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Altos precios del girasol reviven el interés por cártamo

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Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Debido a la gran demanda mundial y por consiguiente al alto precio del girasol, todas las oleaginosas se han valorizado. El cártamo es una especie que sigue de manera directamente proporcional el precio del girasol, por lo que se ha comenzado a analizar todas las alternativas para poder incrementar el área de siembra de esta especie, a los efectos de capturar la rentabilidad que ofrece.

Este cultivo fue introducido en la década del 70, pero por el auge de los híbridos de girasol que coincidieron cronológicamente no se difundió, excepto en una pequeña área en el NOA.

Entre las varias oleaginosas que podemos cultivar en la misma época que cereales de invierno se encuentran la colza, el cártamo y el lino. De todas estas, las que más posibilidades tienen de prosperar son las dos primeras, pues aparentemente tendrían hoy un mercado seguro a través del cual colocar la producción.

Desde el punto de vista agronómico, el cártamo tiene algunas ventajas comparativas y competitivas con la colza, que seguidamente vamos a desarrollar y que hacen que merezca la pena considerar su posible introducción a la matriz de rotación.

El cártamo ("Carthamus Tinctorius") es una especie emparentada con el cardo, muy rústica, de bajo costo de implantación. La semilla es similar a la de girasol, aunque más pequeña y de distinto color (1000 semillas = 25-50 gramos). Posee una raíz que puede llegar a desarrollar hasta 2 metros de profundidad, lo que le confiere una gran resistencia a la sequía. Si se la establece en un lote profundo, completamente cargado de humedad, puede completar su ciclo con apenas 100 a 150 milímetros de lluvia.

Si bien prefiere suelos neutros, es una de las especies cultivadas más resistentes a salinidad. Es muy sensible a sufrir pudriciones en sus raíces, lo cual es un gran problema en zonas muy húmedas o mal drenadas. Sin embargo, se ha establecido el cultivo en lotes bajos donde prosperó muy bien.

La siembra es inverno-primaveral, sin embargo, con las experiencias que tenemos al respecto en La Pampa podemos afirmar que la mejor fecha de siembra es la última semana de julio o primera de agosto. En caso de tener que escoger otra fecha es conveniente adelantarla, pero no mas allá de la primera quincena de julio, y no atrasarla hasta principios de septiembre si no se quiere perder potencial de producción.

Se han realizado siembras en el mes de junio que originaron que la planta sufriera severos daños de heladas, con niveles de recuperaciones un tanto ambiguos. En cuanto a implantaciones durante los primeros días de septiembre, produjeron un desarrollo pobre y poco vigoroso del cultivo. Falta explorar qué ocurriría con otra estructura de cultivo, más adecuada a este tipo de siembras con menos espaciamiento y mayor densidad de semilla.

Requiere para su germinación una temperatura mayor a 4 grados centígrados y una profundidad de siembra de 4 a 6 centímetros. Se coloca alrededor de 20 a 25 kilogramos de semilla por ha. El espaciamiento entre surcos puede ser desde 30 a 70 cm. Se busca establecer alrededor de 60 plantas por metro cuadrado. Las plantas jóvenes soportan hasta 6 grados centígrados bajo cero de temperatura. Posee un ciclo de entre 115 y 180 días, dependiendo de la variedad. Se lo cosecha en el mes de enero.

La regulación de la cosechadora es similar a la que se realiza para girasol. En caso de estar muy enmalezado, se recomienda hilerar o desecar el cultivo para evitar dañar la calidad de la mercadería. La bibliografía lo resalta como una especie muy resistente al desgrane, en caso de demora en la trilla, pero se resiente la calidad como semilla, ya que las altas temperaturas del primer mes del año desnaturalizan algunos aceites y bajan el vigor de la simiente obtenida.

En este punto es preciso recordar que por tratarse de una especie autógama es factible por parte del amigo productor conservar semilla para uso propio sin perder las características agronómicas deseables de la variedad.

El fruto posee entre 30 y 40% de aceite y 35 a 50% de cáscara, dependiendo de la variedad. Una vez extraído el aceite, el producto residual posee gran valor como suplemento alimenticio para el ganado, con hasta un 38% de proteína.

Existen dos tipos de variedades: oleico y linoleico. El primero mencionado es el que goza de un mercado más desarrollado. Hay exportadores comprando la producción tanto sobre los puertos de Bahía Blanca como de San Lorenzo, con cotizaciones que, como dijimos anteriormente, copian el recorrido de la semilla de girasol. Es importante que no se mezclen variedades oleicas y linoleicas, ya que en caso de que ello ocurra prácticamente invalida la posibilidad de destinarlo a molienda, destruyendo casi por completo su valor.

En resumen, podemos decir que La Pampa es una provincia ecológicamente propicia para el cultivo del cártamo y esta especie puede devolverle al amigo productor las ventajas agronómicas que le provee el girasol pero en una especie no afectada por daño de palomas, se siembra durante el invierno y es plausible de conservar la simiente para uso propio.

(*) Ingeniero Agrónomo -(MP: 607 CIALP) Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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