Salud

Electricidad y radiaciones electromagnéticas: estos son los riesgos probados para la salud

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La electricidad y la radiación electromagnética pueden amenazar la salud, sobre todo cuando no se adoptan las precauciones necesarias. Sin embargo, algunos de los riesgos que se esgrimen con frecuencia son infundados.

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EL DIARIO digital

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Los efectos para la salud de la electricidad y las radiaciones electromagnéticas son una fuente de preocupación constante para muchas personas. Algunos de los temores que generan tienen un sustento real, mientras que otros responden a bulos de nuevo cuño o mitos asentados. Un experto en protección radiológica y una enfermera de urgencias nos dan las claves para conocer los verdaderos riesgos, prevenirlos y actuar en caso necesario.

Para empezar, conviene aclarar que se trata de dos cosas diferentes. La electricidad es un flujo de electrones a través de un medio que sea capaz de permitir su circulación. La radiación es la emisión, propagación y transferencia de energía en cualquier medio en forma de ondas electromagnéticas o partículas. Las radiaciones electromagnéticas se clasifican en ionizantes (rayos X, radiación cósmica) y no ionizantes (ondas de radio y televisión, microondas, luz visible…) y sus efectos para la salud son muy distintos.

Peligros de la electricidad: desde quemaduras hasta electrocución

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Los efectos de la electricidad dependen del tipo de corriente, la intensidad, el tiempo de contacto, la resistencia particular del cuerpo, la tensión y el recorrido de la corriente a través del organismo. Se pueden registrar daños indirectos, como golpes y caídas a causa de una descarga eléctrica, y directos, entre los que destacan las quemaduras y la electrocución. Esta última engloba los efectos más graves del paso de una corriente eléctrica por el organismo, especialmente el paro cardiaco y la muerte. Otras posibles lesiones son las siguientes:

La mayor parte de los accidentes domésticos por quemaduras eléctricas los sufren los niños, según confirma Melania Morán, miembro de la sección de divulgación de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) y responsable de enfermería del Centro Coordinador de Urgencias de Emergencias Sanitarias de Castilla y León. “Son los que suelen tocar sin conocimiento todos los aparatos eléctricos que puede haber por la casa, así como los enchufes o las regletas en las que tenemos enchufadas las lámparas o los cargadores de los móviles”. La mayoría de estas lesiones se producen en la boca y las manos.

En el ámbito laboral, precisa la enfermera, “los hombres jóvenes son los que más sufren accidentes con quemaduras eléctricas”

Qué hacer en caso de accidente eléctrico

En caso de accidente eléctrico en el hogar y en el lugar de trabajo, lo que nunca hay que hacer es tocar al afectado para retirarlo de la corriente eléctrica. La intención es buena, pero el resultado puede ser fatal. “Si entras en contacto con una persona que está electrocutada, te puede traspasar la corriente”, advierte Morán.

La experta en emergencias subraya que hay que seguir siempre la conducta PAS, que son las siglas de proteger, avisar y socorrer. Por lo tanto, lo primero es ponerse a salvo (proteger) uno mismo separándose de la corriente eléctrica y después llamar a los servicios de emergencias (avisar), al 112, para pedir ayuda. “Si todavía no has cortado la corriente eléctrica, te van a decir que eso es lo que tienes que hacer antes de acercarte a la víctima”. A partir de ese momento ya se pueden poner en marcha los primeros auxilios (socorrer), que se efectuarán con las indicaciones telefónicas que proporcione el médico o la enfermera del 112, que también se encargarán de enviar los recursos más adecuados para atender el accidente.

Una vez desconectado el cuadro eléctrico, el acercamiento a la persona electrocutada debe realizarse con cautela. “Hay que intentar no cogerlo por las manos ni por las axilas porque son zonas húmedas que pueden transmitir todavía corriente eléctrica”, indica Morán. La ropa o el cinturón son dos buenos asideros.

Si no es posible cortar la corriente, para retirar al afectado habrá que utilizar unos guantes aislantes (de goma, por ejemplo) y también será conveniente utilizar algún objeto de madera u otro material no conductor para retirarlo de la fuente eléctrica.

Si la descarga la ha producido una torre de electricidad en el campo, la experta señala que, al tratarse de un voltaje muy alto, no es conveniente acercarse a menos de seis metros. Desde esa distancia prudencial hay que llamar al servicio responsable de esa torre para que corte la corriente.

En cuanto a las medidas de prevención de accidentes eléctricos, cabe destacar la colocación de protectores para evitar que los más pequeños de la casa metan los dedos en los enchufes y la regla de oro de no manipular aparatos eléctricos con las manos mojadas o en lugares donde el agua pueda favorecer una mayor conducción de corriente eléctrica. “Y, sobre todo, revisar cada cierto tiempo las instalaciones eléctricas de los domicilios porque las más antiguas pueden cortocircuitar”, aconseja la experta de Semes.

Riesgos para la salud de la radiación electromagnética

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Torre de alta tensión

Los microondas, neveras, hornos y demás aparatos cotidianos, además de funcionar por electricidad, emiten radiación electromagnética. En concreto, radiación no ionizante. En esta categoría se encuentran las ondas electromagnéticas de baja frecuencia, como las empleadas en telefonía móvil, emisiones de radio y televisión, Wifi o bluetooth. “El riesgo de este tipo de radiación ha sido muy estudiado”, señala Juan Villalba, director del Servicio de Protección Radiológica de la Universidad de Granada. “Los únicos efectos perjudiciales demostrados se basan en cambios biológicos provocados por los efectos térmicos de la sobreexposición a este tipo de radiación”. De hecho, advierte que es muy difícil alcanzar los límites que pueden desencadenar daños debidos al aumento de temperatura, entre otras cuestiones, porque existen normas nacionales e internacionales que regulan las emisiones electromagnéticas de los electrodomésticos.

Los teléfonos móviles y los hornos microondas son dos de los aparatos de uso diario que más temores suscitan. Vemos qué dicen las evidencias científicas.

Teléfonos móviles

Villalba recalca que no hay “nada demostrado” en cuanto al supuesto riesgo de tumores cerebrales por la exposición a la radiación que emiten los teléfonos móviles. “Lo cual no quiere decir que no se sigan haciendo investigaciones”, apostilla. De hecho, prosiguen los estudios tanto epidemiológicos como de ciencia básica, sin que hasta el momento se haya podido establecer ninguna relación causal entre la utilización de estos dispositivos y el desarrollo de cáncer.

Hornos microondas

Este aparato emite ondas de frecuencia del orden de las micras (micrómetros) combinadas con potencia elevada, de efecto térmico, que es lo que permite calentar la comida. Las ondas se producen únicamente en el interior del microondas y son absorbidas por los alimentos. “Los microondas no emiten ningún tipo de onda o radiación al exterior que no sea la convencional de cualquier otro electrodoméstico”, resalta el experto.

Radiaciones ionizantes: un peligro que se puede controlar

Las radiaciones ionizantes sí que pueden afectar a la salud y llegar a producir cáncer. No obstante, la exposición artificial a este tipo de radiación está regulada y controlada y existen medidas de protección frente a la natural.

Hay varias fuentes naturales de radiaciones ionizantes. Las que provienen del espacio se conocen como rayos cósmicos y quienes más se exponen a ellas y, por lo tanto, deben adoptar ciertas precauciones, son las personas que realizan a menudo vuelos transoceánicos, como los pilotos de avión. También existen radiaciones naturales procedentes de los materiales radiactivos que hay en la corteza terrestre, como el torio o el gas radón. Estos fenómenos dan lugar a una dosis de radiación conocida como fondo radiactivo natural, que no resulta especialmente preocupante, salvo en determinados entornos. La radiación ultravioleta engloba las radiaciones no ionizantes de mayor energía. Se podría decir que se encuentra en el límite entre las ionizantes y las no ionizantes, lo que explicaría los peligros que puede entrañar una exposición solar sin protección, que aumenta el riesgo de cáncer de piel.

Entre las fuentes artificiales de radiación ionizante destacan los rayos X (radiografías y tomografía computarizada). Estas radiaciones son, según Villalba, “las más energéticas y se caracterizan porque tienen la capacidad de arrancar electrones de los átomos con los que chocan”. De este modo, afectan equilibrio físico de las moléculas en las que se encuentran esos átomos alterados. Si se trata de la molécula de ADN, pueden producirse mutaciones, algunas de las cuales dan lugar a la aparición de cáncer.

No obstante, Villalba precisa que, a no ser que se trate de una dosis de radiación ionizante muy elevada y en muy poco tiempo, como puede ser la derivada de la explosión de una bomba atómica o de un accidente nuclear, la radiación de este tipo que recibe una persona es baja y “el cuerpo humano posee mecanismos de defensa”, como los destinados a la reparación del ADN. Se trata de una cuestión de probabilidades: cuanto más frecuente sea la exposición a dosis bajas, mayor será el riesgo de cáncer.

La clave está en el uso racional de las tecnologías que emiten radiación ionizante. La aplicación controlada de las radiografías, el TAC y la radioterapia ha supuesto un gran avance para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Es necesario sopesar en cada caso los beneficios y los riesgos.

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