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La pospandemia se inició con una boda muy particular en el club La María Luisa. Una idea loca de dos hombres enamorados, tirar la casa por la ventana y brindar un mensaje de lucha por la diversidad sexual desde un salón chacarero rescatado del olvido y la memoria.
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EL DIARIO digital
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La de Silvio y Javier es una historia de amor. El año pasado se enteraron de que el salón del club La María Luisa, en Colonia Sabadell, había quedado armado para un baile, pero la pandemia y el aislamiento obligatorio que se declaró, ya hace dos años, dejó la fiesta en suspenso. Y, como una locura que no acepta imposibles, rápido nació la idea de celebrar en ese lugar su boda, como una prenda de amor, pero también como un mensaje y un homenaje en la lucha por la diversidad sexual.
Silvio Sierra nació en Macachín, tiene 41 años, y en su niñez, alguna vez fue mascota del equipo de fútbol del club La María Luisa, que está a 15 kilómetros de la localidad. Sus familiares tienen un campo en la zona, La Dorita. Javier Herrero tiene 42 años, es de Pergamino. Viven en Ciudad de Buenos Aires y hace once años se enamoraron en un recital en la costanera sur, en Buenos Aires. Los presentaron unos amigos en común y comenzaron a salir y a disfrutar de la vida compartida, se fueron enamorando poco a pocos.
"Recorrimos un lindo camino de muchos años de confianza y amistad y amor compartido, así que nos parecía que era una decisión hermosa la de casarnos después de este tiempo", explica Javier, que se contactó con El Diario para dar testimonio de la historia de vida de la pareja.
Una idea loca
El pasado fin de semana se tomaron un avión y durante tres días festejaron su boda "gitana" en la tierra natal de Silvio. Eligieron el salón de Colonia Sabadell. Para eso, con familiares y amigos, se arremangaron para limpiar y ponerlo en condiciones para una gran fiesta.
"Mis padres y mis tíos siempre iban bailar ahí. Yo de chico iba con ellos a los bailes de la colonia", cuenta Silvio, durante una entrevista en Radio Nacional. Hubo invitados de Rosario, Buenos Aires, la familia de Javier de Pergamino. También viajaron dos amigas de Madrid y de Barcelona
"Teníamos muchas, muchas ganas de celebrar después de dos años de pandemia durísimos, mantuvimos círculos chicos de amistad y de encuentro. Nos pareció espectacular una fiesta para reencontrarnos todos", dice Javier.
"El lugar, un club de campo con viejas tradiciones, que quedó frenado en el tiempo. Es mágico", agrega. Y confiesa que "un poco surgió la boda ahí por la nota que salió en el diario por el baile que no había sido, que nos mandó un hermano de Silvio al grupo de wasap de la familia. Silvio me dijo ''''hay que hacer el casamiento en este lugar, es hermoso y nos pareció un desafío".
"Realmente es un lugar mágico", apoya Silvio.
Orgullo y vals de la diversidad
Javier es productor de televisión, trabaja para Mandarina. Además, estudia locución. Juntos tienen una marca de ropa interior para hombres que promocionan por las redes y se llama "Silviosierra".
"Trabajamos mucho en nuestro emprendimiento. Nos encanta todo lo que sucede con ese espacio que si bien es una marca de ropa se transformó en un espacio de militancia, armamos nuestra comunidad en redes, hablamos de diversidad y cosas que nos interpelan y nos interesan", dice Javier.
No se olvida de mencionar que estuvo en la plaza del Congreso cuando en 2010 se sancionó la ley de matrimonio igualitario.
"Fue una conquista. Estar un poco más cerca de la igualdad y de las condiciones del común de la gente. Lo veía muy lejano. Pero con felicidad y emoción, hoy pudimos concretar nuestro matrimonio. Nos parece muy interesante que sea en un pueblo de 5 mil habitantes, rural, del interior del país", destaca.
"Durante tres días se vivió algo muy lindo. Se habló de diversidad, de igualdad, de la comunidad LGBT. Fue una boda gitana de tres días, espectacular", cuenta.
Para Silvio, el momento más emocionante de la fiesta fue el vals. "Fue igualitario, todos bailamos con todos", dicen.
"Estábamos bailando y mi padre me sacó a bailar. Bailamos todos, empezaron a sumarse y a disfrutar. Está buenísimo porque somos una generación que vivió una linda transición", confiesan.
Una lucha que no cesa
Javier se manifiesta "agradecido con los integrantes que militaron y participaron de las marchas del orgullo. Ellos abrieron el camino para que esto suceda. Estamos felices, y nos sentimos en la obligación de siempre estar orgullosos y contar lo que hacemos. Todavía hay mucho camino por recorrer".
En ese sentido, mencionó el caso de la violación en manada de una mujer en Palermo. "Falta mucho para terminar con estas violencias contra la mujer, con la homofobia. Hay que seguir marchando y militando, dando visibilidad", concluyen.
Fotos: Agustina Malvicino
