Opinion

Un debate necesario y una crisis omnipresente

La discusión sobre los "planes" sociales, sus alcances y su manejo quedó instaladísima en la agenda pública y política, mientras en lo institucional y en el día a día se padecen efectos bien concretos de la falta de trabajo y de la reducción del poder adquisitivo.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Con la potencia que no tienen ninguna otra figura de la dirigencia política nacional, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner recogió el guante en el feriado del Día de la Bandera e impuso con energía en la agenda la problemática de los "planes" sociales.

Lo hizo con referencias y alusiones que le garantizaban críticas y disidencias, pero a la vez desde la certeza de que algunas de sus afirmaciones se basan en planteos que se escuchan en diversos sectores sociales.

Se puede sospechar en algún punto que actuó aconsejada por alguna consultoría de las que se descubre cuáles son los temas de interés y bajo qué mirada, pero a la vez fue un modo de meterse en una discusión que de otro modo aparece hegemonizada por la oposición política y los medios corporativos con que está asociada.

La cuestión de los "planes", como ya se ha editorializado en este medio durante la semana, tiene múltiples costados y dimensiones, pero necesariamente requiere de un debate sensato y una revisión instrumental.

Lo peor que puede hacerse es meter en la misma bolsa a todos esos programas de atención a sectores vulnerables, o generalizar las referencias a las organizaciones sociales y dirigentes que los gestionan.

La multiplicación de los "planes" ocurrió especialmente durante los últimos años, incluso a contramano de lo que puede adelantarse desde el prejuicio, ya que fue justamente el gobierno neoliberal el que incrementó de modo notable la cantidad de beneficiarios de ese tipo de herramientas, antes de que se registrara otro importante aumento durante la peor crisis de la pandemia.

De algún modo, además, la expresidenta olió que posturas parecidas o en el mismo sentido anidan entre los gobernadores que, aun con disidencias, armonizan algunas miradas en la flamante "liga", desde la cual además de exigir recursos coparticipables en contra del centralismo también aspiran a una "federalización" de los planes sociales, lo que en criollo implica decir que los quiten de manos de organizaciones que además de sociales son políticas para dejarlos en manos estatales.

Aunque el discurso de Cristina hizo foco sin dubitar en el Movimiento Evita, fundamentalmente porque hay un enfrentamiento sectorial de raíz, quizá lo que menos demostró comprender es que el nuevo escenario económico tiene en las economías populares un nuevo y pujante actor que no puede ser ignorado.

Del mismo modo, la suposición de que esos planes en manos estatales serían manejados con mayor bondad y virtuosismo que las propias organizaciones choca incluso con los antecedentes que hay en la materia, cuando las arbitrariedades y mezquindades resultaban mayúsculas en beneficio de caciques partidarios, punteros barriales y referentes de gobiernos de todo nivel.

De lo que no quedan dudas, y en eso otra vez debe valorarse el rol de Cristina marcando la cancha y los tiempos, es de que la temática merece miradas de fondo y discusiones que incorporen a la mesa de decisiones a quienes están involucrados en el asunto.

…y una de arena…

Los gobernadores y la gobernadora de la "Liga" recientemente conformada tomaron nota de los planteos públicos de Cristina, o en realidad repusieron la discusión tal como se venía conversando previamente de modo informal, y en ese sentido el pampeano Sergio Ziliotto fue uno de los más insistente en colocar esa problemática en la agenda.

liga de gobernadores

El jefe del Ejecutivo provincial salió del encuentro en Chaco -no casualmente allí- hablando de esa cuestión, más allá del documento que cosechó la firma de la totalidad de los jefes provinciales presentes y de quienes adhirieron sin haber participado de manera directa.

Lo que los gobiernos provinciales vienen advirtiendo, y en ese sentido también lo hizo el de La Pampa durante la semana que se fue, es la gravedad de la crisis económica y social que soporta la Argentina, con índices que demuestran los alcances de esa caída, pero además con percepciones cotidianas que incluso bordean otros riesgos.

Tal como dijo a El Diario el subsecretario de Ingresos Públicos de la provincia, parte del gabinete económico pampeano, las políticas públicas locales tienen una incidencia lógicamente acotada, que apenas puede poner algunos parches o acudir en auxilio de determinados sectores.

El Banco de La Pampa y ciertas oficinas estatales de la provincia pueden dar algún paso que disimule el estado de cosas, pero ninguna matriz será modificada desde una jurisdicción tan pequeña: las de verdadero impacto con las políticas nacionales.

La posibilidad de que en el segundo semestre la economía vuelva a paralizarse, o al menos deje de crecer como consecuencia de un freno de mano en el gasto público (también una de las derivaciones del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional) abre el peligro de que los bolsillos de la ciudadanía sientan con mayor impacto todavía el debilitamiento del poder adquisitivo.

Si en los últimos meses hubo un crecimiento de la economía que está medido, también es verdad que ese repunte no llegó a notarse en la población ni en el común de las personas, puesto que aun aquellos sectores que tienen la "suerte" de tener un trabajo registrado están padeciendo las consecuencias no solo de los efectos de la decadencia de los años anteriores, sino de una inflación galopante que no deja respirar.

Desde ya que ante ese escenario hay análisis que no pueden desconocer las responsabilidades del gobierno anterior, que incurrió en un irresponsable endeudamiento y que sin embargo sigue propiciando a sus principales figuras como estrellas electorales, porque además hay una porción de la población dispuesta a reincidir, en afán de volver práctico el odio y el resentimiento que generan otros espacios políticos.

Pero aun cuando la razón asiste a quienes describen la herencia intragable del gobierno neoliberal, lo cierto es que es la gestión actual la que debe hallar respuestas no solo políticas sino económicas que le permitan mejorar el poder adquisitivo, la calidad de vida de argentinos y argentinas (pampeanos y pampeanas) y también modificar los ánimos actuales, que bordean la bronca y la tristeza.

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