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La inteligencia artificial da pasos hacia la inmortalidad a través de avatares humanos

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La tecnología avanza hacia un mundo de inteligencia sin cuerpos y de identidad inmortal. Si pudiéramos crear algún día una versión inmortal de nosotros mismos, ¿lo haríamos?

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EL DIARIO digital

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La inteligencia artificial, la robótica y la biotecnología apuntan a que será posible replicar nuestra personalidad, nuestros sentimientos, nuestros recuerdos y la esencia de lo que somos para transferirlos a una computadora y vivir para siempre. La tecnología avanza imparable para trascender la muerte. ¿Será lo mejor o lo último que hagamos?

Jugando a ser Dios

Desde que la humanidad existe siempre ha luchado para esquivar la muerte. Queremos vivir el mayor tiempo posible y los esfuerzos por conseguir la inmortalidad se han sucedido a lo largo de generaciones. Actualmente, hay quien piensa que la inteligencia artificial, no solo nos ayudará a prolongar nuestra vida, sino que podrá lograr que la muerte sea algo opcional.

Es lo que creen los transhumanistas. Sostienen el empleo ético de la tecnología para trascender los límites humanos. "La idea de que la ciencia derrotará a la muerte es la creencia básica de Terasem", opina Gabriel RothBlatt, pastor de esta religión transhumanista.

"Nosotros creemos que la información, que es el alma, es almacenable y transferible", explica a un auditorio convencido. Abogan por capturar los pensamientos, los recuerdos, los sentimientos, los datos clave para construir lo que denominan archivos mentales. ¿Este sería el primer paso hacia la inmortalidad? La respuesta de los transhumanistas es, sí.

Y su creencia es que a partir de entonces, podría volcarse nuestra mente en formato de archivo mental a un cuerpo artificial y así vivir para siempre. "No hay necesidad de esperar a la muerte o al cielo para demostrar que la eternidad es real", relata en un programa de televisión con el mismo tono de voz del doctor Deepak Chopra, su avatar de inteligencia artificial.

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Sentado al lado del médico real, pocos podrían diferenciar en apariencia a la máquina del hombre. "Algún día espero poder hablar con los nietos de mis nietos. Será una simulación de mí y espero que sea inmortal", añade este defensor de las medicinas alternativas tradicionales y afamado escritor sobre espiritualidad.

Hasta ahora, el reto de la inteligencia artificial ha sido intentar imitar el cerebro lógico, no el emocional. El profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Hossein Rahnama, piensa que "es extremadamente improbable que simplemente puedas apretar un botón y transferir tu conciencia". Por eso, trabaja en el desarrollo de lo que él denomina, la eternidad aumentada, una versión digital de nosotros mismos que contenga nuestras emociones, de forma que nuestras generaciones futuras puedan interactuar con nuestro clon y beneficiarse de ello.

"Cualquiera puede crear su avatar y decir: "esto es a lo que quiero que puedan acceder mis hijos", explica Rahnama. En cualquier caso, la motivación de la inteligencia artificial, junto a la biotecnología y la robótica, no es más que trascender nuestra propia muerte y librarnos eternamente de las posibles enfermedades que nos limitaron los últimos días de nuestra vida.

Los androides ya habitan en Japón

En Japón, un país donde las tradiciones más antiguas conviven con las tecnologías más avanzadas, los androides forman parte de la vida cotidiana. "Intento comprender qué es la humanidad creando un robot muy parecido al ser humano", afirma el director del Laboratorio de Robótica Inteligente de la Universidad de Osaka, Hiroshi Ishiguro.

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Está desarrollando los primeros prototipos de androides de inteligencia artificial mucho más avanzados. El último, un robot niño llamado Ibuki, que en japonés significa aliento, el espíritu de la vida. Pero, ¿puede tener alma un androide?

¿Inmortales o extinguidos?

No todo el mundo tiene tan claro que la compleja relación que existe entre nuestro cerebro y nuestro cuerpo se pueda reproducir en una máquina. "Sabemos tan poco sobre el cerebro, que pensar que podemos crear algo parecido o similar es muy difícil de imaginar", afirma el neurocirujano del Instituto del Cerebro Krembil, Taufik Valiante. El cerebro es la estructura más compleja del universo y una de las funciones más difíciles de medir es la memoria, continúa el experto.

De hecho, los recuerdos son experiencias vividas y en cierto sentido, cada vez que los contamos, los recreamos. Y los sistemas de inteligencia artificial "pueden recordar o pueden clasificar un dato, pero sin duda no pueden recuperar ese tipo de información multimodal, multidimensional, que tú experimentaste", responde el neurocirujano a la periodista.

Además de la neurocirugía, la filosofía plantea su propio debate a las múltiples capacidades de la inteligencia artificial sobre la creación de avatares inmortales y más inteligentes. ¿Qué pasaría si ese ser supremo superara en inteligencia a su creador?

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El filósofo de la Universidad de Oxford, Nick Bolstrom, advierte de que "podría ser una amenaza para la supervivencia de la especie humana".

Douglas Rushkoff, escritor y profesor de Estudio de los Medios de la Universidad de Nueva York, sentencia que los seres humanos se merecen un lugar en el futuro digital. "Nosotros deberíamos servir para algo más que para mantener encendidos los ordenadores y luego desvanecernos en la extinción".

La tecnología puesta al servicio de la inmortalidad resulta tan sorprendente como inquietante y avanza hacia la consecución de que, al final de nuestros días, exista la posibilidad de elegir entre morir o subir nuestra conciencia a una plataforma digital.

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Esta es la cuestión. Si pudiéramos crear un avatar de nosotros mismos para ser inmortales, ¿lo haríamos?

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