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Seis años de cárcel a una banda que vendía droga en General Pico

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Los hermanos Maximiliano y Hugo Cabreton y Flavio Ariza fueron considerados por el Tribunal Oral Federal como coautores del delito de tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización.

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EL DIARIO digital

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El Tribunal Oral Federal de Santa Rosa, integrado por los jueces Pablo Díaz Lacava, José Triputti y Marcos Aguerrido, condenó a seis años de prisión a tres integrantes de una organización dedicada a la comercialización de estupefacientes en la ciudad de General Pico. En representación del Ministerio Público Fiscal intervino la fiscala federal Iara Silvestre.

Los hermanos Maximiliano y Hugo Cabreton y Flavio Ariza fueron considerados coautores del delito de tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización, agravado por la intervención organizada de tres o más personas, mientras que a un cuarto imputado se le suspendió por un año el juicio a prueba con la condición de que pague una suma reparatoria de mil pesos y que fije lugar de residencia.

La investigación comenzó en el 2018 a partir de una requisa en un control policial, en el puesto caminero pampeano de Trebolares, en el que un hombre fue demorado por llevar más de 50 gramos de marihuana en su vehículo. Durante la inspección, el sujeto contó que había comprado la sustancia en un local de instrumentos musicales, ubicado en la ciudad de General Pico, y la pesquisa se enderezó a corroborar la veracidad de sus dichos.

Durante la investigación, se pudo constatar que el comercio era regenteado por los hermanos Cabretón, quienes le compraban la droga a Flavio Ariza, un proveedor que operaba en la provincia de Córdoba, para luego comercializarla en la ciudad de General Pico.

El traslado de los estupefacientes, desde Córdoba a General Pico, se hacía a través de un comisionista, que realizaba servicios de paquetería y que desconocía la carga que transportaba.

Sobre el cuarto acusado, a quien se le suspendió el juicio a prueba, se comprobó que sólo tenía relación con Ariza y que había elementos probatorios para entender su accionar como necesario en el trabajo liderado por el condenado cordobés, pero que, sin embargo, era el último eslabón en la empresa y su vulnerabilidad y necesidad lo hacían merecedor de calificar su conducta como fungible.

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