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La Pampa: inicio de la cosecha de girasol

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Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Hace unos días se dio inicio a la cosecha de girasol y la expectativa era importante ya que los potreros se veían en condiciones inmejorables. Conforme han avanzado las labores de recolección se confirmó la obtención de rendimientos excelentes, quizás un poco por debajo de la expectativa inicial pero muy buenos al fin. Los primeros datos obtenidos rondan entre 22 y 30 quintales de grano por hectárea.

Esto no solo es una buena noticia por la alta productividad, sino porque a su vez coincide con una elevada cotización del grano disponible, el que a su vez se ve mejorado por la materia grasa. Sin duda el girasol este año ha demostrado por qué es el preferido de muchos productores en ambientes semiáridos o subhúmedos. De hecho, La Pampa siempre fue un jugador fundamental de la producción argentina de esta oleaginosa. Lamentablemente con el advenimiento de la paloma mediana allá por el año 2011/2012, cuando no se pudo, no se supo o no se quiso actuar, paulatinamente este cultivo fue perdiendo superficie, con el consiguiente perjuicio para la economía del interior profundo provincial.

Durante las últimas campañas el problema de la paloma parece haber disminuido de manera considerable, al menos lo suficiente como para que se pueda pensar nuevamente en implantar girasol con un nivel de pérdidas por aves tolerable y compatible con la actividad económica.

Ya hemos descripto en otras ocasiones que la provincia de La Pampa tiene dos regiones claramente delimitadas por el tipo de suelo. Una de ellas es la planicie medanosa, fundamentalmente al este de la provincia y oeste de Buenos Aires, a la que se le suman algunos sectores de los departamentos Rancul y Conhello, y en el otro extremo la planicie con tosca.

La primera nombrada, como su nombre lo indica, se caracteriza por tener un suelo con fuerte presencia de arena y un perfil (profundidad) de suelo sin impedimentos para el crecimiento de raíces. En algunas zonas, cercanas al meridiano quinto, por la influencia del río y las mayores precipitaciones, se forman napas freáticas a profundidades tales que pueden ser aprovechadas por algunos cultivos con un poderoso sistema de raíces, como es el caso del girasol y la alfalfa.

En contraposición a esto, en la planicie con tosca encontramos suelos con menos proporción de arena, con más capacidad de retención de humedad por centímetro de suelo pero con un impedimento físico para el crecimiento de las raíces de manera subsuperficial (manto cálcico).

Ese manto de tosca puede estar a flor de suelo limitando totalmente la producción, o a mayores profundidades. Cuando este está por debajo de 1,2 metros de profundidad, deja de ser un problema para la producción, de hecho puede generar una "falsa napa freática", aprovechable para los cultivos, la cual está desconectado por capilaridad de la atmósfera.

Vale aclarar que el promedio de profundidad del manto cálcico en esta planicie es de 70 u 80 centímetros, valor que sí representa una fuerte limitante de la producción, sobre todo para cultivos de girasol, donde el crecimiento aéreo está fuertemente relacionado al crecimiento de la raíz. Dicho en otras palabras, todo lo que limite el desarrollo del sistema radicular del girasol impactará en la parte aérea y consecuentemente en la producción de grano.

Es por ello que si analizamos la agricultura de La Pampa por macroambientes, la región de la planicie con tosca es eminentemente triguera o con vocación de producir cereales de invierno, mientras que la planicie medanosa es mucho más adecuada para cultivos como el girasol.

De lo expuesto resulta fácil deducir que las altas producciones de girasol normalmente se encuentran en la planicie medanosa, sobre todo en la porción este de La Pampa donde tenemos influencia de napa freática, que hace las veces de "equipo de riego" para el cultivo establecido en ese lote. Sin embargo, producto de una campaña con buenas precipitaciones, en esta ocasión en particular la planicie con tosca está arrojando valores de producción por hectárea muy similares a los de la zona medanosa, quizás con algún techo más bajo cercano a los 25 qq/ha.

Para finalizar diremos que los productores que han podido aprovechar productivamente esta zafra de girasol deberían tratar de capturar la rentabilidad, ya que de a poco conforme avance la cosecha se corre el peligro de una baja en la cotización, a medida que la industria satisfaga su necesidad de semilla para molienda.

No podemos desconocer que, por la guerra entre Rusia y Ucrania, este último principal jugador en el concierto mundial de mercado de aceite de girasol, se espera una cotización sólida y con tendencia a la suba. Pero tampoco es menos cierto que se corre el riesgo de algún tipo de intervención del Estado nacional argentino que afecte la transparencia del mercado.

Con lo cual las cotizaciones actuales parecen más que adecuadas para cerrar negocio, máxime si analizamos que el girasol es un cultivo con mucha merma de peso por el paso del tiempo y que ocupa mucho espacio de almacenamiento.

Por último, si las variables geopolíticas continúan del mismo modo, se espera para la próxima campaña un fuerte incremente del área sembrada de girasol. Esto serían tres años consecutivos de aumento del área implantada con la oleaginosa, lo cual puede ser peligroso, ya que altos precios generan altas superficies de siembra, lo que para un cultivo con un mercado tan chico como el girasol puede devenir en una baja generalizada de las cotizaciones. Al final de cuentas todo dependerá de cómo y cuándo se resuelva el conflicto Bélico antes mencionado.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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