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ALBERTO SZPUNBERG

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Por Nilda Redondo*

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EL DIARIO digital

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El poeta guerrillero, poeta exiliado, poeta místico y comunista. Hace unos pocos días ha fallecido. No celebro la muerte: celebro al poeta para que se lea, se conozca, de diluya entre nosotrxs.

Conocí la poesía de Alberto Szpunberg a través de Edgar Morisoli. Me alcanzó la obra completa - Como sólo la muerte es pasajera, poesía reunida- que acababa de publicarse en 2013 y yo la fotocopié. Después llegó a las escuelas de todo el país puesto que la Biblioteca Nacional de ese entonces compró 12.000 ejemplares y los distribuyó con otro grupo de grandes poetas y escritores argentinos: los puso en manos de los docentes y estudiantes que quisieran leerla; los envió a las bibliotecas de los colegios. Así todo poco se conoce Szpunberg y si se conoce poco se dice.

Este poeta tempranamente fue un militante de izquierda, de la Federación Juvenil Comunista por un tiempo. Por 1962 ya era un guevarista; por esa razón fue expulsado del PCA como sucedió poco después con Juan Gelman y otros intelectuales de la revista La Rosa Blindada.

Apoyó, siendo estudiante de Filosofía y Letras, a la guerrilla guevarista organizada por Jorge Ricardo Masetti: el EGEPE ( Ejército Guerrillero del Pueblo) y no siguió la suerte de la mayoría del grupo de jóvenes guerrilleros en Oran ( fueron salvajemente torturados, murieron de hambre en el aislamiento; los sobrevivientes, presos) porque iba “a subir a la montaña” unos días después de que fueran prendidos. Esto entre 1963 y 1964. Era el gobierno de Arturo Illia.

En La Rosa Blindada se publicó un homenaje a los masacrados. Gelman dirá “por fin hay muertos por la patria”. Entre los poetas que escriben está Alberto: publica tres poemas que incluirá en su libro El Che amor de 1965, dedicado al EGEPE.

Szpunberg tuvo una doble vida: en la legalidad estudió letras en la UBA y trabajó como profesor. Fue Director de la Carrera de Lenguas y Literaturas Clásicas durante la Dirección del Departamento de Letras de Francisco Urondo en la UBA, en el “veranito camporista”, 1973. Antes había sido integrante de La Brigada Masetti que se incorporaron a las FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación), organización secreta que se disuelve en 1971. Luego se incorpora el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores- Ejército Revolucionario del Pueblo) y se inclina por la fracción 22 de agosto.

En 1977 debe partir al exilio y se instala en El Masnou, Barcelona, España. Retorna a partir del 2003 de manera progresiva puesto que su familia estaba en aquel territorio que lo acogió.

En 1981 publica Su fuego en la tibieza, dedicado a La Brigada Masett. Había pasado mucho tiempo desde El Che Amor. El intenso tiempo de la lucha revolucionaria, la derrota y la desolación estampada en cuerpos y almas por el genocidio. A partir de entonces publica su obra en España. En 2007, en Lucha armada en Argentina aparece una parte del poema Traslados que vuelve a reelaborar en Notas al pie de nada ni de nadie (2007) y nuevamente Traslados de 2012.

Este poeta judío marxista guevarista y místico nos dice que el motor de la revolución es el amor; que las palabras pesan-tienen su peso específico- por lo que está convencido de que su poema “Marquito” de El Che amor fue causa de impulso a la lucha revolucionaria a lo largo y lo ancho de América. En este sentido coincide con el poeta salvadoreño Roque Dalton. La valoración de la palabra está hecha en uno de sus poemas a propósito de jugar con la afirmación de Carlos Olmedo- el brillante filósofo guerrillero fundador de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias)- quien sostuvo: las armas pesan pero no piensan. Interesante afirmación de un guevarista guerrillero, “foquista”.

Szpunberg dice que su poema es el foco y de Guevara reivindicaba su férrea voluntad, esa que el mismo Guevara reivindica en la carta a sus padres en la que les dice de esa voluntad está portada por sus débiles piernas de alguien asmático.

El poema “Marquitos” lo acompañó siempre, por eso es epígrafe y a la vez aparece desgranado a lo largo de Traslados. Marquitos nos representa la imagen del jovencito desgarbado que toma las armas y es hermoso; era su amigo Marcos Szlachter que se incorporó al EGEPé y murió de hambre en Orán:

(…)

vinieron después los compañeros a decirle

tiemblen que soplan vientos fuertes

entonces él tomó la tarea

de reincorporarse armarse componerse

apiló la cabeza las manos ambos codos

los pies y desde barría los pájaros agujereaba las nubes

bajaba las hojas y era hermoso

entre todos sostenían los sueños

y él tiraba tiraba fortificado

Szpunberg ha comprendido la profundidad del consenso que brindó la población a la fragmentación absoluta de los revolucionarios. El poema que dedica a Jorge Bellomo, “Respuestas” su compañero de La Brigada Masetti e incorporado el ERP 22, nos nuestra un cuerpo hecho trizas por una bomba y una semilla disparada en el tiempo. También la indiferencia de los vecinos: el congelado aislamiento de las víctimas del terrorismo de Estado y del genocidio:

¿Qué pasaba en el país cuando en esa madrugada de Cañuelas una carga

explosiva sembraba por la historia los restos del petiso y volaban sus

manos atadas su zapatilla izquierda sus ojos vendados su espalda agujere-

ada con un calibre ahora inmenso como el sumidero mismo del cielo que

lo atraía desde antes que sus pestañas su sangre su bolsillo su pañuelo su

zapatilla derecha volvieran a la tierra para convertirse en boca en qué geo-

grafía prescindible en qué baldío de tantos en qué lata de multigrado

donde algún ex metalúrgico calentó el mate cocido ahí junto al rancho

donde se posó una pestaña del petiso como venida de volar una aventura

a un costado de la ruta y qué puede resolver una pestaña en el mate coci-

do sino girar girar entre las manos que aprisionan el calor con toda la tor-

peza del hambre y del sueño?

(. . .)

cuando su cuerpo se expandiera como una consigna justa que algún día

tronará aunque en la madrugada precisa nadie salió a ver qué era ese

estampido y ninguna mujer temió porque lloviera y salió a descolgar la

ropa ni notó esos pájaros o alas como sombras de pájaros que se expan-

dían en el aire como huesos disparados como eslabones reventados como

semillas del petiso como gotas de qué sangre me van a hablar si en esa

madrugada nadie escupió ni llovió ni tronó y la ropa siguió en el patio

hasta que el sol la entibiara junto a todas las cosas de Cañuelas o sea los

hombres como ser hombres o acaso huesos de un hombre un pañuelito

esquirlas o acaso perros que habrán ladrado?

(…)

Szpunberg nos ha congelado en el tiempo la monstruosidad de los vuelos de la muerte con “Traslados”:

Vuelven, se van pero vuelven, caen al mar pero se elevan por los cielos, son

nuestra sombra, y se expanden de noche pero, al mediodía, se agazapan

bajo nuestros pies y, cuando más los pisoteamos, más se aferran a nuestro

desprecio y por la noche vuelven:

a qué, me pregunto, si el cielo, desencajado, se despliega en esos ojos que,

abiertos para siempre, lo contemplan desde abajo:

ni él ni nadie entiende qué son esos cuencos vacíos, abandonados por la marea

en la playa con todo un gesto de puntual desmesura

(…)

Este poeta desmiente a los que dicen y dijeron que la verdad revolucionaria está reñida con la belleza; que la lucha armada opaca las voluntades poéticas puesto que aquí sucede al revés: el poeta permanece despierto, sensorialmente despierto y nos cuenta con su poesía, nos envuelve con sus sensaciones: en este caso, del revolucionario, del perseguido, del exiliado: ese ser que se desgarra entre un territorio amado que lo expulsa y un nuevo territorio al que hay que aprender a amar.

(*) Autora de La voz popular y el concepto de patria (2015) en el que un capítulo se dedica a Szpunberg: “Rememoración de los orígenes de la guerrilla argentina y su poesía: Alberto Szpunberg”.

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