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El volante Juan Mauri habla de su historia de vida en el fútbol, la que le permitió llegar a Primera.

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EL DIARIO digital

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Juan Mauri es callado, de perfil bajo, alejado de las redes sociales y de todo ese mundo “artificial” de la vida cotidiana. Adentro de la cancha su comportamiento es muy similar: cumple, juega simple, hace lo que hay que hacer. No vende humo. Tal vez si lo hiciera se le abrirían más puertas, pero él decide ir por su camino. “Estoy pintando la casa acá en Realicó, menos mal que llamaste así dejo un poco de trabajar”, dice Juan, entre risas, mientras se escucha una amoladora detrás.

Desde hace unos años, para algunos, Juan es el hermano de José. En cambio, para los que lo han visto jugar, Juan es Juan Alberto Mauri. Un mediocampista inteligente, con calidad, que desde el eje central conoce todos los movimientos de su equipo. Hoy, a los 31 años, el futbolista nacido en Realicó puede mirar hacia atrás y observar el camino recorrido, pero decide mirar al futuro donde todavía le quedan algunos años en el fútbol profesional.

Surgió de Ferro de Realicó, jugó en Primera con Olimpo de Bahía Blanca donde enfrentó a San Lorenzo, Independiente, Estudiantes y Argentinos, entre otros. Pasó por el fútbol pampeano: Independiente de Arauz -campeón de Liga Cultural-, General Belgrano y Ferro de Pico. Formó parte de un inolvidable equipo de Tiro Federal de Bahía Blanca en el Torneo Federal A. Vivió en España e Italia.

Entrenó con las estrellas del Milan. Jugó en el Palermo, el equipo donde supieron brillar Paulo Dybala, Javier Pastore y Edinson Cavani. Son apenas algunas de las historias que ha vivido el pibe -ya padre- del norte pampeano. “Mi señora me dice que observe todo lo que he vivido en el fútbol y como que no me doy cuenta, para mí es algo natural. Tal vez en el futuro le cuente a mis hijos, pero ahora no tomo dimensión”, sostiene mientras entrena junto a su hermano José a la espera de una propuesta.

- ¿En el fútbol de hoy se complica conseguir club sin representante?

- Yo sí tengo, que es el que antes tenía mi hermano. él ahora cambió. La verdad que sí se complica, siempre el representante tiene llegada a los clubes. Si te tenés que ofrecer en los clubes es complicado. Salvo Messi, hoy en día todos tienen que tener representante. En la actualidad con la pandemia se ha complicado el mercado. Ya venían mal los clubes, pero con lo del COVID-19 ahora están con el “respirador”.

- ¿Qué pensás de los clubes como Sociedades Anónimas?

- Siempre digo, si yo tuviese plata no agarraría nunca un club. Es un negocio para algunos, pero si un día se le canta no pagarte más, no venir más o dejar el club, se van y dejan todo fundido como le ha pasado al Palermo un año atrás, como le pasó al Parma y como le sucedió a otros equipos importantes. Es negocio para los dueños que pueden llegar a hacer alguna venta de un jugador, pero no para los hinchas porque a veces juegan con los sentimientos. No les importa si el club queda en la A o en la D. Es distinto a lo que pasa en la Argentina. Acá el socio puede ir a la cancha, puede ir a los museos del club, entrar a la sede. Allá es todo negocio: vas a una cancha y pagás una entrada, vas al museo y pagás la entrada, tomás un café en la sede y lo pagás.

- ¿Cómo vivieron estos tiempos del COVID en Italia?

- En la ciudad de Palermo, al sur, no había tantos casos. Cuando me comunicaron en el club que no iba a seguir y a raíz de un problema familiar de mi señora, nos propusimos buscar un vuelo para volver a Argentina. Había un vuelo desde Alemania, pero era una locura hacerlo, finalmente salió uno desde Roma, llamamos al Consulado, presentamos los papeles y nos vinimos el 15 de junio. No nos reprochamos la decisión porque fue una decisión del corazón, por una cuestión familiar. Estamos contentos. Yo me fui hace 15 años de Realicó y sigo extrañando. No es lo mismo pasar una pandemia en Buenos Aires que en La Pampa, acá estamos tranquilos, siempre disfrutamos.

- ¿Qué evaluación hiciste de tu paso por el Palermo?

- Hicimos un buen campeonato, era un muy buen equipo, se había armado para ascender y que quede una base para el próximo año. En lo personal el sabor fue amargo porque hubiese querido jugar más. Entiendo que cuando el equipo anda bien y gana 10 o 12 partidos seguidos, no se puede tocar mucho. Estoy contento porque las veces que me tocó jugar las hice bien, hasta hice un gol de penal que, sin muchos minutos, me dieron la confianza para patearlo. Hacía mucho que no metía un gol. Cuando jugué lo hice bastante bien.

- ¿El Palermo es grande?

- La ciudad es la quinta ciudad más grande de Italia. Yo había jugado en Olimpo en las canchas de Newell’s, Independiente, estuve en el banco en la Bombonera, tenía esa experiencia de jugar a cancha llena. Allá jugué en la Serie D con 20.000 personas y te mueve el piso. Los hinchas tienen locura.

- ¿Qué recuerdo tenés a la distancia de tu paso por Olimpo?

- Siempre tuve el sueño de jugar en Primera desde chico. Hace un año tenía el sueño de volver a Olimpo. Hace dos años, cuando estaba en el Nacional B, estuve a punto de volver. Siempre estoy agradecido y contento porque me abrió las puertas y conocí lo que es jugar en Primera. Yo en ese momento no caía dónde estaba. Mi señora me decía: no te das cuenta lo que causás en alguien. Y le decía que no, para mí era algo común ser un futbolista de Primera División. Algún día les contaré a mis hijos que jugué en Primera División. Estoy contento, pero me hubiese gustado jugar más.

- ¿Charlaron con tu hermano de jugar en un futuro en Ferro de Realicó?

- Sí, siempre en los asados decimos que estaría bueno, pero yo soy ocho años más grande (risas), no sé cuándo va a terminar la carrera de él. Tal vez como técnico y jugador (risas). Dijimos un par de veces que vamos a terminar jugando juntos. Mi idea siempre fue volver porque jugué poco en Ferro.

- Si sale ahora un club de la Argentina, ¿te quedás?

- Sí, si la propuesta es buena, sí. Obviamente que económicamente hoy conviene jugar afuera, pero si no la hice en diez años a la diferencia no la voy a hacer ahora. Yo voy atrás de la pelota, si me conviene me voy o si me conviene me quedo. Son los últimos años. Ya pensé mucho en mí, es tiempo de pensar en mi familia.

Charlas de hermanos

“En su momento, cuando él estaba en Italia, me decía que quería jugar en el fútbol argentino y saber cómo era. Yo, por mi poca experiencia, le decía que era totalmente distinto el vestuario y el ambiente allá que acá. Le decía que si en algún momento tenía la suerte de vivirlo, se iba a dar cuenta y hoy te lo dice. Solo le dije que se cuide porque no es lo mismo estar acá que en Europa. Allá vos salís a un boliche y nadie te dice nada”, cuenta Juan en relación a su hermano José.

“La diferencia es la gente, acá te rodean para pedirte fotos, autógrafos o putearte. Allá se respeta más la privacidad. Acá es más pasional y el vestuario es totalmente distinto. Mi hermano vivió lo del Milan que había varios argentinos, uruguayos y sudamericanos, había música en el vestuario, pero eso no es normal en Europa. Acá nos cambiábamos, tomábamos mate, jugábamos al fútbol tenis y poníamos música, allá ni se te ocurra hacerlo. Me acuerdo en la final en Japón entre River y Barcelona en 2015. La estaba viendo mientras nos cambiábamos, vino el capitán y me apagó el partido. Le dije ‘¿por qué me lo apagás?’. Me dijo: ‘Tenemos que pensar en el partido’, y le contesté: ‘En el partido pienso cuando entro a la cancha a entrar en calor’. Al final no lo pude ver”, relató.

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