Opinion

Editorial: Ciertos signos de reactivación y el riesgo de más palos en la rueda

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Un año especialmente complejo termina con algunos índices positivos en cuanto al desempleo y la producción, aunque con una tercera ola de coronavirus amenazante y la riesgosa e insistente actitud opositora de paralizar algunas acciones institucionales.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

El inicio de un nuevo año genera necesarias expectativas y abre nuevas perspectivas para el desarrollo de ideas, potencialidades y producciones, tanto a nivel personal y familiar como en el contexto de pertenencia a una población.

En el caso puntual de La Pampa, un año especialmente sufrido y cargado de las peores noticias como 2021 se va sin embargo con algunas evidencias de ciertos repuntes: una caída en el índice de desocupación y cierta reactivación de algunos sectores de la economía abren la puerta a un optimismo siempre relativo.

El gobernador Sergio Ziliotto, en el tradicional brindis de cierre de año, confirmó que la provincia ya mejoró su nivel de producción previo a la pandemia y dejó algunas definiciones que describen el ánimo con el que puede esperarse el tiempo por venir.

A la vez, esas aparentes buenas nuevas son matizadas con la inquietud que genera la multiplicación de los contagios de coronavirus, por más que la etapa actual muestre que las consecuencias parecen menos graves -aunque mucho más contagiosas- que las anteriores.

Sí parece haber una definición que cruza a las autoridades estatales de todas las jurisdicciones, también a la luz de lo que la comunidad ha expresado de diversas formas en todo este tiempo: la decisión de no paralizar la economía con restricciones o limitaciones a la actividad resulta ser ahora un objetivo prioritario.

En algún momento se planteó incluso desde las más altas esferas la aparente dicotomía entre defender la economía y defender la salud: a la luz del camino recorrido, de la respuesta social y también de las circunstancias que representa la nueva variable del COVID-19, queda la sensación de una postura diferente de los gobiernos, menos predispuestos a establecer limitaciones o prohibiciones.

En ese sentido, no hay dudas de que una de las guías que encuentran las autoridades es la que marcó el voto de septiembre y octubre, cuando en general la población manifestó entre otras cosas su queja y sus enojos con ese tipo de recortes a la libertad, por más bien intencionados que estuvieran.

Aun así, e independientemente de la mirada mayoritaria, también merece decirse que ciertas medidas sugeridas por las autoridades sanitarias estuvieron en su momento a la altura de la circunstancia y la necesidad, y por más que hayan recibido el repudio de una porción social eran las que correspondían.

Se llegó a tal punto que en época de noticias falsas resultó muy sencillo para determinados personajes instalar como verdad revelada auténticos disparates y absurdos.

En esta nueva ola no debe perderse el equilibrio: el Estado está muy dispuesto a permitir el desarrollo de la producción y de la economía, pero debe impulsar desde sus campañas y también desde sus normativas algunas formas de cuidado general porque la teoría de que la variable ómicron contagia mucho pero no es tan fatal ni demanda tantas internaciones es apenas una mirada muy parcial de un fenómeno todavía poco conocido.

…y una de arena…

6 arena

El diseño institucional que dejaron las últimas elecciones legislativas no encierra en sí mismo grandes riesgos porque finalmente se supone que es el fruto de la acción democrática de la ciudadanía.

Sin embargo los tonos que se utilizaron en la campaña e incluso los objetivos que se pusieron como prioridad en algunos casos durante esa actividad proselitista ya permitían abrir el paraguas entonces y actualmente están trazando un escenario donde las preocupaciones son justificadas.

A la salida de una semana en la que la oposición dejó sin Presupuesto al Gobierno nacional, con las argumentaciones y excusas que se quiera pero dejando en primer plano su irresponsabilidad, se han vuelto a generar en el Congreso nacional, pero también en el pago chico, algunos episodios que auguran un tiempo cargado de conflictos.

Sobre todo porque en unos pocos meses el clima de tensión irá en aumento a medida que se acerque el tiempo electoral, además sacudido por internas en las propias coaliciones, que en lugar de enriquecer los debates abren el juego a chicanas, trampas y hasta juegos más propios de la mafia que de la democracia, como los que movilizan en estas horas a la dirigencia del macrismo.

Tras el rechazo al Presupuesto nacional (medida que las oposiciones imitaron en la provincia y en la ciudad, aunque sin la misma incidencia porque no cuentan con una mayoría necesaria para poner palos en la rueda), la oposición vivió el papelón de una sesión legislativa en que las cosas le salieron al revés por su falta de previsión, su improvisación y el faltazo –en algún caso insólito y farandulesco– de quienes tenían que ocupar bancas y alzar sus manos.

Más vergonzoso resultó en ese contexto el despliegue mediático en tono de reto: los medios del establishment porteño ocuparon el rol de patrones de quienes desde la oposición son "representantes del pueblo": esa bajada de línea castigaba la ineptitud para defender el bolsillo de los sectores más acaudalados, una minoría a la que con el voto oficialista se le incrementa ni siquiera tan sensiblemente un tributo que opera sobre los patrimonios.

Como en el Senado esa votación terminó del mismo modo, con la aprobación por parte de la mayoría oficialista, la alianza Juntos por el Cambio no tuvo mejor idea que terminar el año acudiendo al Poder Judicial, con la pretensión de que esa sesión quede anulada.

Más allá de lo que ocurra con el planteo puntual, y también al margen de este debate concreto, esa conducta resulta una suerte de advertencia o puntapié de lo que la oposición promete para el futuro: esas circunstancias ya han ocurrido en otros momentos y el resultado ha sido un fiasco no para algún sector partidario en particular sino para la población en general, que queda como rehén de esos comportamientos oportunistas y ventajeros.

Si se incrementan esas posturas, quizá la única salida positiva es que en algún momento la propia dirigencia cobre conciencia de que esa tendencia al daño puede repercutir negativamente en su propio capital político y electoral.

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