La Pampa

Editorial: Consenso por la carne y números que duelen

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La Pampa y otras provincias influyeron para que Nación tienda un puente con sectores de la patronal rural que aparecían enfrentados. En Santa Rosa-Toay los números de la pobreza son la cruel descripción de años sucesivos de políticas destinadas a generar desigualdad o que paralizaron la economía y la contención social.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

El acuerdo entre el Gobierno nacional y algunas de las entidades que representan a las patronales rurales y forman parte activa de la cadena cárnica abrió una puerta a las exportaciones y parece de alguna manera desactivar un conflicto que produjo más ruidos que soluciones.

Si bien la gestión del presidente Alberto Fernández hizo el intento de que una medida restrictiva permitiera en algún punto "cuidar el bolsillo de los argentinos", según el eslogan oficial que sostuvo la medida, los resultados tuvieron algún éxito muy parcial, y a cambio produjeron costos inesperados en diversos ámbitos, desde cierta parálisis de la actividad económica hasta un impacto en los resultados electorales.

La incidencia que en ese sentido tuvo la argumentación de los gobernadores que tienen contacto permanente con sus territorios terminó de convencer al Gobierno central de la necesidad de dar algún paso atrás, al menos con algunas de las limitaciones, con la idea de retomar conversaciones y mejores vínculos con esos sectores de la economía.

El papel que jugó el pampeano Sergio Ziliotto fue clave, según la descripción del proceso que hacen no solo las usinas oficialistas, sino que provienen también del reconocimiento de los frigoríficos y de empresarios involucrados en esa cadena que en la etapa previa ya habían hecho sonar su queja.

La designación de Julián Domínguez como ministro del área también fue un gesto que Nación pretende presentar como una suerte de renovación de las relaciones, además atada al anuncio de un programa agroindustrial que satisface demandas de algunos sectores -incluyendo a los más beneficiados de casi siempre- y provoca cuestionamientos de espacios de la producción que se autoperciben como "el otro campo".

No parece azaroso que en las mismas horas haya desembarcado el ministro Domínguez en La Pampa, provincia con la cual los guiños son más que evidentes, y lo hiciera con recursos bajo el brazo para el sector ganadero al que el propio gobernador había cuestionado en las semanas previas a las elecciones de septiembre.

El sector ganadero es importante en La Pampa no solo por el volumen de recursos que moviliza, sino también por la cantidad de personas que se involucran en ese circuito, ya sea como trabajadores del rubro, como vinculados desde lo comercial o como meros pobladores de un territorio común que perciben el buen o el mal momento de esa esfera en particular.

No hay ninguna duda de que la cuestión electoral influye necesariamente en esa toma de decisiones, en los cambios de tonos y en las reformulaciones de estrategias: eso también es la democracia, y es un modo que permite que la comunidad influya en la toma de decisiones de sus dirigentes, y que a la vez obliga a que las autoridades que persiguen genuinos réditos proselitistas tengan que escuchar las demandas de su población.

…y una de arena…

arena

Mucho más complejo que satisfacer a un sector empresarial y patronal será para los gobiernos (nacional, provincial, local) encontrar respuestas para la inaceptable porción de la población que está sufriendo la pobreza, según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Fruto de una seguidilla de años de parate económico, ausencia del Estado, promoción de las desigualdades, endeudamiento -y podrían seguir las descripciones- el conglomerado Santa Rosa-Toay presenta una pobreza del 36,8% por ciento, según se reveló durante la semana que se fue, con datos que se basan en una "foto" del primer semestre de 2021.

La cifra asusta y está a la altura de las peores de la historia: la etapa neoliberal que se extendió durante 4 años en que se multiplicaron los peores índices sociales y económicos, sucedida por una pandemia asociada a la cuarentena, pero también a políticas económicas erráticas o que dejaron de lado a quienes menos tienen, derivó en un estado de cosas lamentable, en el que además la indigencia para la misma región es del 9,6%.

La pobreza en Santa Rosa-Toay alcanza a 47.454 personas (36,8%) y a 12.033 hogares (25,8% del total). En la indigencia hay 3353 hogares (7,2%) y 12.423 personas (9,6%).

Más inquietante son las cifras si se analiza que la medición se realiza en la zona de la capital provincial, donde por el solo crecimiento poblacional y el funcionamiento de los organismos más importantes de la administración pública se generan mecanismos que suelen permitir algunas salidas laborales transitorias difíciles de encontrar en otro tipo de ciudades o localidades.

La pobreza creció 4 puntos porcentuales respecto de los datos del primer semestre del año anterior.

Esa realidad, que como se explica líneas arriba es mucho más difícil de solucionar que otras situaciones en que simplemente se atiende el interés de algún sector en especial, tiene inevitable impacto electoral, y de hecho lo tuvo en septiembre: el ausentismo es un grito de desencanto, incluso contra un sector político que en algún momento se ofreció como protector de esos espacios atacados en la etapa previa de la Argentina.

El peronismo -que por su histórica reivindicación de la justicia social y por algunos resultados concretos de ciertas gestiones se jacta de atender la demanda de esos sectores populares- perdió adhesiones que se fueron hacia el voto en blanco, o incluso a sectores de la izquierda, según una elemental y básica lectura de los resultados de septiembre.

También es previsible que, con el objetivo de castigar al oficialismo -que es lógicamente el que paga más platos rotos en una crisis-, otros votos se hayan ido hacia Juntos por el Cambio, tal vez sin medir las consecuencias.

Justamente ese espacio político (liberal y de derecha) es el que tomó más medidas drásticas para ajustar sobre los sectores trabajadores y menos favorecidos, y concibe a la desigualdad social como parte central de su mirada del mundo, maquillándola a veces bajo conceptos como la "meritocracia", pero haciendo hincapié en que hay sectores sociales que solo tendrán derecho a algo de dignidad en el momento -que nunca llega- en que a los de arriba de la pirámide les "derrame" algo.

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