Mundial, cada año se producen 2,010 millones de toneladas de desechos sólidos municipales en todo el mundo, con China y Estados Unidos como los principales contribuyentes.

No obstante, no es solo la cantidad de residuos, sino también la mentalidad de consumo a corto plazo en estas mega-potencias lo que agrava el problema. Como la venta de frutas y verduras peladas y envueltas en plástico en Japón y varios países de Europa, que son ejemplos de un sistema de consumo insostenible que genera una gran cantidad de desechos innecesarios, considerando que estas frutas y verduras ya tienen su envoltura natural.

Entonces, ¿cómo se maneja esta inmensa cantidad de residuos? Según un estudio realizado por la ONG Basel Action Network (BAN), en 2022 Estados Unidos exportó más de 900 millones de toneladas de desechos plásticos a México, Malasia, India, Vietnam y otros países firmantes del Convenio de Basilea. Esto alivia la carga de residuos en el país exportador y genera ingresos, pero a expensas de graves problemas ambientales para los países receptores. Además, la gestión deficiente de los residuos electrónicos se presta a la explotación laboral, ya que se estima que la chatarra electrónica mundial contiene más de 62,500 millones de dólares en materiales preciosos como oro, cobre y hierro. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), se descartan, aproximadamente, unos US$21.500 millones de oro y US$13.000 millones en cobre. Esto es realmente impactante si pensamos en la cantidad de dinero que se invierte para sacar nuevos minerales para electrónicos en vez de reciclar aquellos que se tiran sin pensar. Esto representa un valor tres veces mayor que la producción mundial de minas de plata y supera el Producto Interno Bruto (PIB) de 123 países. Sin embargo, este tipo de residuos, que representa solo el 2% de los desechos sólidos, constituye hasta el 70% de los residuos peligrosos que se desechan en el mundo.

La ONG BAN también ha señalado que Europa exporta ilegalmente 1.1 millones de toneladas de residuos electrónicos a Asia, en particular a India, y África. Y, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de 100.000 personas en Nigeria trabaja en desarmar componentes y manipular residuos peligrosos sin protección alguna. Los países receptores a menudo enfrentan la pérdida de su paisaje natural y biodiversidad, la contaminación de ríos y un impacto humano devastador, donde las personas, en condiciones deplorables y sin protección, buscan metales, como litio de las baterías, oro de los componentes electrónicos y cobre de los cables, para vender como materias primas a un valor super bajo. Esta práctica es sumamente peligrosa y ha llevado a graves problemas de salud y pérdidas humanas.

En un mundo que busca cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, es imperativo abordar de manera efectiva la gestión de residuos antes de comprometerse con metas más complejas. A pesar de las desigualdades globales, la cooperación de 170 países en el Convenio de Basilea debería traducirse en un cumplimiento más estricto de sus disposiciones y en un enfoque más responsable hacia la gestión de residuos a nivel internacional.

(*) Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPN°365

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