Tragedia en Realicó: familiares de las víctimas reclaman justicia
El sacerdote está acusado por un caso de abuso sexual simple, gravemente ultrajante y con acceso carnal, agravado por ser ministro de un culto religioso. En el primer día del juicio hizo uso del derecho de mantener silencio.
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EL DIARIO digital
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La víctima que denunció los abusos sexuales realizó un relato pormenorizado de los hechos en la primera jornada del juicio oral y público en el cual el cura Hugo Edgardo Pernini está acusado por abuso sexual simple, con acceso carnal y con el agravante de ser cometido por el ministro de un culto religioso. Por su parte, el sacerdote imputado utilizó su derecho a mantener silencio, no declaró, aunque podría hacerlo al final de la ronda de testigos.
El juez del debate es Gastón Boulenaz e interviene el fiscal Walter Martos y la defensora particular Vanesa Ranocchia Ongaro. La abogada Carolina Muñoz patrocina al denunciante. Este martes además declaró una profesional de la Oficina de Atención a la Víctima y otro profesional que estuvo a cargo de las pericias.
Este miércoles declaran tres testigos aportados por la fiscalía, entre ellos técnicos que realizaron pericias sobre celulares y computadoras. Luego habrá un impasse de una semana, tras lo que declararán testigos de abono aportados por la defensa del denunciante. Y el 23 de noviembre está previsto el cirre del debate.
Como consecuencia de la investigación previa, el fiscal Martos acusó al cura santarroseño Hugo Pernini. El sacerdote era capellán en la Unidad 4 de Santa Rosa y fue denunciado en 2019.
Hay unos 15 testimonios que respaldan la acusación y elementos informáticos, de cuya apertura se obtuvieron pruebas. Además se hicieron croquis del lugar donde ocurrieron los hechos, coincidentes con lo relatado por la víctima.
El denunciante fue un joven catequista que hoy tiene 31 años y acusó al sacerdote de haberlo violado en reiteradas oportunidades cuando era adolescente, en Santa Rosa. Según lo que contó la víctima durante la declaración deeste martes, los abusos ocurrieron en la casa contigua que ocupaba el sacerdote en la Iglesia de Luján, en la calle Lope de Vega. Allí concurría porque había ingresado al Grupo Espíritu Santo de esa parroquia.
El joven volvió a describirlo como “un depredador sexual” y aseguró que “todo hombre, adolescente o niño que había ido a la Iglesia de Luján, sabía” lo que sucedía.
