Opinion

El cierre feliz de Portezuelo y un juicio sanador

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En la misma semana, el presidente anunció su respaldo a la petición pampeana para un estudio de impacto ambiental sobre la obra que pretendía Mendoza, y el Tribunal Oral Federal condenó a los dos delincuentes de lesa humanidad que quedaban en el banquillo.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El presidente de la Nación no hizo mucho más que lo que correspondía, pero así y todo ese acto repercutió muy positivamente en los ánimos de la provincia porque es el cierre relativamente feliz de una larga historia que amenazaba con extenderse eternamente.

Portezuelo del Viento no se construirá, de acuerdo a lo que se da por hecho en las propias tierras mendocinas luego de que Alberto Fernández terminara con las esperanzas de un laudo a favor de la provincia cuyana.

En consonancia con el sostenido e insistente pedido de La Pampa, respaldado además por otras tres jurisdicciones provinciales, la Nación dispuso la imprescindible necesidad de que se haga un estudio de impacto ambiental cuyos resultados en realidad están cantados: la obra que se diagramó originalmente es inviable desde varios puntos de vista.

De manera suficiente se ha explicado que el proyecto original de Portezuelo está absolutamente desfasado, y no solo es inviable desde el punto de vista técnico y ambiental, sino que no reconoce fundamentales datos de la actualidad histórico, por lo que también tiene obstáculos desde lo económico y desde lo político.

Lejos de comprender esa realidad e insistiendo en la miopía que ha caracterizado a la dirigencia mendocina en pleno, hasta una senadora oficialista salió al cruce de la decisión, pero con argumentos impresentables, acusando a La Pampa de haber llevado adelante “un capricho”, cuando lo que hizo fue defender el río Colorado para que no le ocurra lo mismo que con el saqueado Atuel.

La puesta en escena del anuncio también contribuye a que el rol presidencial en la historia sea evaluado positivamente por quienes en estos largos años sostuvieron la lucha por los recursos hídricos pampeanos.

No fue así de fácil desde un principio: Alberto Fernández arrancó mal parado cuando para respetar una normativa heredada del gobierno anterior siguió enviando multimillonarias remesas de dólares a Mendoza para construir la obra, aunque finalmente ese dinero tendrá que ser destinado a otros emprendimientos.

En los primeros pasos de ese proceso, el presidente y el gobernador tuvieron que soportar incluso una aparición de Carlos Verna, que como exgobernador que puso la problemática de los ríos en la agenda estatal y como indiscutido líder del peronismo pampeano salió a lamentar en tono incluso grotesco el accionar nacional.

Todo eso parece haber quedado atrás, aunque sin embargo -como han advertido diversos organismos y protagonistas- La Pampa tendrá que prestar atención a lo que viene, puesto que Mendoza nada deja librado al azar y es capaz de aprovechar cualquier vacío o distracción para arriar agua a su molino.

En ese sentido, habrá que mirar con lupa los proyectos e iniciativas que aparezcan ahora para hacer uso de las multimillonarias inversiones que la provincia cuyana sigue teniendo a su disposición para el área hídrica y energética.

…y una de arena…

6b

El monto de las penas aplicadas por el Tribunal Oral Federal a los delincuentes Carlos Reinhardt y Luis Baraldini estuvo por debajo de las expectativas: los 12 años de prisión y 18 años de cárcel que recibieron, respectivamente, incluso están muy por debajo de la solicitud del Ministerio Público Fiscal.

El limitado alcance de la “Justicia”, esta vez, ya tenía una limitación en la cantidad de acusados sentados en el banquillo: apenas quedaron dos de los sietes que originalmente debieran haber estado en ese lugar, puesto que 4 perdieron la vida en ese proceso y otro fue marginado del debate por razones de salud.

Como ya estaba sabido de antemano que los profundos alcances de “Justicia” se veían complicados, el Tribunal Oral Federal sí estuvo a la altura de las circunstancias para garantizar que los otros aspectos enriquecedores de este proceso -la Memoria y la Verdad- tuvieran una potencia suficiente como para generar un efecto “sanador”, que es la palabra que eligieron algunas de las propias víctimas para describir las sensaciones que dejó el juicio.

También en la semana anterior se había dispuesto que Reinhardt fuera a una cárcel común, además como un proceso en el que quedó muy en evidencia la miserabilidad de los acusados, unos tramposos empeñados en pasar a la historia como mentirosos seriales, manipuladores y cínicos.

Mucho más allá de las disposiciones formales de la sentencia, el tercero de los juicios fue un momento histórico que contribuyó al reconocimiento de la verdad y especialmente a la puesta en visibilidad de un punto que estaba bajo la alfombra: el reconocimiento de los delitos sexuales que se cometieron en ese marco.

Significó además una suerte de paso para cerrar un ciclo, como señalaron incluso las personas que se volvieron caras visibles de esa lucha: Raquel Barabaschi y Juan Carlos Pumilla fueron especialmente quienes pusieron todo durante largos años y redondearon este largo proceso con la justa interpretación de que se hizo todo para que quede desterrado el mito de que “La Pampa fue una isla”.

Ellos también marcaron una huella que requiere continuidad, y que quedará en otras generaciones, como han planteado esos mismos protagonistas estelares, y como quedó marcado también en este juicio con la aparición de la joven fiscala Iara Silvestre que hizo un aplaudido aporte, y con la participación de una abogada querellante de menos de 30 años de edad.

Ese cruce generacional abre alguna expectativa de que alguna vez pueda revisarse más seriamente lo ocurrido antes de que comenzara la dictadura y cuando actuaba la Triple A: ese período que sí se ventiló, por ejemplo, en los juicios de Bahía Blanca pero que en La Pampa no ha sido puesto bajo la lupa, también porque afecta a la dirigencia del partido mayoritario y gobernante.

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