Opinion

Desigualdad de género: malas noticias en la Universidad

La encuesta que difundió un informe de El Diario revela desconocimiento, escasa participación y capacitación muy a medias.

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EL DIARIO digital

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Una encuesta que en conjunto realizaron la Secretaría de la Mujer, Géneros y Diversidad y la Universidad Nacional de La Pampa demostró resultados inquietantes, cuyo análisis no permite disimular la preocupación.

En el ámbito académico, que de antemano se sospecha uno de los más permeables a nuevos conocimientos y cambios de paradigmas, cuestiones muy básicas vinculadas con la igualdad de género no solo no están asentadas sino que además navegan en un desconocimiento profundo.

Tal como explicó un informe publicado por El Diario respecto de esa problemática, y aun cuando la casa de altos estudios se ha esmerado en poner el tema en agenda e incluso ha propiciado normativa de avanzada, la comunidad educativa universitaria tiene una mayúscula ignorancia respecto de la legislación provincial que aborda la igualdad de género.

Esa carencia es, además de sorprendente, de un impacto considerable si se toma en cuenta que entre las centenas de personas que respondieron se incluyen -por ejemplo- docentes y estudiantes dedicados a cuestiones directamente vinculadas con el Derecho.

Tal como alertaron los propios organismos oficiales al tomar cuenta de los resultados, el conocimiento de esas normativas es fundamental, puesto que permite reconocer los avances pendientes en materia de igualdad.

Las leyes de ese tipo constituyen -o dejan de hacerlo- una apuesta política por defender y promover el principio de igualdad en base a principios basados en los derechos humanos: el conocimiento respecto a la legislación nacional y provincial es un aspecto fundamental para indagar cuánto se sabe sobre la igualdad de género.

Otro punto del sondeo que resalta, y no precisamente por la positiva, es el que alude a la capacitación que se hace puertas adentro de la UNLPam: pese a la visibilidad de la oferta de esos perfeccionamientos y la difusión (casi propaganda) que se suele hacer de ese tipo de adiestramientos, apenas la mitad accedió a alguna de esas formaciones.

También suena asombroso, y no permite el optimismo, que haya nada menos que un 78% de esa comunidad universitaria que frente a la desigualdad de género no tenga ningún tipo de participación.

No es alentador tampoco otro dato contundente: aún cuando algunos sectores de la UNLPam tienen antecedentes para mostrar y han hecho esfuerzos en pos de instalar las herramientas que facilitan la igualdad de género, una enorme mayoría (especialmente de estudiantes) revela no haber tenido acceso a esos instrumentos.

La situación evidenciada obliga a la Universidad a mirarse seriamente en el espejo y a fortalecer su inversión de recursos de todo tipo en generar otras miradas y en profundizar sobre estos aspectos que se desnudan como debilidad, ya que aunque a veces la apariencia es que está a la altura de las circunstancias la realidad demuestra lo contrario.

Finalmente, un interrogante que no puede dejar de plantearse: si esos son los números que arroja un relevamiento tan luego en la UNLPam, ¿qué queda para el resto de los ámbitos y sectores que pudieran ser abordados sobre la misma temática?

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