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A un año de un día histórico para el sóftbol

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El 23 de junio de 2019 Argentina conquistaba el mundial con un pampeano como protagonista.

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EL DIARIO digital

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En la historia de los campeonatos mundiales de sóftbol nunca un campeón había sido de habla hispana. Tuvo que llegar un grupo de jugadores, acaso la camada más formidable que nació nunca en esta tierra, para conseguir la primera estrella en Praga, República Checa.

Después de 54 años Argentina puso su nombre junto a países como campeón mundial junto a

Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos y Canadá.

Ese domingo 23 de junio de 2019, con un frío intenso en Argentina pero con un calor empapado en drama se jugó la final en Praga, República Checa. Y ahí estuvo el equipo nacional para tomar revancha ante Japón, ganador en la fase de grupos 8-4, y dar el golpe hacia la gloria eterna, esa que nadie podría borrar jamás.

Con un extraordinario Huemul Mata Carabajal en el círculo de lanzamiento, el equipo dirigido por Julio Gamarci reaccionó y, tras perder 2-0, igualó, forzó s el juego decisivo a extra inning y se impuso finalmente 3-2. Es en ese agregado al período reglamentario cuando la delgada línea separa a los nerviosos de los calmos, a los opacos de los brillantes, y a los comunes de los distintos, Mata lanzó a más de 100 kilómetros y miró como la bola conectada por Tsukasa Oishi era alzada por Federico Eder (artífice de una doble matanza que se convirtió en la jugada de la final) y servida en bandeja a Manuel Godoy para que Argentina anote su out número 30 de la noche, el más importante en todo el campeonato. “Mata, magnífico” dijo el relator mientras el lanzador pampeano se abrazaba con Bruno Motroni, tal vez el mejor receptor del campeonato.

En esa histórica definición, Meemu Mata tuvo 17 ponches sobre las amenazas niponas. Recibió cuatro imparables en 143 lanzamientos, otorgó seis bases por bolas, permitió dos carreras y sus disparos promediaron 125 km/h. Y lo que es mejor: en la planilla de la final quedó como vencedor del juego sobre Reo Koyama, quien cargó con la derrota.

El camino

Argentina llegó a República Checa con la idea de ingresar en playoff. Julio Gamarci armó de un rompecabezas una pieza sólida, capaz de reunir todas las condiciones para, por qué no, dar el gran golpe.

Un equipo maduro capitaneado por Bruno Motroni, rodeado de un staff de pitcheo sin súper estrellas pero con capacidad para resolverle problemas a Gamarci: Juan Potolicchio, Román Godoy, Pablo Migliavacca y Huemul Mata. Sin embargo esta Argentina medida con la precisión de un sastre por el cuerpo técnico, tuvo a los mejores y más peligrosos bateadores en toda su historia: Alan Peker, Teo Migliavaca, Bruno Motroni, Mariano Montero, Manuel Godoy y la lista sigue… Esta propuesta de un sóftbol rápido, pero también pensado a partir de la gran capacidad ofensiva por los altos porcentajes de bateo, sostenida con un pitcheo que fue de menos a más, convirtió a la selección en una real amenaza al campeonato.

Inició su camino con un 8-0 ante Botsuana pero al segundo día de acción, Japón se impuso 8-4 sin ser arrasador. Llegó la recuperación con triunfo KO sobre Filipinas 15-0, vino luego una victoria 6-3 sobre el local, República Checa; un ajustado 3-2 sobre Cuba y el aplastante –e impensado- 11-1 sobre México, y un final de fase 6-4 sobre Nueva Zelanda en un partido que será recordado siempre, no solo por la reacción en el marcador (4-1 abajo) y el cuadrangular de Bruno Motroni con dos en base en el séptimo, sino porque le permitió finalizar segundo en el GA detrás de Japón.

En la segunda ronda llegaron las soberbias victorias sobre dos campeones mundiales, Estados Unidos 9-0 y Canadá 7-0, para superar finalmente 3-2 a Japón con esa carrera decisiva de Mariano Montero y el out final a Oishi para alzar la copa, tan hermosa como la historia de este deporte en un país que mayoritariamente imagina y piensa su vida deportiva en fútbol. El sóftbol y un grupo de soñadores que planificaron el camino a la gloria, demostraron que hay lugar para escribir y contar otras historias afuera de un círculo de cal con 22 protagonistas con la vista clavada en un balón número cinco.

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